un amor inesperado
Capitulo 33. Esqueletos al descubierto. Parte 1
-¡oh por dios que había hecho!
Eran
las palabras que se hacían eco en su cabeza una y otra vez como si se
tratara de una roca que es arrojada a un estanque y que aun después de
haber caído al agua forma una serie de ondas en la superficie; sin ser
consciente de las acciones de su cuerpo, se había llevado las manos a la
boca para contener el grito que se alojaba en su garganta, el
percatarse del error que había cometido todo su ser se había paralizado
dejándola con las defensas por los suelos por lo que el miedo fácilmente
inundo todo su cuerpo, el miedo había colapsado sus pulmones por lo que
difícilmente podía respirar, su cuerpo mismo se sentía pesado, rígido y
duro como si fuera de plomo.
No podía moverse por el miedo, si,
tenía miedo, tenia tanto miedo tanto que en verdad le dolía hasta
respirar, tenía miedo de tantas cosas, temía haber causado una herida
irreparable a la persona que amaba, temía haber echado a perder lo que
tenían, temía que por su culpa su felicidad solo hubiera durado tan poco
pero más que nada tenía un miedo atroz y paralizante a perder a Terry y
este era el sentimiento que tenia aprisionado su cuerpo y mente, el
miedo le impedía moverse en el momento en el que más lo necesitaba, era
como si alguien la hubiera atado con gruesas sogas durante mucho tiempo
porque ahora todos sus músculos se encontraban entumecidos, se negaban a
responder, era como si su propio cuerpo deseara castigarla por su
estupidez, solo sus ojos parecían reaccionar ya que seguían cada
movimiento de Terry mientras que de manera silenciosa comenzaban a
derramar lagrimas que pronto le nublaron la visión.
No supo cuanto
tiempo estuvo en ese estado, pero al parecer por fin su cuerpo empezaba
a responder, cuando de sus labios salió un susurro tan suave y bajo qué
bien se pensaría que nadie podría oírlo porque sería como dejar caer un
alfiler en medio de un salón de fiesta.
-Terry
Pero al parecer no había sido tan bajo ya que Terry le respondió.
-Ya es tarde es mejor que volvamos a casa.
Cuando
Terry lo había dicho estaba de espaldas a ella, aunque él ni siquiera
se había girado a mirarla, podía saber por la postura rígida y tensa de
su cuerpo, que la expresión de rostro era tan dura y férrea como la roca
además de que el tono de su voz había sido tan gélido y duro como el
trueno que irrumpe en una noche oscura y silenciosa, las palabras de
Terry era tan frías y afiladas que eran como certeros cuchillos que la
herían en lo más profundo de su ser, justo ahí en medio de su pecho.
Sin
siquiera esperar una respuesta de ella, Terry había seguido su camino
hasta donde se encontraba el caballo que ya se encontraba preparado para
partir, solo esperaba por ellos.
Como un autómata Terry la había
ayudado a subir al caballo para después montar detrás de ella pero todo
lo había hecho procurando el mínimo contacto con ella, todo el trayecto
lo habían hecho a gran velocidad y en silencio durante todo el camino.
Podía
sentir la respiración agitada de Terry en su cuello y podía sentirlo
detrás suyo cada vez que sus cuerpos se rozaban suavemente por el
movimiento del caballo pero sin embargo lo sentía tan lejos de ella que
era como si estuviera sola y había otros momentos que podía sentirlo tan
cerca que podía palpar la furia y el dolor que recorría el cuerpo de
Terry mientras corrían a gran velocidad los caminos para volver a casa
lo más rápido posible.
La distancia que se había planteado frente a
ellos en tan solo unos minutos, era como un muro inmenso de dos metros,
que solo servía para recordarle que había herido a Terry y ahora él se
negaba a estar cerca de ella, era como si ahora le repugnara tocarla o
solo mirarla, aquella distancia entre ellos la hería tan profundo y era
tan doloroso que era como si le hubieran arrancado un trozo de su
corazón a mordidas, era tanto su dolor que le impedía ver la manera de
cómo actuar o saber qué hacer para tratar de remediarlo, lo único que
ahora podía hacer era sentir un escozor que cubría sus mejillas a causa
de las lagrimas que se derramaban por su rostro.
-¡Bájate!
La
dura voz de Terry la había tomado por sorpresa cuando llegaron a la
entrada del portal de las rosas, el tono de Terry había sido tan duro y
cargado de furia que la había imposibilitado moverse.
-que te bajes ¡Ahora!-
Terry
luchaba por contener toda la furia y dolor que fluía en su cuerpo como
si se tratara de fuego ardiendo, había luchado contra sus impulsos para
no arremeter contra Candy, porque todo cuanto fluía en su cuerpo en
estos momentos lo instaban a tomarla por los hombros y sacudirla hasta
hacerle daño, deseaba causarle tanto dolor como el que ahora ahogaba los
latidos de su corazón, aunque estaba dolido y furioso algo le había
impedido arremeter contra ella porque aun en medio de tanto dolor algo
le decía que si respondía conforme a sus impulsos rompería de manera
irreparable lo que había entre ellos y aunque ahora estuviera dolido
sabia que causarle daño no era lo que en verdad deseaba y sabia que si
lo hacia se arrepentiría el resto de su vida, ahora solo esperaba que
ella fuera inteligente y bajara del caballo porque no sabía lo que haría
si seguía cerca de ella,
No sabía porque pero algo en el grito de
Terry le decía que era una aviso y que era mejor que bajara de una vez,
poco a poco había forzado a su cuerpo a moverse para descender del
caballo, esta por lograrlo cuando su pie resbalo del estribo, con mucho
esfuerzo había logrado contener el grito que luchaba por salir en su
garganta cuando creyó que caería, pero Terry en un rápido movimiento
había logrado sujetarla, de manera que por unos segundos sus rostros
estuvieron a escasos centímetros, instante en el que sus ojos se
cruzaron por un momento tan fugaz, pero que sin embargo había sido
tiempo suficiente para que el corazón se le petrificara.
Esos
zafiros que en tan poco tiempo se habían convertido en la luz de su
vida, ahora se encontraban empañados por el dolor y la ira, sentimientos
que apenas eran enmascarados por una mueca de frialdad, esos ojos que
momentos antes con una sola mirada calentaba su piel y aceleraba los
latidos de su corazón, ahora parecían haberse convertido en dos bloques
de hielo que lucían duros e impenetrables como lo eran el resto de su
facciones en este momento, su mirada era tan gélida y tan vacía que era
como si estuviera grabada en granito.
En cuanto se encontró
estable sobre sus dos pies en la entrada del portal, había intentado
llamarlo pero Terry había acallado su llamados espoleando al caballo con
fuerza para después salir a todo galope, sin saber que mas hacer para
detenerlo había salido corriendo detrás del caballo llamándolo,
pidiéndole volver, pero le había sido imposible darle alcance ya que el
caballo se había perdido de vista solo dejando una gran estela de polvo y
rastros de un corazón herido a sus espaldas.
Había corrido y lo
había llamado con todas sus fuerzas pero no había dado resultado por lo
que desconsolada y derrotada se había dejado caer de rodillas en medio
del camino con la garganta al rojo vivo y las lagrimas nublando su
visión, mientras lo llamaba con todas las fuerzas de ser, una y otra
vez.
-¡Terry! ¡Terry! ¡TTTEEERRRYYY VVVUUUEEELLLVVVEEE!
No
supo cuanto tiempo estuvo en medio del camino, pero tampoco fue
consciente de quien la había ayudado a entrar en la casa y volver a su
habitación, lugar en el que se encontraba ahora, estaba al pie de la
cama llorando y llamando a Terry, hasta que una mano se poso en su
hombro y la voz de una mujer que se encontraba a sus espaldas le hablaba
suavemente, mientras que le ofrecía un taza de té.
-Calma señora Candy, ya no llore más.
-ohh Ruth…. soy una…. estúpida.-
Se
había girado y se había encontrado con unos ojos castaños que la
miraban con compasión, sin siquiera pensarlo se había arrojado a los
brazos de su doncella de manera tan intempestiva que la había hecho caer
al piso al igual que la taza de té que había sostenido en las manos.
Extrañada
por el comportamiento de su patrona, solo se había quedado ahí inmóvil
mientras sostenía entre sus brazos a una chica que en estos momentos le
había recordado tanto a su difunta hermana Melody, aunque la chica que
tenia entre brazos era rubia aun así se parecía tanto a su pequeña
hermana, que siempre se había mostrado animosa y alegre pese a su
delicada salud, su hermana había nacido con un corazón débil pero sin
embargo era un corazón tan cálido y alegre como el de la chica que
sostenía entre brazos, ella había hecho todo por ayudar a su hermana a
recuperarse de la enfermedad pero todo había sido inútil porque al cabo
de unos meses su hermana había fallecido, sola y sin ningún futuro en
Inglaterra había colocado todo cuanto tenía en una pequeña valija para
después colarse como polizonte en el Mauritania, donde por cosas del
destino había llegado a la vida de los Grandchester, era extraño pero
había encontrado un lugar a donde pertenecer.
Después de unos
momentos en los que no pudo hacer otra cosa más que sostener entre sus
brazos a su joven patrona que lloraba desconsoladamente, la sensación de
tener en sus brazos el cuerpo pequeño y delicado de candy la había
envuelto en un calor tan familiar que fue inevitable que derramara
algunas lagrimas recordando a su hermana la cual había muerto en su
brazos, aun podía sentir el calor y el aroma de su hermana y aun podía
oír en sus oídos el suave susurro que fueron sus últimas palabras que le
dijo con su último aliento.
-no llores más tonta, busca tu felicidad.
Aquel
recuerdo la había tomado con la guardia baja por lo que le fue
inevitable estrecharla con fuerza contra su pecho, y comenzara a llorar
desconsoladamente como lo hizo en aquella ocasión, durante algunos
minutos se permitió por primera vez en mucho tiempo dejar traslucir un
poco el dolor que llevaba.
A medida que los sollozos de ambas
fueron bajando de intensidad, pudo entender lo que decía Candy entre
sollozos tan entrecortados por el llanto que momentos atrás le habían
sido imposibles de entender.
-soy una…. Estúpida… Ruth,…. Lo he herido… jamás me perdonara.
-Calma señora Candy…. Calma….
Ruth
le hablaba dulcemente al oído estas palabras tratando de calmar a Candy
y a ella misma que aun tenía un poco nublada la visión por las
lagrimas, Ruth logro serenarse completamente mientras frotaba
suavemente la espalda de Candy y esta solo decía una y otra vez.
-soy una estúpida….. Lo he herido….
-lo he lastimado… no me perdonara.
Se separo ligeramente del cuerpo de Candy para mirarla a los ojos y decirle.
-y lo ha hecho apropósito.- sabia cual era su lugar pero aun así se había atrevido a preguntar.
-oh no, no, no, no.- la sola idea le había provocado dolor y hacerla sentir mas estúpida por hacerle daño a Terry.
-yo… no quería lastimarlo…. soy una estúpida dije algo que jamás de haber dicho….
Ruth
guardo silencio unos minutos no sabía si debía preguntar o quedarse
callada, no quería parecer una entrometida en los asuntos de sus
patrones, así que espero a que la misma candy juzgara la situación y
tomara la decisión por ella.
Candy viendo la sinceridad de las
palabras de Ruth y que su interés en ella era genuino, se sintió en
confianza y libre de hablar con una amiga.
-yo le he…. dicho… que amaba… a otra persona….
No
sabía como la juzgaría Ruth así que Candy había soltado palabra por
palabra como si cada una de ellas fuera una pesada roca, lo había hecho
en un tono tan bajo que fue casi un susurro, lentamente levanto la
mirada para encontrarse con los ojos de Ruth, esperaba que tal vez la
juzgara con dureza, pero no encontró en ellos ningún rastro de
desprecio, solo la miraba atentamente.
Después de unos minutos de silencio Ruth le dijo
-y
lo que le dijo era verdad?- sin querer ir mas allá, recordando su papel
Ruth había sido sutil al no preguntarle a Candy nombres o más detalles
sobre la situación.
-no, no lo era yo solo lo amo a él.- había dicho Candy con tanta vehemencia que no había dudado ni un segundo en responderle.
-Y que es lo que siente por el otro chico?.- sintiéndose un poco más libre Ruth se había atrevido ir un poco mas allá.
Candy
abrió los ojos desmesuradamente al percatarse de lo que la pregunta de
Ruth implicaba, se había quedado estupefacta, sin saber que decir, había
abierto la boca pero de sus labios no había salido ninguna palabra, sin
saber que hacer había cerrado los ojos mientras sopesaba la situación.
-Que debía hacer?, ¿podía confiar en Ruth?.- pensaba candy.
Pese
a su sorpresa reconoció que la pregunta de Ruth no tenia malicia solo
deseaba entender a mayor grado la situación, para serle de mayor ayuda,.
-ohh perdóneme señora Candy he ido mas allá de mi deber perdóneme será mejor que me vaya…
-no, espera…- Candy tomo del brazo a Ruth impidiéndole marcharse.
Ruth
se había quedado un momento en silencio sin saber qué hacer, la cordura
le decía que era mejor salir de ahí si deseaba conservar su trabajo
pero el corazón le decía que no se marchara que aquella chica la
necesitaba.
Con pasos lentos y pequeños jalones Candy había logrado ponerse de pie y arrastrar a Ruth con ella a un sillón cercano.
Ruth movía las manos con gesto nervioso, sabía que había metido la pata y seguramente ahora seria despedida.
Después de un momento con voz suave y aun un tanto afectada por el llanto Candy rompió el silencio.
-como te enteraste que había otro chico?
Ruth
simplemente no sabía que contestar, solo lo había supuesto nunca estuvo
segura de nada, así que solo guardo silencio esperando que su silencio
sirviera para ayudarla a mantener su empleo.
-vamos Ruth se mi amiga, … ayúdame… por favor…
Percibiendo
que Ruth temía contestarle por miedo a perder su trabajo, había tratado
de animarla y suavemente había tomado la mano de Ruth para darle un
apretón e infundirle confianza en ella.
El calor que envolvió no
solo su mano si no todo su cuerpo, la hizo levantar la mirada para
encontrarse con unos ojos verdes rodeados de un halo rojo, que solo
servía para intensificar la mirada suplicante que Candy le dirigía,
suspiro pesadamente, oculto la mirada concentrándose en mirar su zapatos
y dijo.
-yo nunca he sabido nada, yo solo lo he supuesto.
Candy
se quedo por un momento en silencio, sin saber que pensar, Ruth estaba
nerviosa por lo que empezó a hablar atropelladamente, tratando de
explicarse.
-desde que empecé a trabajar para ustedes en el
Mauritania, pude observar muchas cosas….. sé que han tenido un
matrimonio difícil, en un principio pensé que sus problemas se debían a
diferencias de carácter pero el hecho de que ustedes no durmieran
juntos, que rara vez se les viera juntos, además de la hostilidad con la
que se trataban y el resentimiento que se tenían que era evidente por
la actitud que tenían el uno con el otro, todo aquello me decía que el
problema se debía a algo más, en un principio pensé que se debía a otra
mujer y creía que esa era la causa por la que se había recluido en su
habitación, donde solía pasarse la mayor parte del día en la cama
llorando y durmiendo, pero en varias ocasiones la escuche llamar entre
sus sueños a un chico.
-Anthony.- Candy lo llamo en un susurro tan bajo como si invocara a un fantasma.
-si
el mismo, yo supuse en un principio que se debía tratar de un pariente,
un amigo, pero la vehemencia y la constancia con que usted lo llamaba
me decía que ese chico significaba mucho para usted.
Candy se
quedo mirando hacia la nada, mientras que en su mente aparecía el rostro
sonriente y amoroso de Anthony, embelesada por el recuerdo se quedo un
segundo en silencio y pero miles de recuerdos se agolparon en su mente
que aunque eran hermosos también eran sumamente dolorosos por lo que
cerró los ojos y dos cálidas lagrimas bajaron por su mejillas a medida
que hablaba.
-si, él había sido mi novio y estábamos enamorados
pero hubo circunstancias que nos separaron y yo termine casándome con
Terry sin amor, eso y otras situaciones complicaron tanto nuestro
matrimonio que realmente pensé odiarlo, pero ahora muchas cosas ha…..
-han cambiado desde el accidente y usted se ha enamorado de su esposo.- Ruth termino por ella lo que estaba por decir.
- si yo lo amo.- dijo Candy con ojos brillosos y la firme convicción de que era verdad.
Después de un silencio Ruth le pregunto.
-y aun lo ama señora Candy?.
-a quien? …. A Anthony?
Ruth solo asintió con la cabeza.
-no….. Si….. Ahh No lo sé, pero es que yo lo amaba tanto que me parece imposible que lo haya olvidado tan pronto.
-y que siente por el señor Terry?.- dijo Ruth tratando de hacer que hiciera frente a sus sentimientos
-yo lo amo. Dijo apresuradamente candy sin dudar nada.
-entonces ama a dos hombres?
-no, yo amo a Terry, ….. Pero también siento algo por Anthony, ¡oh dios¡ no lo sé Ruth, estoy confundida.
Ruth
le sonrió cálidamente, pues sabia la confusión de Candy pero ella no
podía darle respuesta a sus preguntas y dudas, eso solo lo sabia ella
por lo que debía analizar sus sentimientos y descubrir a quien tenía en
el corazón, así que envolvió las manos de candy con las suyas la miro a
los ojos y le dijo.
-el amor nos da el poder de dar felicidad al
ser amado pero también nos da el poder para hacer daño y destruirlo,
cuando logre ver cuáles son sus verdaderos sentimientos entenderá que el
amor aunque puede dañar también puede sanar y entonces sabrá que hacer.
Sin decir más Ruth se levanto del sofá y dejo a Candy solas para que pensara y entendiera sus sentimientos.
Candy
sabía que Ruth tenia razón que debía entender sus sentimientos y
descubrir a quien amaba de verdad, solo debía saber si era Anthony o
Terry.
-te amo Anthony…. Anthony …. Anthony
Esas palabras se
le habían clavado como espinas en la carne, las cuales solo lo
aguijoneaba una y otra vez, solo para hacerlo sangrar de dolor y furia
que difícilmente podía contener en su ser, buscando el olvido había
salido disparado hacia la nada, no sabía siquiera a donde se dirigía
pero deseaba alejarse de todo, deseaba dejar todo atrás como lo hacía
con los arboles que apenas se dibujaban a su paso, solo los veía pasar
como gran borrón verde, deseaba que de la misma manera en que dejaba
atrás los arboles pudiera dejar atrás la ira y el dolor que inundaba su
corazón, deseaba dejar atrás los recuerdos, deseaba dejar de oír en su
mente las palabras que lo habían herido, deseaba alejarse de Candy y más
que nada deseaba alejarse de el mismo porque solo Dios sabría lo que
haría si regresaba en estos momentos.
No fue consiente durante
cuánto tiempo fustigo al caballo, ya que solo podía sentir un fuerte
viento que azotaba contra su cuerpo resultado de lo rápido que galopaba,
a medida que iba alcanzando mayor velocidad y que el viento cada vez lo
azotaba con más fuerza lo que permitió que su cuerpo se liberara del
dolor y la ira en forma de silenciosas lagrimas que eran llevadas por el
viento, deseaba que de la misma manera en la que el viento se llevaba
sus lagrimas, fuera capaz de llevarse su corazón porque el dolor fluía
por todo su cuerpo y ahogaba su corazón, pero era en vano desearlo ya
que en su mente se agolpaban miles de preguntas para las cuales el no
tenia respuesta y solo servían para atormentarlo.
-¿Por qué?,
¿Por qué nunca podía ser feliz?, ¿Por qué la vida siempre se obstinaba
en empañar su felicidad una y otra vez?, ¿Por qué siempre debía ser él,
el que terminara herido?, ¿Por qué Candy no podía olvidarse de ese
estúpido?, ¿Por qué no lo amaba en la misma forma en que la amaba?,
¿Por
qué amarla era tan doloroso y adictivo al mismo tiempo?
Absorto
en sus meditaciones Terry no se dio cuenta de cómo, poco a poco el
caballo reducía la velocidad hasta que se detuvo por completo cerca del
lago, sorprendido por la oscuridad que lo rodeaba, levanto los ojos al
cielo para encontrase con un cielo negro con escasas estrellas, solo
entonces se percato de lo tarde que era y que había pasado toda la tarde
perdido en los alrededores, percibiendo que había agotado al caballo,
aun mas molesto consigo mismo por forzar la caballo de esa manera
descendió del caballo para que este descansara, después de todo el pobre
animal no tenía la culpa de sus problemas y arranques de ira.
Con
paso firme camino por la linde del lago, sus pasos eran como un susurro
áspero que hería el silencio de la noche, pero no había nadie para
notarlo ya que hasta el mismo estaba inmerso en sus cavilaciones.
-Cuando
creía que por fin había conquistado su corazón, cuando por fin eran uno
solo, cuando por fin conocía lo que era la felicidad un solo nombre
había bastado para quebrar su burbuja de amor y felicidad.
-Deseaba tener en estos momentos más que solo el nombre de aquel que
osaba robar su felicidad, porque era como si luchara contra el recuerdo
de un fantasma, un recuerdo que se burlaba de el al no tener un rostro.
La
luz de la luna brillaba tenuemente alumbrando su camino, sin siquiera
notarlo sus pasos lo habían guiado a un gran árbol que está en una de
las orillas cercanas al lago, estando a unos pasos del árbol, pudo
percibir un brillo extraño sobre el césped, atraído por aquel extraño
resplandor se acerco a él, cuando llego a él descubrió que se trataba de
un listón rosa que bajo la luz de la luna parecía brillar, sin ser
consciente de sus movimientos, se había encorvado para recogerlo, en el
momento en que lo tomo en sus manos, un olor dulce y suave había
inundado sus sentidos, estrujo el listón en un puño, reconocería ese
aroma donde fuera, era el perfume de Candy.
Golpeado por una nueva
ola de dolor y furia que provoco que todo su ser se estremeciera desde
sus cimientos, todo su cuerpo temblaba de indignación, furia y dolor,
cansado de contener tantos sentimientos dentro de sí, permitió que la
furia y el dolor se apoderara de su cuerpo, por lo que la sangre en sus
venas se convirtió en vitriolo que le quemaba las entrañas, la razón, el
alma y todo cuanto había en el, apretó fuertemente los ojos al igual
que las manos, las cuales se apretaron en puños hasta que se volvieron
blancos, todo su ser ardía y se consumía en un incesante dolor que le
comprimía la garganta, los pulmones y le provocaba un nudo en el
estomago donde se concentraba su furia que poco a poco se libero hasta
convertirse en un ensordecedor grito que brotaba desesperadamente de su
garganta al tiempo en que su puño se estrellaba con fuerza en el tronco
del árbol el cual hizo estremecer.
-¡Maldición Candy por que no puedes amarme!
Solo
ahí oculto en las sombras se había quedado golpeando con los puños una y
otra vez el tronco de aquel árbol mientras que su voz era tragada por
la oscuridad de la noche.
El cielo parecía tan oscuro esta noche,
había tan poca estrellas, había tan poca luz como lo había ahora en su
corazón y mente, porque todo en su interior era una madeja de emociones,
pensamientos y sentimientos encontrados que solo aturdían su angustiado
corazón.
-Anthony el dulce chico que de ser su compañero de
juegos poco a poco se había metido en su corazón y se había convertido
en su primer amor, su caballero con armadura, el príncipe que siempre
acudiría a su rescate y que aun para protegerla enfrentaría dragones sin
pensarlo, Anthony, dulce Anthony, aquel chico que era su amigo antes
que cualquier cosa, el chico que con su dulzura había alegrado sus días y
su corazón en los momentos de soledad, Anthony el chico con el corazón
más puro que había conocido, corazón que ella había herido al no confiar
en él, si tan solo hubiera confiado en el ahora no estaría en esta
situación, porque si ella se hubiera mantenido fiel a Anthony no hubiera
tenido que casarse con…...
Abruptamente ella misma
interrumpió ese pensamiento porque bajo ninguna circunstancia podía
arrepentirse de conocer a Terry, porque conocer a ese malcriado había
sido una de las cosas que le devolvió la sonrisa cuando su mundo se
derrumbo creyendo a Anthony ajeno, el chico que con su arrogancia y
carisma había invadido su vida sin que ella misma se diera cuenta, un
chico que en un principio era un misterio para ella ya que vivía en una
coraza intentado esconderse de los demás.
Si tan solo las
cosas no hubieran cambiado de manera tan abrupta y tan rápido, ya que en
un abrir y cerrar de ojos se había visto alejada del chico que amaba y
casada con un chico que aunque era buen mozo y buena persona no lo
amaba, luego estaba todo lo que había sucedido desde que se reencontró
con Anthony el día de su boda con Terry.
Hasta hace unos
meses había estado segura de sus sentimientos por Anthony pero el
accidente de Terry lo había cambiado todo, porque al permanecer al lado
de Terry poco a poco la cercanía le hizo conocer cosas desconocidas
tanto de Terry como de ella misma, porque Terry le había dado un nuevo
brillo a su vida, un brillo que le había permitido atravesar la coraza
de Terry para descubrir al verdadero Terry, que pese a su careta de
frialdad era una persona cálida con un corazón bondadoso aunque el mismo
se lo negara en ocasiones, un chico que aunque había estado herido de
muerte estaba lleno de vida, de sueños, de anhelos y sin lugar a dudas
estaba lleno de amor y pasión, y que con una sonrisa ladina la había
contagiado sus anhelos, sus sueños y sobre todo su amor por ella y la
pasión que solo le pertenecía a ella.
Pese a que a su lado
había pasado momentos muy amargos y dolorosos ninguno se comparaba con
el dolor que la aquejaba ahora y aunque en el pasado Terry le había
causado dolor al retenerla a su lado en contra de su voluntad eso no se
comparaba con el dolor que ahora ella le había causado a él, como se
lamentaba haberlo hecho, haría cualquier cosa para remediarlo, porque si
bastara con que ella caminara por encima del fuego, lo haría sin dudar
nada pero sabía que la situación requería mas allá de un sacrificio,
requería un corazón y por el momento ella no podía darlo por que lo
tenía divido entre dos hombres, que no tenían punto de comparación entre
si, por que cada uno era tan único y especial.
En medio de
sus cavilaciones había deambulado por la habitación hasta que cansada
se sentó en la cama en la que poco a poco se había recostado para mirar
el cielo raso de la habitación como si en él se encontraran las
respuestas a sus dudas, en medio de sus cavilaciones sus ojos se habían
cerrado paulatinamente hasta que se fue sumiendo en un profundo sueño.
Cegado
por una nueva oleada de dolor, había galopado a toda velocidad devuelta
a casa, había entrado en una casa que estaba en silencio y a oscuras,
todo su ser temblaba de dolor, sus pasos retumbaban contra la alfombra
como si se tratara de címbalo estruendoso, sus manos se mantenían en
puños fuertemente cerrados, puños que ahora no solo estaban blancos por
la fuerza con que los apretaba sino que además se encontraban con leves
heridas en sus nudillos provocados por la corteza del árbol al que
golpeo una y otra vez.
Su primer pensamiento al poner un pie en la
casa había sido dirigirse al despacho, necesitaba urgentemente un trago
de whisky, necesitaba que algo mas fuerte que su dolor quemara sus
entrañas, necesitaba algo que calmara su dolor y los latidos adoloridos
de su corazón.
Pero su corazón necesitaba otro tipo de aliciente,
los agitados latidos de su corazón embotaban tanto sus oídos que ni
siquiera podía escuchar sus propios pensamientos, su paso presuroso y
furioso por los pasillos eran tan cargado de ira y dolor que como el
paso de un huracán, dejaba a sus espaldas una aura de desesperación y
soledad que solo servía para acrecentar su propio dolor, caminaba de
manera tan apresurada que sus pasos apenas rozaban el piso de la
alfombra, guiado solo por su impulsos se había dejado llevar sin
siquiera prestar atención hacia donde se dirigía hasta que ya fue muy
tarde, cuando había azotado la puerta de la habitación fuertemente.
*N.A.
Sé que hay pekes leyendo mi fic, no es mi intensión pervertir a nadie u
ofender a alguien por lo que al inicio y final de las escenas de
situaciones adultas pondré una marca para que las chicas que no deseen
leerlas, pero que desean saber en que va a terminar todo esto puedan
saltárselas, para que así cada quien bajo su propio riesgo y juicio
decida leerlas o no.
Esta parte del capítulo contiene
situaciones adultas que para algunos podrían resultarles ofensivas y si
aceptan leerlas es bajo su propio riesgo porque pude despertar
sentimientos como envidia y celos hacia Candy. (Yo me apunto ahí)
El
ruido sordo de la puerta al cerrarse la había despertado, por lo que
había saltado de la cama, totalmente desorientada y asustada se había
incorporado en la cama lentamente y a medida que lo hacía un fragancia varonil había inundado sus sentidos, un fragancia que reconocería y
asociaría siempre con
-Terry...
Fue un murmullo tan bajo
pero sin embargo tan poderoso, que él solo oír su vocecilla había hecho
que todo en su interior se agitara, esa voz que solía ser música para
sus oídos, ahora solo servía para acrecentar la fuerza de sus impulsos
los cuales acallaron por completo a la razón y la poca cordura que había
en el.
No creía que la imagen que tenia frente a ella fuera real
por lo que lo había llamado, aunque en su mente se había formulado una
serie de palabras que simplemente su boca no pudo pronunciar más que su
nombre, porque la mirada que le dirigía era tan dura, tan llena de dolor
y desesperación que había provocado que sus palabras se ahogaran en su
garganta, respiraba entrecortadamente mientras lo veía acercarse a ella
con paso firme y furioso.
Su cuerpo no parecía estar conectado con
su cerebro porque simplemente su cuerpo se movía por voluntad propia,
porque en un inicio su primer instinto había sido salir de ahí antes de
que resultara más herido.
Llevado por sus impulsos en poco tiempo
se vio a si mismo frente a Candy al pie de la cama, como si esos ojos
que lo miraban ahora llenos de incertidumbre y arrepentimiento lo
invitaran a mirarlos más de cerca, una de sus rodillas se había hincado
en el lecho, por lo que poco a poco fue balanceando su peso sobre sus
rodillas y manos, con cada paso que daba sobre la cama, la presencia de
Candy inundaba sus sentidos, porque ahora no solo percibía su olor,
podía sentir a través de las sabanas el calor que su cuerpo irradiaba,
calor que su cuerpo mismo pedida gritos en estos momentos, cada paso que
lo acercaba mas a ella mas embotaba sus sentidos e infundía fuerza a
sus impulsos, por lo que no fue consciente en qué momento se había
despojado del chaleco y había desabotonado su camisa.
Deseaba
lanzarse a los brazos de Terry y rogarle que la perdonara pero
simplemente la mirada de Terry la tenia paralizada, se había quedado
inmóvil solo viendo como se acercaba a ella con una mirada en la que se
leía claramente sus intensiones, sin poder hablar se había quedado solo
mirando y admirando cada musculo de su pecho y brazos que estaba
claramente tensos, su respiración que ya estaba alterada se volvió
errática al igual que los latidos de su corazón cuando sintió la mano de
Terry en su barbilla la cual sujeto firmemente y la miraba de una
manera fiera y posesiva mientras de sus labios salían palabras.
-soy tu esposo y eres mía, mía para siempre.
Sentía
como sus labios chocaban contra los de ella con fuerza, la manera en
que la besaba era tosca, desenfrenada, irrespetuosa, era un beso voraz y
desesperado mientras que de manera intempestiva invadía con su lengua
el interior de su boca, podía sentir en su beso la furia, el dolor que
eran como si un licor muy amargo hubiera reemplazado la sangre que antes
recorría sus venas.
La había besado con tanta urgencia, con tanta
desesperación como la necesidad que había en él, porque deseaba y
necesitaba grabar en ella su ser, su esencia, deseaba marcar más que su
nombre en ella por lo que al fuego de las caricias audaces de su lengua y
manos lograba que candy entre gemidos ahogados lo llamar una y otra
vez, deseaba que no le quedara duda de que le pertenecía ahora y
siempre, por lo que su cuerpo poco a poco fue aprisionando al de Candy
entre el colchón y el suyo, bajo la piel de su pecho desnudo podía
sentir el palpitar agitado del corazón de candy y podía sentir ese calor
que le quemaba la piel pero que acrecentaba su necesidad de saberla
suya, solo suya.
La boca de Terry no se detenía, una y otra vez
recorría con la punta de su lengua la piel de su cuello y hombros, eran
caricias tan ardientes y posesivas que las sentía como fuego, un fuego
abrasador que buscaba marcar en su piel un recuerdo inolvidable, era
inevitable que de su boca se escapan gemidos cada vez mas descontrolados
cuando sentía sus manos y boca recorrer su cuerpo por encima del fino
camisón que llevaba, manos que apretaban y pellizcaban a placer su
cuerpo, su boca misma mordía sus hombros su senos aun por encima del
camisón y aunque le fuera ligeramente doloroso no importaba porque cada
caricia era electrizante, la piel le cosquillaba bajo la caricias de
Terry las cuales solo aumentaban la necesidad que sentía por el que era
tan grande que el dolor era insignificante, buscando calmar la necesidad
por estar más cerca del había llevado sus manos para enlazarlas a su
cuello pero a medio camino Terry se lo había impedido.
-¡no¡
Terry
había tomado con una sola mano sus muñecas aprisionándolas y
sosteniéndolas por encima de su cabeza, esto le impedía tocarlo pero no
sentirlo con su cuerpo que se arqueaba cada vez más por el placer que
Terry le provocaba, aunque cada una de las caricias de Terry era tan
intensas y desesperadas que no había en ellas rastro de la ternura que
siempre lo caracterizaba, pero no podía sentir miedo ni siquiera cuando
escucho la tela del camisón rasgarse, simplemente con Terry no podía
tener miedo.
No podía permitirle que lo tocara si lo tocaba,
aniquilaría con una sola caricia toda la furia que había en él y no
podía permitirlo, el no debería ser el único que sufriera, deseaba
infundir en ella un poco de el dolor que inundaba su cuerpo en estos
momentos, por lo que hizo lo que nunca había hecho con ninguna mujer, la
tomo con fuerza de las muñecas sin importarle si le hacía daño o no y
las mantuvo firmemente sostenidas por encima de su cabeza, las prendas
estorbaban a su paso, no podía acceder aquellas partes del cuerpo de
Candy que mas codiciaba por lo que sin importarle nada había rasgado el
camisón dejando al descubierto su senos, los cuales pellizco, mordió y
succiono a placer, a lo cual Candy respondió contorsionándose de placer
debajo del.
Ya no podía mas, necesitaba sentir a Terry más cerca,
no importaba si para obtenerlo tenía que suplicar, pues bien merecía la
pena hacerlo si con eso terminaba el delicioso tormento al cual Terry la
había sometido con cada una de sus caricias y frases ahogadas entre
besos y caricias que solos servían para recordarle lo que ella ya sabía
pero que en estos momentos Terry se las repetía con la voz ronca y
agitada.
-Eres mía, soy tu dueño y no te compartiré nunca me oyes Candy, eres mía.
Con
cada palabra que salía de su garganta alimentaba su ímpetu y la fuerza
de sus impulsos, su boca seguía recorriendo el sendero a los senos de
Candy una y otra vez, los atormentaba con su lengua y dientes con
pequeños tirones que la hacían enloquecer, cada caricia la llevaba cerca
del clímax pero cuando estaba por alcanzarlo, el detenía sus caricias
solo para atormentar su boca con besos desesperados que ahogaban lo
gemidos que se escapaban de su garganta.
Buscaba enloquecerla,
hacerle suplicar por él, suplicarle que la tomara, y lo estaba logrando
porque con cada caricia la provocaba una y otra vez, cada vez veía como
sus gemido eran cada vez más desesperados pero no se atrevía a darle lo
que pedía entre gemidos ahogados, aunque entrar en ella era lo que más
deseaba, lentamente su mano bajo por su vientre hasta colocarse entre su
piernas e introducirse en su feminidad, la cual ya se encontraba
demasiado húmeda, lista para recibirlo, pero en vez de ello masajeo con
sus dedos ese punto que hacía que los gemidos de Candy fueran cada vez
más fuertes.
Ya no soportaba mas tenía que tomar a Terry ahora, lo
necesitaba tanto como el aire, cada caricia la hacía arquearse cada vez
más al cuerpo de Terry, su cuerpo mismo se tensaba una y otra vez cada
vez que sentía sus dedos en esa parte de su cuerpo que pedía a gritos
alivio, sus dedos no se detenían una y otra vez entraban en ella y
formaban caricias electrizantes que en un principios eran lentas y
pronto aumentaron de intensidad llevándola cerca del clímax pero de
pronto se detenían solo para empezar de nuevo el tormento.
Pese a
que su deseo era atormentarla el mayor tiempo posible, su cuerpo mismo
no lo resistía mas, por lo que en un rápido movimiento le había abierto
las piernas y se había introducido en ella en un movimiento que fue tan
primitivo y fuerte que provoco que Candy gritara, pero una vez que se
hubo introducido en ella no se detuvo, por el contrario cada uno de sus
embistes era cada vez con más fuerza y rápido.
No podía creer que
los gemidos que escuchaban provinieran de su garganta, pero simplemente
no podía contenerse Terry la estaba haciendo tener orgasmo tras orgasmo,
cada una de sus embestidas solo contribuía a llevarla aun más alto en
el clímax en el cual ella explotaba, pero una y otra vez Terry la lleva
hasta ese punto hasta que el mismo alcanzo un orgasmo de tal
contundencia que barrio todas su barreras e inhibiciones en un sonoro
grito de ambos para después caer uno en brazos de otro.
Esta
parte del capítulo contiene situaciones adultas que para algunos
podrían resultarles ofensivas y si aceptan leerlas es bajo su propio
riesgo porque pude despertar sentimientos como envidia y celos hacia
Candy. (Yo me apunto ahí)
Terry descansaba su rostro
en el hombro de Candy, su nariz está sumergida por completo en los rizos
de Candy, está exhausto, se había exigido mas allá de lo que nunca
había hecho pero bien valía la pena ya que estos momentos se sentía
liberado del sentimiento de dolor y furia que momentos antes inundaba su
cuerpo, su respiración aun se encontraba agitada al igual que la de
Candy, que era tan agitada que cualquiera que la oyera creería que
sollozaba calladamente, después de recuperar un poco el aliento, se
levanto un poco para encarar a Candy, pero lo que vio simplemente le
paralizo el corazón.
Había sido tan fuerte la reacción que Terry
provoco en ella que simplemente en medio de pleno clímax le había sido
imposible evitar que la culpa la golpeara con todo su peso, la culpa de
haber herido a Terry, sin poder contenerse más unas cálidas lagrimas
había bajado por su rostro y lo que momentos atrás eran gemidos ahogados
ahora eran sollozos ahogados, poco a poco percibió como Terry se
enderezaba ligeramente para mirarla, espera ver en sus ojos ese dolor y
furia que momentos atrás había en ellos, pero lo que vio en ellos
provoco que se sintiera aun mas culpable y comenzara a sollozar un poco
más fuerte.
Se había quedado mudo y atónito al ver las lagrimas de
Candy, podía ver y sentir que su cuerpo temblaba ligeramente por los
sollozos, ver a Candy en ese estado había hecho polvo su determinación
para encararla, su corazón se había encogido en su pecho al igual que un
nudo se le hizo en la base del estomago, se recrimino así mismo el ser
tan arrebatado por que seguramente el haberse dejado llevar por su deseo
de hacerle daño, finalmente lo había conseguido, se había comportado
como un animal, un animal salvaje que solo actuaba conforme a sus
instintos, no pensaba solo buscaba aliviar su propio dolor, solo se
había dejado llevar por sus instintos más primitivos y salvajes, como
deseaba estrecharla entre sus brazos en estos momentos pero temía que lo
rechazara por haberla lastimado, toda la tarde la había pasado huyendo
de ella exactamente por esta razón, por que verla herida y lo lastimaba
aun mas.
Después de unos momentos en los que dudaba si debía
acercarse a ella o no, lentamente coloco su mano en su hombro y la llamo
suavemente como si temiera su respuesta.
-Can….
-oh Terry perdóname.
Ni
siquiera había terminado de mencionar su nombre cuando ella se había
lanzado hacia sus brazos, ahogando sus sollozos en su pecho mientras le
pedía perdón, aun tanto desconcertado le había tomado un momento
decidirse y llevar su brazos al cuerpo de Candy para apretarla más a su
cuerpo.
Una honda de calor, tan suave y cálido envolvió su cuerpo
de manera tan dulce y tierna que apaciguo lo latidos acelerados de su
corazón pero más que eso la hacía sentir segura y protegida de cualquier
cosa, fue tan reconfortante esa sensación que en poco tiempo sus
sollozos disminuyeron gradualmente.
Podía sentir la mano de Terry acariciar su espalda suavemente mientras le decía al oído.
-calma, pecosa, no llores mas pecosa.
Nunca
creyó que oír a Terry llamarla pecosa le hiciera tan feliz como en
estos momentos, lentamente alzo su rostro para mirarlo a los ojos,
después de recorrer lentamente su rostro por fin había llegado a mirarlo
a los ojos, lo cuales la miraban con ternura y amor aunque en el fondo
podía percibir un poco de dolor y resentimiento hacia ella, inspiro
lentamente el aroma de Terry el cual le infundió animo y fuerzas para
hacer frente a su situación y tratar de enmendar su error.
-perdóname.- fue la palabra que salió de sus labios de ambos al unisonó por lo que después de soltar una risilla Terry le dijo.
-yo primero pecosa.-
Asintió suavemente para después fijar su mirada en esos ojos azul profundo mientras escuchaba a Terry hablarle muy suavemente.
-perdóname Candy…. Yo no
-yo no tengo nada que perdonarte, perdóname tu…. por hacerte daño… por herirte tanto….
Candy
lo había interrumpido a la mitad de lo que había dicho para disculparse
ella, por un momento se quedo quieto sin saber qué hacer, aunque era
verdad que ella lo había lastimado, el se sentía terriblemente culpable
por lastimar su cuerpo que era una de las pertenecías más preciadas para
él, a medida que las palabras de Candy perpetraban sus oídos podía
sentirla temblar suavemente entre sus brazos, lentamente había subido su
mano por sus rizos rubios hasta posicionarse hasta su coronilla la cual
beso tiernamente.
Podía sentir las suaves caricias de Terry en su
espalda, cosa que sin duda alguna la aliviaba, pero ella necesitaba ir
más allá si deseaba lograr el perdón absoluto de Terry por lo que
comenzó a hablar en suaves susurros que eran apenas perceptibles.
-yo….
yo… no se qué paso esta mañana pero no quería herirte,…..yo te amo y
fue un error imperdonable de mi parte el que yo haya mencionado….
No
se atrevía a mencionar su nombre el cual se había atorado en su
garganta como una roca, además de que por la reacción de Terry el cual
tenía los puños fuertemente cerrados en su espalda y por la postura
rígida de su cuerpo sabía que estaba conteniendo su enojo para no
alejarla de él.
En un principio había decidido acallar la disculpa
de Candy con un beso apasionado pero no lo había hecho, aunque ahora
estuvieran juntos eso no quería decir que se hubieran perdonado
mutuamente, por lo que se había mantenido en silencio escuchando las
palabras de Candy hasta que toco el borde aun sangrante de la herida que
tenía en el pecho, el solo hecho de que ella se refiriera al incidente
había provocado un nueva oleada de dolor y furia que tenso sus músculos y
cerro sus manos en puños, los cuales mantuvo fuertemente clavados en la
espalda de Candy, reconociendo que la mejor manera de deshacerse de
esos sentimientos era hacerles frente y no darles la vuelta, por lo que
el mismo pronuncio ese maldito nombre, aunque hacerlo le suponía poner
un hierro candente en la herida de su pecho.
-a Anthony, Candy?
Candy un tanto sorprendida por qué Terry mencionara a Anthony solo atino a sentir son la cabeza.
Después
de un minuto de silencio en que lo único que podía hacer era sentir la
penetrante mirada de los ojos azul zafiro de Terry sobre ella,
lentamente había abierto su boca para decirle.
-lo que dije esta mañana no era verdad, porque yo te amo a ti, solo a ti Terry.
Escuchar
esas palabras de Candy hacia que el corazón se le inflara pero solo
para reventársele por la espinita que tenía clavada en el pecho.
-y
como puedo creer en tus palabras Candy, cuando tu desde un principio no
me has amado, acaso has olvidado que planeabas dejarme para fugarte con
tu amado Anthony.
A medida que Terry decía estas palabras se
había erguido de la cama y se había sentado de espaladas a ella en la
orilla de la cama, mientras tomaba su cabeza entre sus manos como si eso
bastara para calmar las dudas que tenia.
Candy por un momento se
quedo paralizada sin saber que contestarle a Terry por que se había
pasado toda la tarde tratando de definir sus sentimientos por Terry y
Anthony, sabía que amaba a Terry pero que era lo que sentía por Anthony,
sabiendo que no solo debía enfrentar a Terry, sino que debía
enfrentarse a ella misma para definir sus sentimientos de una buena vez,
se había envuelto en la sabana para después sentarse en medio de la
cama, muy cerca de la espalda de Terry.
-se que no merezco tu
confianza, porque es verdad que en un principio yo no me case contigo
amándote, yo acepte casarme contigo para salvar a mi familia de la ruina
pero solo acepte casarme contigo cuando creí que Anthony no me amaba
como yo a él, pero eso no era verdad el me amaba solo que nos vimos
separados por las mentiras de otros.
Podía ver como sus palabras
alteraban a Terry, ya que con cada palabra que salía de su boca podía
notar cómo se tensaban los músculos de sus hombros, y como sus puños se
cerraban con mayor fuerza sobre su cabello.
-la vida se ensaya contigo y yo debía sufrir la ofensa de que tu amorcito te robara cuando ya eras mi esposa –dijo con sarcasmo.
-sino
me amabas porque nunca dijiste nada, accediste a casarte conmigo, no te
obligue, pudiste habérmelo dicho y así evitar que yo te amara cada día
mas, pero nunca hablaste conmigo porque eres cruel, te gusta causar daño
a las personas a tu alrededor.
Sabía que las últimas palabras que
había dicho no eran totalmente verdad pero estaba herido y de su pecho
fluían sentimientos y palabras amargas.
Las palabras de Terry la
habían herido porque nunca en su vida se había propuesto hacerle daño a
nadie, solo se había visto envuelto en circunstancias de las cuales no
había podido escapar.
-yo nunca quise hacerte daño y en verdad me
arrepiento haberte herido, me arrepiento de tantas cosas, pero el daño
ya está hecho.
-seguramente te arrepientes de haberte casado conmigo y haberte entregado a un bastardo como yo, no es así Candy?
Candy
sin pensarlo siquiera se había acercado más al cuerpo de Terry, hasta
que enlazo sus brazos a su cuello y pego su rostro el cual estaba mojado
por las lagrimas, al oído de Terry para decirle en una voz desesperada.
-no, nunca, nunca me arrepentiría de entregarme a ti por que cuando lo hice tu ya eras dueño de mi corazón.
Sentir
el cuerpo de Candy a sus espaldas, lo había reconfortado un poco pero
el sentir sus lágrimas en su cuello y hombros lo había tranquilizado de
alguna manera, después de suspirar pesadamente le dijo.
-y cómo puedes estar tan segura de que me amas Candy?
-porque
me lo grita el corazón y el no puede equivocarse, porque tú me has
conquistado por completo, con cada una de tus sonrisas ladinas, cada una
de tus miradas juguetonas, con tus ocurrencias y caricias me has hecho
sentir más viva y más feliz de lo que nunca he sido, por que me has
infundido de la vida que llevas en tu interior y me has hecho soñar
nuevo, me has hecho ver que puedo ser útil, que soy más que una esposa
de adorno, tú me has completado, tu eres mi alma gemela y mi cuerpo y
alma siempre te han reconocido así aunque yo no lo haya reconocido antes
pero mi cuerpo si lo hizo, porque desde que te conozco, tu presencia me
turba, me confunde, me altera, haces que la piel se me erice con tan
solo tenerte cerca, haces que mi corazón explote cada vez que te me
acercas, y solo contigo puedo sentir esto, porque eres el único al que
mi corazón ha amado por completo con cuerpo y alma.
Las lagrimas
caían por su rostro incesantemente, sabía que lo que había dicho era
verdad y ahora veía claro sus sentimientos, amaba a Terry con todo su
ser y aunque le pareciera increíble se había olvidado de Anthony, no
porque realmente se hubiera olvidado de el sino que sus sentimientos por
el habían cambiado, tal vez no habían sido tan profundos y fuertes como
los sentimientos que tenia por Terry ahora, observando que Terry se
había quedado quieto bajo su cuerpo decidió ir mas allá.
-desde
que te hirieron y me pediste que no me marchara, poco a poco tú te
fuiste colando a mi corazón por debajo de mi piel, y nada pude hacer
para evitarlo, fuiste como dulce viento que se coló por los poros de mi
piel hasta llegar a lo más profundo de mi ser para después negarse a
salir, porque con cada una de tus sonrisas y palabras te abriste paso a
mi corazón, en el cual poco apoco fuiste ganando terreno hasta que lo
abarcaste por completo, has despertado sentimientos tan intensos en mi
que creí que mi corazón no lo soportaría, pero ahora sé que un solo
corazón no puede hacerlo porque ahora entiendo que el amor nos ha
fundido en un solo cuerpo, en un solo corazón, en un solo sentimiento,
un solo ser, porque ahora sé que hacerte daño también me hiere a mí de
la misma manera, porque tu dolor es mi dolor, tu felicidad es mi
felicidad, porque compartimos el mismo corazón y lo sabes en tu corazón
que lo que te digo es verdad.
Su voz se había turbado complemente
por el llanto, sollozaba sobre los hombros de Terry mientras este
permanecía quieto como una estatua bajo ella.
Se había quedado
paralizado al oír las palabras de Candy algo le había impedido moverse,
solo se había quedado ahí permitiendo que las palabras de candy poco a
poco perpetraran su corazón, podía sentir como cada palabra era como una
puntada que cerraba herida de su corazón y como cada puntada disminuía
el dolor que sentía, en toco tiempo esas palabras cerraron la herida y
se convirtieron en un bálsamo para sus heridas.
Sabía que candy no
mentía que lo le decía era verdad, se lo decía su corazón, corazón el
cual ya no era suyo sino que también ahora era de candy, lentamente se
giro en la cama, para mirarla a los ojos, lo cuales solo pudieron
reafirmar lo que ya sabía, lo amaba y no mentía en eso, lo amaba como
nunca antes había amado a nadie ni siquiera a Anthony.
En cuanto
sus ojos se encontraron con los de Terry, el corazón se le inflo como un
globo, porque esos ojos volvían a mirarla con la luz que siempre los
caracterizaba y llenos de amor por ella, veía como lentamente Terry se
acercaba a ella, las manos de Terry volaron a su rostro el cual sostuvo
delicadamente entre sus manos, mirándola a los ojos Terry lo dijo.
-se
que es verdad porque eres la esposa de mi corazón y el complemento de
mi alma, eres la mitad que me faltaba y ahora que te tengo no te dejare
ir nunca, porque eres mía, mía solamente mía.
Sin darle
oportunidad para responderle Terry la beso con ternura con deseo y
desesperación a la cual ella respondió sin miramientos, dejando paso
libre a una reconciliación que no necesitaba palabras solo caricias y
ternura en exceso.
Continuara…
Próximo capítulo. Esqueletos al descubierto parte II
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