Un amor inesperado
Capitulo 32
situaciones perversas.
Mientras que para algunas personas la situación puede
verse gris o totalmente negra para otras se ve a todo color y llena de luz, lo
que todos ignoramos es que estamos en un torbellino en el que la vida da tantas
vueltas y giros que rápidamente puede cambiar de color radicalmente las
situaciones.
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Inglaterra tres meses atrás.
Que iba a ser con esa chiquilla,
ya había tratado por todos los medios posibles hacerla entrar en razón, pero
ella solo se la pasaba encerrada en su habitación, como era posible que se la
pasara llorando por los rincones por algo en lo que ya no había nada que hacer,
ya estaba hecho y solo quedaba vivir con las consecuencias, gracias a dios que
estaba mas que satisfecha con las consecuencias, desde que se había asegurado
que el matrimonio de Candy con Grandchester se llevara a cabo, se había dado un
respiro de las pesadas responsabilidades que tenia y todo se había resuelto de
manera favorable sino para todos al menos para su familia así había sido, era
de verdad una pena haber lastimado a Anthony Brower pero sabia que era un costo
que se debía pagar con el fin de darle un futuro a Candy y sus hermanos,
pudiera ser que el método que escogió no fuera el mas adecuado pero ya que
había alcanzado sus objetivos se sentía orgullosa de sus decisiones, había
hecho lo que tenia que hacer para salvar el buen nombre de la familia de la
ruina y si se viera en esa misma situación estaba segura que haría la misma
cosa.
Solo ahora le quedaba lidiar con
los reproches de Stear y Annie, debía encontrar la manera de que esos
chiquillos entendieran que lo había hecho por ellos y para que no cayeran en la
desgracia y ruina, para que tuvieran un futuro, pero eran unos chicos tan
testarudos y desagradecidos que no veían lo astuta que había sido ya que no
solo había logrado salvar a la familia sino que incluso había logrado unirlos a
una de las familias de mayor renombre en la aristocracia y todo eso gracias a
su inteligencia pero esos chiquillos solo se centraban en sentimentalismos que
no tenían valor cuando lo que estaba en juego era el honor y posición de la
familia y era exactamente por ellos que había aceptado a rebajarse a acudir a
una vulgar y codiciosa mujer como Luisa Smith con el fin de salvar a la familia,
aun recordaba la tarde en la que habían pactado, recordaba como los ojos de la
chica se habían abierto desmesuradamente al contemplar la cantidad de dinero
que se le ofrecía por “sus servicios”, después de eso se había mostrado más
falsa que nada, sospechaba que la chica era capaz de vender a su madre por
dinero, gracias a dios eso se había acabado o al menos eso era lo que parecía
hasta que había recibido una nota de Luisa la mañana anterior.
El solo recordar la desdichada
misiva, la hacia apretar con fuerza el pañuelo que retorcía entre sus manos, la
muy taimada seguramente pretendía obtener más dinero de ella, pero esta vez no
estaba dispuesta a dárselo, la muy bandida se llevaría un chasco si creía que
por que era anciana podía obtener de ella lo que quisiera.
-Sra. Elroy las señoritas se
encuentran listas.-
La voz de Dorothy la había sacado
de sus cavilaciones por lo que con el ceño fruncido se había girado para mirar
hacia el pie de la escalera donde se encontraba Dorothy, mientras veía
descender con elegancia y porte por las escaleras a Annie y Patty.
Cuando estuvieron frente a ella,
las miro de pies a cabeza, inspeccionando el atuendo de las chicas, después de
un momento de tensión en el que tanto dorothy como las chicas habían contenido
el aire en sus pulmones la tía abuela había asentido con la cabeza en señal de
aprobación.
Sin perder más tiempo la tía
abuela las había hecho subir al carruaje que llevaba esperando por ellas mas de
diez minutos, ambas chicas iban tomadas de las manos tratando de infundirse
valor mutuamente cuando ambas bien sabían que era de lo que carecían completamente, ambas miraban con
aire ausente por la ventana cuando la voz dura y fría de la tía Abuela las saco
de su ensimismamiento.
-será mejor que cambien esa cara,
no quiero que se desencadene ninguna clase de rumor acerca de la familia,
entiendes Annie?
-si tía Abuela.-
Después de que ambas chicas
asintieran débilmente con la cabeza había aparecido en sus labios un amago de
una sonrisa vacio y carente de emoción.
Mientras tanto en el interior de
otro carruaje que también recorría las
calles de Londres a gran velocidad una mujer de edad madura miraba a una chica
de manera reprobatoria.
Cruzada de brazos miraba de
arriba a bajo una y otra vez a la chica que había frente a ella, por mas que
trataba de verla como su hija no podía, no veía ninguna parecido entre ellas,
como podía parecerle hija suya cuando esa chica no tenia ninguno de sus rasgos,
le era imposible quererla cuando cada vez que la miraba y hablaba con ella veía
en ella al hombre que mas odiaba, su padre, tenia los mismos ojos verde
aceituna, el mismo color de piel, el mismo cabello, era como una maldita copia
de el y por eso la rechazaba, porque cada cosa, cada gesto, todo en ella
incluso hasta la personalidad que había en ella era un maldito recordatorio del
hombre que una vez amo pero que nunca la amo a ella en cambio, siempre la
mantuvo lejos de su corazón y aun cuando dormía a su lado por las noches de sus
labios se escapaba el nombre de la mujer que mas odiaba en el mundo, una
americana, una estúpida y vulgar actriz a la cual el llamaba aun en sus sueños
mas profundos como Ely, su Ely, maldita sea la mujer y su estúpido hijo, odiaba
con todo su corazón al bastardo de Terry, no podía siquiera mirarlo porque el
era el recordatorio viviente de que el duque jamás la amaría como había amado a
la madre de este, lo odiaba con todo su ser por que sabia que el duque lo amaba
mientras que a sus hijos Henry y Frederick nunca los miraba como solía mirar al
bastardo de Terry, ahora no solo se conformaba con negarles el cariño a sus
hijos sino que además el duque pretendía legarle el titulo al bastardo de
Terry, pero estaba loco si creía que ella permitiría que despojara a sus hijos
de lo que realmente les pertenecía por derecho por ser Grandchester legítimos, eso
solo pasaría sobre su cadáver.
-hemos llegado my Lady.- la voz
del chofer la saco de su meditaciones.
Después de algunos minutos descendió
del carruaje esperando a que bajara Alison pero esta se negaba a bajar del
carruaje permaneciendo en un rincón del mismo.
Cansada y fastidiada de lidiar
con una chica por la cual no sentía más que rechazo, la amenazo para que
bajara.
-es mejor que bajes o te juro que
te arrepentirás Alison.
Viendo en sus ojos la amenaza que
sin lugar a dudas su madre cumpliría con movimientos un tanto temerosos bajo
del carruaje, una vez que estuvo en la
acera a lado de su madre, esta enredo su brazo con el suyo para después
clavarle las uñas en la parte interna del brazo.
-espero que te comportes a la
altura Alison, no estoy dispuesta a tolerar tu mal comportamiento nuevamente.-
le siseo su madre al oído mientras le hacía daño clavándole las uñas.
Enmascarando su dolor en una
mueca de frialdad, Alison había entrado al salón de te principal, en el que se reunían
las mujeres para cotillear.
En cuanto habían entrado en salón
de te la tía abuela las había dejado solas excusándose que debía verse con
alguien, aliviadas por la ausencia de la tía abuela habían empezado a deambular
por el salón con aire ausente hasta que salieron al jardín donde por fin
encontraron un lugar donde sentarse.
A la sombra de un frondoso árbol,
tratando de cubrir con la manga de su vestido las marcas que su madre le había
causado unos momentos antes pero le era casi imposible hacerlo al mismo tiempo
que trataba de parecer indiferente a las demás mujeres que pasaban a su lado
haciendo una ligera reverencia para después hablar de ella mientras ocultaban
su cuchicheos detrás de los abanicos, estaba segura de que era la comidilla de
las mujeres por su comportamiento de ayer, pero no le importaba, le había dado
al puerco de Weston su merecido, esta tan absorta tratando de ocultar sus
heridas que no se había dado cuenta que su madre la había dejado sola para
atender quien sabe que otro cotilleo con la esposa de un Barón, solo se percato
de su ausencia cuando levanto la vista para pedir un taza de te a uno de los
mozos cercanos, cuando el mozo se había retirado a cumplir su pedido, diviso en
una mesa cercana a dos chicas que conocía, sin pensárselo dos veces se levanto y se dirigió hacia ellas, estaba por
alcanzar la mesa en la que se encontraban cuando percibió la presencia de una
víbora pelirroja que se dirigía al mismo punto que ella, sin saber que mas hacer
se oculto detrás de un árbol.
¡Dios¡ de verdad que estaba
aburrida, estaba cansada y fastidiada de pasear por todo el salón de té para
solo oír los mismos cotilleos que aun no cesaban acerca de la boda de Candy y
Terry, estaba harta de oír la misma cosa una y otra vez, que si parecían la
pareja ideal, que si seria el evento del año, que si alguien seria capaz de
superar todo el lujo y esplendor de la boda, todo eso y cosas semejantes era lo
que se traían entre dientes las mujeres de alta sociedad, que solo eran
tonterías cosas sin importancia o quizás era que solo se ella se había
percatado que desde que Anthony había regresado ese matrimonio se había
convertido en una bomba de tiempo, tan tentadora que no podía esperar para ver
todo el revuelo que se armaría cuando “la feliz pareja” regresara, estaba
ansiosa por ver la reacción de Anthony y Candy cuando se encontraran frente a
frente, y ese seria su momento en que se vengaría de todos porque revelaría
cuanto sabia, de verdad que seria un cotilleo bastante jugoso del que se
hablaría por años, de solo pensar en la humillación que sufrirían los White, y
los Grandchester la hacia sonreír.
Si, se vengaría de cada uno de
ellos, se regodearía con ver el sufrimiento de Anthony al saber que perdió a su
amada Candy, que estúpido fue al haberse enamorado de la mosca muerta y mas
estúpido era por rechazarla a ella una y otra vez pero pronto le haría pagar
como también lo haría con el estúpido de Terry por haber mandado a la basura
todos sus esfuerzos y energías en tratar
de impedir ese matrimonio, lo haría arrepentirse de lo ciego y estúpido que era
al haber ignorado sus esfuerzos en tratar de abrirle los ojos, le había advertido
acerca de la mosca muerta que era Candy y que seguramente se casaba con el para
estafarlo y robarle su dinero pero era como si estuviera hechizado o idiotizado
por ella, nada de lo que le dijo lo había hecho cambiar de opinión y no
conforme con ignorarla la había humillado al rechazarla cuando le ofreció la
oportunidad de deshacerse de Candy, aun recordaba lo fácil que había sido
engañar a la mucama para poder escabuirse al apartamento de Terry, la noche
antes de su boda, había estado esperándolo la mayor parte de la noche, pero no
le importo porque estaba segura que la espera bien valdría la pena, se había
esmerado en llenar la habitación de un ambiente cargado de una energía sexual y
placeres prohibidos, había traído una botella de vino, encendió unas cuantas
velas y solo traía puesto el negligé rojo que le había regalado Henry para sus
encuentros furtivos, empezaba a quedarse dormida cuando por fin lo había
escuchado entrar, por lo que rápidamente había alborotado su cabello de manera
que caía sobre sus hombros y cubriendo parte de la cara, estaba tan segura que
se veía tan sensual y provocativa que simplemente Terry no podría resistirse a
ella incluso se había pasado la lengua por los labios con el fin de excitarlo pero
el muy estúpido solo la había mirado como si fuera un costal de papas para
después sacarla a la calle solo en ropa interior.
El solo recordar el incidente la
hacia rabiar (y echar espuma por la boca) pero ya encontraría la manera de
hacerle pagar a Terry lo estúpido que había sido, solo debía esperar a que
regresaran de “luna de miel” para vengarse tanto de el como de la estúpida de
Candy, porque a la huérfana, (solía llamarla así desde que sus padre había
muerto) nunca le perdonaría el haberle quitado a Terry, porque estaba segura
que si ella no hubiera aparecido ahora ella estaría casada con Terry y seria la
próxima duquesa de Granchester, no entendía que era lo que había visto el
estúpido de Terry en Candy, que no se dio cuenta que ella era mas bella, con
mejor linaje, mejor educada y sobre todo con muchas mas libras en el bolsillo,
pero no, el se había dejado engañar por esa mosca muerta, de solo recordar como
Candy le había arrebatado de las manos la oportunidad de ser la próxima duquesa
de Grandchester hacia que la boca se le llenara de veneno, perdón, de bilis,
pero pronto ambos se las pagarían, empezaba a abanicarse con más fuerza
tratando de reprimir la furia que todos estos recuerdos provocaban en ella,
esta por volver al salón cuando diviso en una mesa cercana a dos chicas que
bien servirían para iniciar su venganza contra Candy, se vengaría de ella
haciendo victima de sus ataques a la cobarde de Annie y Patty, ellas pagarían por
Candy porque sabia que estas eran el principal punto débil de la huérfana y lo explotaría
la máximo para causarle el mayor daño posible.
-¡vaya, vaya pero si miren a
quien tenemos aquí¡ nada mas y nada menos a que a la hermanita de la
estafadora.
-¡Eliza!- Annie y Patty
palidecieron al percatarse de la presencia de eliza.
Eliza sonrió de manera maliciosa
al percatarse el estremecimiento que recorrió el cuerpo de ambas chicas
mientras la veían aterrorizadas.
Eliza examino con sumo cuidado la
ropa que llevaba annie mientras que la chica que era objeto de su escrutinio se
sentía tan cohibida como si estuviera desnuda.
-por lo que veo tu familia no a
perdido el tiempo en ponerle las manos a la fortuna de los Grandchester, solo
me basta con ver lo que traes puesto para confirmar lo que ya sabia, son unas
falsa, unas interesadas.
Annie y Patty miraban atónitas a
Eliza, no sabían como defenderse de sus ataques, lo único que podían hacer era
sostener sus manos mutuamente mientras que por dentro de ellas todo se
derrumbaba.
-y pensar que el pobre de Anthony
sufrió por la mosca muerta de tu hermana cuando a ustedes no les interesa en lo
mas mínimo los sentimientos de las personas, son unas arribistas.
Eliza al contemplar como los ojos
de las chicas se llenan de lagrimas, había seguido con su diatriba con el solo
fin de hacerles daño y según parecía lo había logrado pues veía que con mucha
dificultad como ambas chicas contenían los sollozos.
-y pensar en lo que le espera al
pobre de Archie a tu lado, mira que el de verdad piensa que lo quieres esta tan
ciego que no ve que eres tan falsa como Candy y que de la misma manera en la
que ella engaño a Anthony y Terry, tú haces lo mismo con él, solo para poder poner
tus garras en su fort…….
Annie no había podido seguir
conteniendo los sollozos mientras que las agudas y afiladas palabras de Eliza
la herían en lo mas hondo de su ser se
había levantado para después tratar de salir corriendo, mientras sentía como
por sus ojos se derramaban las lagrimas que fluían desde lo hondo de su
corazón.
En su intento por huir no había
llegado muy lejos ya que a unos pasos de
la mesa en la que se encontraba sentada tropezó con el cuerpo de otra persona
que sin querer había imposibilitado su escape, temerosa de encontrarse con la
tía abuela levanto los ojos lentamente, pero sus ojos se encontraron con unos
ojos verde aceituna que la miraban con asombro y compasión a la vez.
Reconociendo que era una cara
amiga Annie se había echado a llorar en brazos de Alison.
Eliza observaba con una sonrisa
maliciosa en el rostro como Alison sostenía en sus brazos a la cobarde de Annie
mientras le dirigía una mirada llena de rencor, estaba a la espera de que la
chica saliera a la defensa de sus anteriores victimas, conocía de sobra que la
chica tenía una férrea determinación para defender las causas perdidas y esas
chicas eran una causa perdida, solo esperaba que Alison abriera la boca para arremeter
contra ella también porque ya en su afilada lengua ya se alojaban las palabras
para humillarla, tenia tanto de donde escoger gracias a su comportamiento
impulsivo y descabellado de las últimas semanas que fácilmente podría hacerle
daño, estaba ansiosa por verla fallar en su intento de ayudar y aun mas que eso
esta deseosa derramar mas de su veneno sobre los demás y así mataría a dos pájaros
de un tiro.
Mientras sostenía en sus brazos a
una conmocionada y abatida Annie, Alison trataba de no dejarse llevar por las
miradas provocativas y retadoras de eliza, estaba por perder los estribos y
responder a Eliza cuando reconoció la silueta de dos mujeres que se acercaban
hacia ellas, una de ellas era su madre por lo que la sangre en sus venas se
congelo, mientras que la otra mujer que se acercaba con su madre era la señora
Elroy y conociendo que esta ultima era igual de intransigente que su madre con
los buenos modales y protocolos de alta sociedad, centro toda su atención en
tratar de hacer que Annie recobrara la compostura para evitar que la señora
Elroy la retara.
-vamos Annie, Calma.
-no seas llorona, vamos sonríe.
Alison le hablaba dulcemente al
oído a Annie mientras que masajeaba suavemente su espalda.
Aunque Alison había hecho un gran
trabajo consolando a Annie no fue tan eficaz y rápido como lo fue el tono
impersonal y la voz fría que uso la señora Elroy para llamar la atención de
Annie en el momento en que la vio sollozando entre sus brazos, la llamada de
atención había sido tan enérgica y dura que de hecho hizo que ambas se
irguieran y recobraran la compostura en un santiamén.
-¡Annie compórtate como la
señorita de alta sociedad que eres!
-¡tía Abuela!.... este yo…. lo
siento…- dijo mientras trataba de limpiar de su rostro las lagrimas que había
derramado.
-es una vergüenza que te
comportes de esta manera, que ha de pensar la damas de alta sociedad como la
duquesa y lady Eliza de la educación que has recibido al verte comportando de
esta manera.
-ohh no se preocupe señora Elroy,
conociendo la gran dama que usted es estoy segura que annie ha Recibido la
mejor educación, es solo que extraña tanto a su querida Hermana, no es cierto
Annie?.-
Annie solo asintió tímidamente
mientras que Alison no podía creer lo astuta que podía ser Eliza, de no ser por
que su madre estaba a su lado le gustaría enseñarle el derechazo que Terry le
enseño para defenderse de sus hermanos.
Eliza sabia perfectamente
mantener su fachada de dama intachable enfrente de quien en verdad importaba,
por eso sonreía y era toda sofisticación y buenos modales ante la duquesa y la
señora Elroy, por que para su venganza necesitaba la ayuda inconsciente de la
duquesa y por lo cual era necesario seguir siendo la perfecta dama que todo el
mundo creía que era, cuando solo un puñado de hombres podían saber lo salvaje y
atrevida que podía ser en la intimidad.
cuando había decidido vengarse se
había estrujado los sesos una y otra vez para concebir la mejor manera de conseguir
su objetivo el cual era, ser la próxima duquesa de Grandchester y claro no
estaba mal si además en el trayecto le hacia daño a la infeliz de Candy,
después de mucho pensarlo había llegado a una solución, por lo que rápidamente
ideo un plan perfecto que además de ser simple, era la forma mas rápida de
cumplir su objetivo, de hecho era tan simple que era aprueba de errores y claro
que no tendría fallas, si era ella quien lo llevaba a cabo, incluso su plan era
tan sencillo que se podía resumir en un solo nombre, el de Henry Grandchester,
el cual a diferencia de Terry había caído en su telaraña, perdón, en su cama,
de la cual no pensaba dejarlo salir en un tiempo hasta que lograra su cometido.
con una mirada y una sonrisa
planeada para engañar tenia comiendo de su mano a la duquesa, esta mujer era
parte esencial en su plan para ser la próxima duquesa, de hecho debía esperar a
que la mujer hiciera por ella todo el trabajo, porque estaba mas que segura que
la madre del chico lucharía con uñas y dientes para que su adorado Henry fuera
el próximo duque de Grandchester, así que solo debía mantenerlo en su cama y
que mejor manera de asegurarse de que sus planes salieran como ella quería que
con un hijo y esa seria lo que daría el toque
a su venganza contra Terry y Candy, les quitaría todo y si por ella
fuera les quitaría hasta el apellido.
Las chicas observaban con asombro
como se regodeaba Eliza en su propio veneno, Eliza era como un camaleón cuando
en principio de su boca solo salían palabras tan afiladas y llenas de veneno
mortífero se había transformado en el ser mas hipócrita y falso que ellas
conocían, Eliza era todo candor y elegancia mientras le hacia la corte a la Tía
abuela y a la Duquesa.
Después de unos minutos en los
que se había dedicado a sonreír como una boba y hablar de cosas que francamente
no le interesaban, cerca de la puerta pudo vislumbrar la presencia de la chica
la cual había acompañado a este lugar, por lo que ya era hora de despedirse
para reunirse con ella y cerciorarse que hubiera conseguido la cantidad que le había
pedido a cambio de su silencio, por lo que ansiosa de ponerle las manos a ese
dinero se había despedido de la duquesa y la señora Elroy excusándose de que
debía ver a la modista para después salir caminando del jardín tan inocente
como una paloma y con la elegancia de una reina.
Su encuentro con la señora Elroy
no había sido nada fácil, la anciana era dura y agresiva, le había costado
demasiado trabajo mantener sus emociones bajo control, ya que cada vez que la
anciana se negaba a su petición, diciendo que no le daría un céntimo mas y que
ya pagado lo que habían acordado por sus servicios, cada una de las negativas
de la señora Elroy la ponía mas ansiosa y desesperada que creía que le seria
mas fáci si la tomaba del cuello y la
asfixiaba hasta que accediera a darle las dos mil libras que le pedía, por
suerte las amenazas de revelar a sus sobrinos que había sido contratada por
ella para que engañara a Candy, habían surtido efecto ya que después de
discutir un poco mas había logrado que la señora Elroy accediera a su petición,
no sin antes advertirle que seria lo último que recibiría de ella y si volvía a
amenazarla con revelar su secreto, la haría arrepentirse hasta de haber nacido.
-lo conseguiste?
La voz chillona y burlona de Eliza
la había sacado de sus recuerdos, sin ánimos de hablar con ella solo asintió
con la cabeza para después volverse y dirigirse hacia la salida en compañía de
aquella chica pelirroja que decía ser su amiga.
Una vez dentro del carruaje de
los Leagan.
-y bien donde esta, Luisa?
Sin atreverse a mirarla
directamente a los ojos, por que bien sabia que no le gustaría nada su
respuesta a su supuesta amiga, por lo había preferido pasar por alto su
pregunta mientras miraba detenidamente por la ventana como si hubiera algo
extraordinario en la calle, como quisiera que el ruido de los cascos de los
caballos fuera tan alto como para ahogar la voz chillona y demandante de Eliza.
-no te hagas la tonta Luisa,
donde esta mi dinero?
Cerro los ojos un momentos para
intentar ocultarse de esos ojos color ámbar que parecían ser los de una
serpiente despiadada que estaba al acecho de su victima esperando que esta se
descuidara para lanzarse al ataque, y sabia por experiencia propia que así era
Eliza, solo se había descuidado un poco pero eso había bastado para que Eliza
descubriera su secreto.
Su vida se había colapsado unos
años atrás cuando aun estaba en el colegio San Pablo, el cual había tenido que
dejar cuando su padre se había quedado en la ruina, lo habían perdido todo
salvo la casa en que aun vivía con su madre en las afueras de la ciudad, después
del fracaso su padre se había hundido en el alcohol y en la desesperación de
ver como los acreedores empezaban a formar cola en su puerta para llevarse
cuanta cosa de valor habían en la casa, habían perdido las joyas de la familia,
la vajilla de plata, cuadros antiguos y algunas cosas mas, después de eso su
padre no resistió mas y se suicido en su propio despacho dándose un tiro en la
cabeza, después de eso su madre había enloquecido por la pena o la decepción,
no sabía cuál pero la verdad no le interesaba saber, solo deseaba que nadie se
enterara que su madre estaba loca, porque si ya era una mujer sin posición, sin
futuro y con una reputación en entre dicho, lo cual ya era lo suficiente malo
como para sumarle a la mezcla una madre loca y perturbada, hasta ahora se había
encargado de mantener en su madre encerrada y alejada de todas las personas,
para lo cual había despedido a todos los sirvientes, solo se había mantenido
con ella su vieja nana, Tina, que aun sabiendo que estaban en la ruina se había
quedado a lado de su madre, hasta hace unos días nadie sabia de su pequeño
secreto, siempre había sido muy cuidadosa y precavida para que nadie se
enterara, pero esa noche Eliza había irrumpido sin avisar en su casa, su madre
que ya vivía en un estado de locura constante se había alterado aun mas al
descubrir la presencia de alguien extraño en su casa, por lo que Eliza había
descubierto su secreto, creyendo ciegamente que como era su amiga, Eliza se compadecería
de ella y guardaría su secreto pero grande fue su sorpresa cuando la había
mirado con repulsión y burla para después sutilmente sugerirle las mismas
palabras que le decía en estos momentos.
-seria una pena que se corriera
el rumor del estado deplorable en el que se encuentra tu madre, no lo crees Luisa?
Y al igual que en aquel momento
se le había hecho un nudo en la garganta
y el estomago se le había revuelto de tan solo pensar que seria de ella si la
gente se enteraba, si ya era poco lo que tenia, seguramente lo perdería todo,
incluso hasta la esperanza o peor aun quedaría loca como su madre y seguramente
se vería obligada a mendigar por las calles vistiendo harapos, sus únicas
amigas serian las ratas, bueno su cambio de amistades no sufrirían mucho
cambio.
Mientras ella se quedaba
paralizada por el miedo que esa idea le generaba, Eliza satisfecha de ver el
miedo en su ojos, no había perdido tiempo ya que seguía con su discurso,
hablándole de las terribles cosas que la esperaban si llegaba a saberse su
secreto, Eliza la miraba con una endemoniada sonrisa en sus labios, mientras
ella trataba de contener el escalofrió que recorrió su cuerpo al toparse con
esos ojos de serpiente, pero el escalofrió no ceso porque sabia que lo que
diría a continuación no le agradaría a Eliza, quien no cesaba de preguntar por
su dinero por enésima vez.
-donde esta mi dinero, Luisa?
Después de resoplar para sus
adentros contesto.
-lo tendré mañana en la mañana.
El disgusto de Eliza se hizo
patente por la expresión crispada que tenía en el rostro, con los ojos
entrecerrados su voz chillona penetro en los oídos del cochero.
-perdón, que dice señorita?
-que se detenga ahora mismo.
-pero estamos…
-pero nada, he dicho que se
detenga.
-esta bien señorita.
Pese a los reparos del cochero el
carruaje se había detenido en media calle.
-lo siento querida pero acabo de
recordar que debo ver a la modista así que no podre acercarte mas a tu casa.-
le dijo Eliza con una sonrisa fingida a duras penas.
Sabiendo que Eliza había
improvisado en el ultimo momento solo asintió con la cabeza, conocía el
temperamento de Eliza y sabia que era mejor no provocarla a menos que uno
estuviera en condición para luchar con
ella y ella en estos momentos no lo estaba por lo que descendió del carruaje no
sin antes escuchar la aguda voz de Eliza a sus espaldas.
-te veré mañana al medio día,
querida.
Ni siquiera tuvo tiempo para
volverse y responderle, cuando el carruaje ya se estaba alejando, resignada levanto
la vista para ver en donde se encontraba para saber que dirección tomar para
llegar a su casa.
A su alrededor había varios
establecimientos de baja categoría, se encontraba un teatro de quinta y varias
tabernas de mala muerte donde no solo se venían licor a los hombres de mas baja
categoría de la ciudad sino que además se proveía de los placeres mas carnales
y bajos que cualquier hombre pudiera pagar, de solo contemplar el lugar en el
que se encontraba hacia que su expresión se tornara angustiosa, desesperada por salir de ahí había forzado a
su cuerpo y su mente reaccionar con la rapidez que necesitaba para escabuirse
de ahí, con pasos cortos pero constantes comenzó a caminar por el borde de la
acera lo mas rápido posible, estaba esperanzada con salir de aquella zona sin
toparse con algún vagabundo o rufián, de hecho estaba por lograrlo cuando la
risa estruendosa de una mujer llamo su
atención.
Era una mujer que llevaba casi al
descubierto ambos pechos, solo estaban cubiertos por una delicada gasa que
estaba tan gastada que era como si no llevara nada ya que aun en la distancia
podía ver claramente la forma y tamaño
de sus seños, la mujer reía a carcajada abierta mientras que ella despojaba de
sus pertenencias a un chico moreno, que era sostenido de los hombros por el
tabernero y otro hombre.
-Pobre idiota es la tercera vez
que lo robamos en la semana.- dijo el tabernero.
-es su culpa por estar tan borracho.
Dijo el otro hombre mientras se reía de su victima
-esta tan borracho que ni
siquiera logra tocarme, es una pena pues bien parecido.- dijo la mujer mientras
lo veía de arriba abajo con una mirada lasciva.
-Bahh, eso no importa, lo que
importa es que siempre viene solo y con demasiadas libras en el bolsillo.- contesto
el tabernero haciendo gesto de fastidio ante el comentario de la mujer.
no sabia porque pero de alguna
manera algo en ese chico se le hacia familiar y ese sentimiento la mantenía ahí
inmóvil contemplando la escena en silencio, había sido testigo de que lo habían
despojado de todo cuanto el chico llevaba en los bolsillos para después dejarlo
tirado en la avenida, después de que sus asaltantes se perdieran de vista
regresando a la taberna llamada “el gato negro”, había caminado hacia el, era
como si la imagen del chico tirado en la acera la llamara, la atraía a él como
un imán y a ella le era imposible
resistirse.
Cuando estuvo lo suficientemente
cerca pudo reconocer al chico que yacía inconsciente a unos pasos de ella, con
asombro se llevo la mano a la boca para cubrir su expresión de asombro y
desconcierto.
-ohh por dios es Neal
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Lakewood algunos días atrás
Que haría ahora? Era la pregunta
que se repetía una y otra vez en su mente mientras paseaba de un lado a otro en
la estrecha habitación, se encontraba al borde de la desesperación, hace unos
días atrás todo había cambiado de manera tan abrupta que aun le costaba trabajo
reconocer que el bulto que yacía en la cama era su preciosa hija, como era que
habían llegado a esto, no podía creerlo y mucho menos podía explicárselo, solo
sabia que algo había pasado para que Susana hubiera entrado de manera tan intempestiva
y violenta por esa puerta hace unos días
atrás, aun podía escuchar sus gritos y sollozos cuando entro corriendo a la
habitación hecha una magdalena, llorando y gritando con tanta desesperación que
había pensado que tal vez se encontraba herida
de verdad, había tratado de hacer volver en si pero ella solo gimoteaba y
gritaba.
-¡no Terry no!
Susana se había echado a llorar
en su regazo, sin poder hacer algo mas por su hija solo la contuvo entre sus
brazos mientras ella lloraba incesantemente, aunque no era la primera vez que
la veía hacer una pataleta como esta nunca la había visto llorar con tanta
desesperación y dolor, cada gemido que se escapaba de la garganta de Susana era
tan desgarrador para ella que era como si un cuchillo le desgarrara las
entrañas una y otra vez, Susana lloraba con tanto sentimiento con tanta desesperación
que se podría decir que era como si tuviera el corazón roto, había intentado
calmarla y darle consuelo pero le había sido imposible hacerlo, sobre todo
cuando desconocía que era lo que había causado tanto dolor a su hija, había
tratado de preguntarle que era lo que había pasado pero Susana solo lloraba y
sollozaba aun mas fuerte mientras de sus labios se escapaban palabras
entrecortadas que era difíciles de entender y la mayoría de ellas no tenían
ninguna coherencia, lo único que había podido entender entre sollozos era.
-Terry, Terry.
Después de varias horas en las
solo pudo limitarse a sostener a su hijas entre sus brazos mientras ambas
lloraban amargamente, no supo en que momento ella también había comenzado a
llorar pero después de que Susana vaciara
todas sus lagrimas en su regazo por fin se había quedado dormida, si hubiera
sabido que desde ese día no saldría más de la cama, no le hubiera permitido
dormir, porque Susana se había internado en un mundo en el cual ella no tenia
acceso, el cual era su mente, Susana había buscado refugio en su propia soledad
en donde se dejaba envolver por las sabanas para llorar su desdicha.
Desde ese día había tratado de
consolar a su hija pero esta era inmune a cualquiera de sus intentos ya que se
quedaba ahí tirada y con la mirada perdida, mientras que ella podía estar
hablándole al aire durante horas, estaba desesperada, ya no sabia como lidiar
con Susana y menos sabia que hacer para sacar a su hija del estado aflictivo en
el que se encontraba, ya lo había intentado todo, pero nada había funcionado,
había intentado ser una madre comprensiva, pensando que con el paso de los días
Susana recuperaría la energía que siempre la había caracterizado pero en vez de
eso, se había convertido en un esbozo de la chica hermosa y radiante que solía
ser, su piel se había vuelto tan pálida que había adquirido cierta traslucidez,
el rubor que solía cubrir sus mejillas se había evaporado, los bellos ojos
azules que alguna vez habían sido tan claros como el cielo se encontraban
vidriosos y ocultos por un halo color
malva, su cabello había perdido todo su brillo, estaba en tan mal estado que su
cabello parecía una madeja de hilo dorado vieja y deshilachada, lentamente dejo
escapar el aire que contenía en su pecho pero el hacerlo era tan doloroso,
porque sentía que en cada suspiro se le escapa la esperanza de que Susana se
recuperara algún día.
Sin saber que mas hacer había
tratado de averiguar que era lo que le había pasado a Susana, no estaba segura
de que era lo que había pasado pero de lo único que estaba segura era que tenia
que ver con el señor Terrance, cada día le daba vueltas la cabeza tratando de
encontrar la causa de lo que había puesto a su hija así, tenía ideas tan descabelladas
que iban desde que Susana se le había declarado al señor y este la había rechazado
hasta ideas tan oscuras y violentas como que “su amado Terry” se había
aprovechado de la nobleza de su hija al saber que lo amaba (nobleza esa jajá no
me hagan reir, opps perdón me deje llevar) no estando conforme con ninguna de
las ideas que se le venían a la mente y puesto que Susana no esta dispuesta a
nada realmente mas que a llorar, había aceptado a rebajarse a escuchar a los
demás sirvientes pues alguno de ellos tal vez supiera algo.
Y sus esfuerzos por prestar
atención en donde no era requerida por fin había rendido frutos pues un día en
el que hacia sus labores en la cocina de manera tan sigilosa que nadie había
notado su presencia, había escuchado a Marie y Beth hablar acerca de sus
patrones, cosa que no era raro ya que eso era lo mas común entre la
servidumbre, pero hasta ahora solo había escuchado cosas no le servían para
nada.
-que ambiente tan diferente se
respira ahora que los señores se han reconciliado no crees Beth?
-ahh si, por fin después de mucho
tiempo se respira amor en cada uno de los rincones de esta casa.- dijo la chica
soltando un suspiro
-es una alegría que por fin vivan
su amor plenamente, mira que yo siempre he sabido que el señor Terry amaba a la
señora Candy pero ahora no me cabe la menor duda de que se aman, me pregunto
que es lo que habrá cambiado.
-¡Marie es que no te imaginas que
es lo que cambio o mejor dicho lo que paso entre ellos!
-no, dime que es lo que paso.
-pues que otra cosa va ser, por
fin consumaron su matrimonio.
La respuesta de la chica había
sido tan fresca que había causado que la cocinera se había quedado atónita
mientras que el cuchillo resbalaba entre sus manos.
-vamos Marie no mires así, ya no
soy una cría, además de que tengo información de primera mano.
-que quieres decir con eso de
información de primera mano, Chiquilla?
Beth torció el gesto cuando Marie
la llamo chiquilla pues ya no se consideraba una niña a sus dieciséis años.
-pues…. por que yo misma lo
comprobé con mis ojos.- dijo un tanto nerviosa mientras que un repentino rubor
la cubría de pies a cabeza.
-que estas diciendo muchacha? explícate.-
dijo Marie mirando a la chica con gesto duro.
-fue un accidente, te lo juro que
fue un accidente, no era mi intensión….
-ya vamos Beth habla de una vez.
-pues hace unos días entre sin
tocar a la habitación del señor Terry para recoger la ropa sucia, es que yo pensé
que Ruth ya estaba ahí porque vi a Susana salir corriendo de la habitación, así
que entre sin pedir permiso ahí estaban ambos abrazados y desnudos en la cama.
-muchacha sin vergüenza.
-Marie vamos no me retes ya te
dije fue un accidente, además no fui la única, Susana también los vio.
-ahora que lo dices no la he
visto en días, tal vez este demasiado avergonzada para venir a trabajar, como
deberías estarlo tu Beth.
-claro que estoy avergonzada pero
sencillamente no puedo estarlo por mucho tiempo, me entenderías si hubieras
visto lo que yo vi, Marie, solo voy a decirte que el señor terrance es todo un
adonis.
-te vas a meter en un buen lio
muchacha si Ruth se entera o si no es que ya lo sabe.
-espero que no porque seguramente
me despedirían después de retarme, así que guárdame el secreto Marie por favor
solo por esta ocasión, no volverá a pasar te lo juro.
-solo por esta ocasión Beth y
solo porque se que Ruth es muy leal y discreta en los asuntos de los señores.
Gina Marlow salió de la cocina
dejando a ambas mujeres hablando mientras ella lograba escabuirse sigilosamente,
nunca se imagino que algo así era lo había causado a Susana tanto dolor, si lo veía desde su perspectiva era algo
tonto, ilógico, era de esperarse que algo así pasara entre dos personas que se
encontraban casados, pero ver aquella situación desde los ojos de una jovencita
enamorada, era sin duda una experiencia dolorosa y devastadora, no podía
comprender a cabalidad el dolor de Susana ya que ella nunca se había enamorado,
pensando en como consolar a su hija, en completo silencio camino hasta a su
habitación y como era de esperarse nada había cambiado desde que había salido
esta mañana, Susana aun estaba en la cama con la expresión de un zombi,
lentamente camino hasta la cama para sentarse a su lado para hablarle un poco.
-Vamos susy, eres más fuerte que
esto, no te desanimes susy, olvídate de el señor terrance y dejemos todo atrás,
ya verás que en la ciudad encontraras a otro hombre, el señor terrance no es
único hombre en la tierra.
Cada una de las palabras de su
madre taladraron sus oídos haciéndola levantarse de golpe de la cama, cada
palabra fue como una latigazo que infundio energía a su cuerpo que la despertó
del largo letargo en el que se había sumergido desde hace unos días, aunque
todo su cuerpo protesto eso no impidió que cada uno de los músculos de su
cuerpo se le tensara como si se tratara de una bestia a punto de lanzarse al
ataque, con los ojos desorbitados y oscurecidos por el coraje y la furia que
sentía en su interior arremetió contra su madre.
-¡no cállate!, ¡no me marchare
nunca!, tu no entiendes, no hay nadie como Terry, Terry es perfecto para mí, yo
lo amo, no puedo olvidarme de él.
Su madre sonrió al ver reaccionar
a Susana, en verdad no pensaban marcharse, no aun, eso lo haría después de
conseguir unos miles de libras, siempre había sabido que Susana estaba enamorada
del señor terrance, solo le había bastado ver la expresión de Susana cada vez
que lo miraba.
-si en verdad lo amas, levántate
de esta cama y busca la manera de conseguir lo que quieres Susana.
-pero él no me ama madre, el….. El…..
Se revuelca con la estúpida de Candy.-
Los ojos de Gusana se habían
llenado de lagrimas y sus voz se quebraba a medida que confesaba a su madre lo
que le había partido el corazón.
-susy, eso no tiene importancia,
no te deberías dejar vencer tan fácil, el hecho que ellos tengan intimidad no
quiere decir que se amen, para los hombres tener sexo es como una necesidad y
ella tiene la obligación de complacerlo así que no te preocupes no todo está
perdido.
Aunque las palabras de su madre
le daban esperanza, no podía evitar sentir cierta repulsión por todos los
hombres, porque para ella el entregarse a alguien era un voto de confianza y
amor.
Con una renovada energía salió
de la cama y se dirigió al baño para
tomar un largo baño, después de que su cuerpo estuvo sumergido en el agua
caliente salió de la bañera para enfundarse en su fastidioso vestido de
sirvienta color azul, se aliso la maraña en la que se había convertido su
cabello, se puso un poco de carmín para darle color a sus mejillas, con paso
firme salió de la habitación decidida a encontrar la forma de tomar lo que
deseaba.
Decidió que tomar un poco de sol
le haría bien a su pálida piel, por lo
que se encamino al portal de las rosas ya que ahí era donde se podía disfrutar
mejor del sol así como del fragante aroma de las rosas.
Caminaba con pasos distraídos por
el rosedal cuando una voz grave le sobre salto el corazón.
-Que te bajes ¡ahora!
Deseosa por saber quién era y que
era lo que sucedía se oculto entre los rosales, sus ojos se abrieron
desmesuradamente cuando vio que se trataba de Terry y la odiosa de Candy, al
parecer Terry estaba molesto por algo, se lo decía la postura tensa de su
cuerpo y la mirada gélida que tenia, en total silencio siguió observando la
escena, vio como con cierta torpeza Candy descendía del caballo, y la muy
estúpida casi se cae del caballo, si no hubiera sido por la agilidad de Terry
se hubiera dado de bruces contra el suelo.
en el momento en que Terry sujeto
a Candy vio como algo en sus ojos
cambiaba, su mirada gélida se había esfumado y a hora la miraba con dolor, con desesperación
y algo más, pero la expresión de Terry había vuelto a endurecerse tan rápido
que pensó que seguramente era producto de
su mente cansada por las horas desvelo y
poco alimento que había pasado, observo como aun desde la distancia podía ver
las lagrimas correr por el rostro de Candy mientras Terry espoleaba al caballo
para salir a todo galope, ella misma había contenido el aliento mientras lo
veía salir por el portal, estaba a punto de salir de su escondite y salir
corriendo detrás del como exactamente lo hacia Candy en este momento, Candy corría
detrás de una nube de polvo mientras lo llamaba a gritos.
Si las palabras de su madre le
habían dado el impulso para luchar por lo que quería, lo que acaba de ver la
había resuelto más que nunca a luchar por lo que deseaba además de que le había
proporcionado una esperanza de conseguir a Terry.
Continuara.
Próximo capítulo esqueletos al
descubierto.
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