un amor inesperado
Capitulo 33. Esqueletos al descubierto. Parte 1
-¡oh por dios que había hecho!
Eran
las palabras que se hacían eco en su cabeza una y otra vez como si se
tratara de una roca que es arrojada a un estanque y que aun después de
haber caído al agua forma una serie de ondas en la superficie; sin ser
consciente de las acciones de su cuerpo, se había llevado las manos a la
boca para contener el grito que se alojaba en su garganta, el
percatarse del error que había cometido todo su ser se había paralizado
dejándola con las defensas por los suelos por lo que el miedo fácilmente
inundo todo su cuerpo, el miedo había colapsado sus pulmones por lo que
difícilmente podía respirar, su cuerpo mismo se sentía pesado, rígido y
duro como si fuera de plomo.
No podía moverse por el miedo, si,
tenía miedo, tenia tanto miedo tanto que en verdad le dolía hasta
respirar, tenía miedo de tantas cosas, temía haber causado una herida
irreparable a la persona que amaba, temía haber echado a perder lo que
tenían, temía que por su culpa su felicidad solo hubiera durado tan poco
pero más que nada tenía un miedo atroz y paralizante a perder a Terry y
este era el sentimiento que tenia aprisionado su cuerpo y mente, el
miedo le impedía moverse en el momento en el que más lo necesitaba, era
como si alguien la hubiera atado con gruesas sogas durante mucho tiempo
porque ahora todos sus músculos se encontraban entumecidos, se negaban a
responder, era como si su propio cuerpo deseara castigarla por su
estupidez, solo sus ojos parecían reaccionar ya que seguían cada
movimiento de Terry mientras que de manera silenciosa comenzaban a
derramar lagrimas que pronto le nublaron la visión.
No supo cuanto
tiempo estuvo en ese estado, pero al parecer por fin su cuerpo empezaba
a responder, cuando de sus labios salió un susurro tan suave y bajo qué
bien se pensaría que nadie podría oírlo porque sería como dejar caer un
alfiler en medio de un salón de fiesta.
-Terry
Pero al parecer no había sido tan bajo ya que Terry le respondió.
-Ya es tarde es mejor que volvamos a casa.
Cuando
Terry lo había dicho estaba de espaldas a ella, aunque él ni siquiera
se había girado a mirarla, podía saber por la postura rígida y tensa de
su cuerpo, que la expresión de rostro era tan dura y férrea como la roca
además de que el tono de su voz había sido tan gélido y duro como el
trueno que irrumpe en una noche oscura y silenciosa, las palabras de
Terry era tan frías y afiladas que eran como certeros cuchillos que la
herían en lo más profundo de su ser, justo ahí en medio de su pecho.
Sin
siquiera esperar una respuesta de ella, Terry había seguido su camino
hasta donde se encontraba el caballo que ya se encontraba preparado para
partir, solo esperaba por ellos.
Como un autómata Terry la había
ayudado a subir al caballo para después montar detrás de ella pero todo
lo había hecho procurando el mínimo contacto con ella, todo el trayecto
lo habían hecho a gran velocidad y en silencio durante todo el camino.
Podía
sentir la respiración agitada de Terry en su cuello y podía sentirlo
detrás suyo cada vez que sus cuerpos se rozaban suavemente por el
movimiento del caballo pero sin embargo lo sentía tan lejos de ella que
era como si estuviera sola y había otros momentos que podía sentirlo tan
cerca que podía palpar la furia y el dolor que recorría el cuerpo de
Terry mientras corrían a gran velocidad los caminos para volver a casa
lo más rápido posible.
La distancia que se había planteado frente a
ellos en tan solo unos minutos, era como un muro inmenso de dos metros,
que solo servía para recordarle que había herido a Terry y ahora él se
negaba a estar cerca de ella, era como si ahora le repugnara tocarla o
solo mirarla, aquella distancia entre ellos la hería tan profundo y era
tan doloroso que era como si le hubieran arrancado un trozo de su
corazón a mordidas, era tanto su dolor que le impedía ver la manera de
cómo actuar o saber qué hacer para tratar de remediarlo, lo único que
ahora podía hacer era sentir un escozor que cubría sus mejillas a causa
de las lagrimas que se derramaban por su rostro.
-¡Bájate!
La
dura voz de Terry la había tomado por sorpresa cuando llegaron a la
entrada del portal de las rosas, el tono de Terry había sido tan duro y
cargado de furia que la había imposibilitado moverse.
-que te bajes ¡Ahora!-
Terry
luchaba por contener toda la furia y dolor que fluía en su cuerpo como
si se tratara de fuego ardiendo, había luchado contra sus impulsos para
no arremeter contra Candy, porque todo cuanto fluía en su cuerpo en
estos momentos lo instaban a tomarla por los hombros y sacudirla hasta
hacerle daño, deseaba causarle tanto dolor como el que ahora ahogaba los
latidos de su corazón, aunque estaba dolido y furioso algo le había
impedido arremeter contra ella porque aun en medio de tanto dolor algo
le decía que si respondía conforme a sus impulsos rompería de manera
irreparable lo que había entre ellos y aunque ahora estuviera dolido
sabia que causarle daño no era lo que en verdad deseaba y sabia que si
lo hacia se arrepentiría el resto de su vida, ahora solo esperaba que
ella fuera inteligente y bajara del caballo porque no sabía lo que haría
si seguía cerca de ella,
No sabía porque pero algo en el grito de
Terry le decía que era una aviso y que era mejor que bajara de una vez,
poco a poco había forzado a su cuerpo a moverse para descender del
caballo, esta por lograrlo cuando su pie resbalo del estribo, con mucho
esfuerzo había logrado contener el grito que luchaba por salir en su
garganta cuando creyó que caería, pero Terry en un rápido movimiento
había logrado sujetarla, de manera que por unos segundos sus rostros
estuvieron a escasos centímetros, instante en el que sus ojos se
cruzaron por un momento tan fugaz, pero que sin embargo había sido
tiempo suficiente para que el corazón se le petrificara.
Esos
zafiros que en tan poco tiempo se habían convertido en la luz de su
vida, ahora se encontraban empañados por el dolor y la ira, sentimientos
que apenas eran enmascarados por una mueca de frialdad, esos ojos que
momentos antes con una sola mirada calentaba su piel y aceleraba los
latidos de su corazón, ahora parecían haberse convertido en dos bloques
de hielo que lucían duros e impenetrables como lo eran el resto de su
facciones en este momento, su mirada era tan gélida y tan vacía que era
como si estuviera grabada en granito.
En cuanto se encontró
estable sobre sus dos pies en la entrada del portal, había intentado
llamarlo pero Terry había acallado su llamados espoleando al caballo con
fuerza para después salir a todo galope, sin saber que mas hacer para
detenerlo había salido corriendo detrás del caballo llamándolo,
pidiéndole volver, pero le había sido imposible darle alcance ya que el
caballo se había perdido de vista solo dejando una gran estela de polvo y
rastros de un corazón herido a sus espaldas.
Había corrido y lo
había llamado con todas sus fuerzas pero no había dado resultado por lo
que desconsolada y derrotada se había dejado caer de rodillas en medio
del camino con la garganta al rojo vivo y las lagrimas nublando su
visión, mientras lo llamaba con todas las fuerzas de ser, una y otra
vez.
-¡Terry! ¡Terry! ¡TTTEEERRRYYY VVVUUUEEELLLVVVEEE!
No
supo cuanto tiempo estuvo en medio del camino, pero tampoco fue
consciente de quien la había ayudado a entrar en la casa y volver a su
habitación, lugar en el que se encontraba ahora, estaba al pie de la
cama llorando y llamando a Terry, hasta que una mano se poso en su
hombro y la voz de una mujer que se encontraba a sus espaldas le hablaba
suavemente, mientras que le ofrecía un taza de té.
-Calma señora Candy, ya no llore más.
-ohh Ruth…. soy una…. estúpida.-
Se
había girado y se había encontrado con unos ojos castaños que la
miraban con compasión, sin siquiera pensarlo se había arrojado a los
brazos de su doncella de manera tan intempestiva que la había hecho caer
al piso al igual que la taza de té que había sostenido en las manos.
Extrañada
por el comportamiento de su patrona, solo se había quedado ahí inmóvil
mientras sostenía entre sus brazos a una chica que en estos momentos le
había recordado tanto a su difunta hermana Melody, aunque la chica que
tenia entre brazos era rubia aun así se parecía tanto a su pequeña
hermana, que siempre se había mostrado animosa y alegre pese a su
delicada salud, su hermana había nacido con un corazón débil pero sin
embargo era un corazón tan cálido y alegre como el de la chica que
sostenía entre brazos, ella había hecho todo por ayudar a su hermana a
recuperarse de la enfermedad pero todo había sido inútil porque al cabo
de unos meses su hermana había fallecido, sola y sin ningún futuro en
Inglaterra había colocado todo cuanto tenía en una pequeña valija para
después colarse como polizonte en el Mauritania, donde por cosas del
destino había llegado a la vida de los Grandchester, era extraño pero
había encontrado un lugar a donde pertenecer.
Después de unos
momentos en los que no pudo hacer otra cosa más que sostener entre sus
brazos a su joven patrona que lloraba desconsoladamente, la sensación de
tener en sus brazos el cuerpo pequeño y delicado de candy la había
envuelto en un calor tan familiar que fue inevitable que derramara
algunas lagrimas recordando a su hermana la cual había muerto en su
brazos, aun podía sentir el calor y el aroma de su hermana y aun podía
oír en sus oídos el suave susurro que fueron sus últimas palabras que le
dijo con su último aliento.
-no llores más tonta, busca tu felicidad.
Aquel
recuerdo la había tomado con la guardia baja por lo que le fue
inevitable estrecharla con fuerza contra su pecho, y comenzara a llorar
desconsoladamente como lo hizo en aquella ocasión, durante algunos
minutos se permitió por primera vez en mucho tiempo dejar traslucir un
poco el dolor que llevaba.
A medida que los sollozos de ambas
fueron bajando de intensidad, pudo entender lo que decía Candy entre
sollozos tan entrecortados por el llanto que momentos atrás le habían
sido imposibles de entender.
-soy una…. Estúpida… Ruth,…. Lo he herido… jamás me perdonara.
-Calma señora Candy…. Calma….
Ruth
le hablaba dulcemente al oído estas palabras tratando de calmar a Candy
y a ella misma que aun tenía un poco nublada la visión por las
lagrimas, Ruth logro serenarse completamente mientras frotaba
suavemente la espalda de Candy y esta solo decía una y otra vez.
-soy una estúpida….. Lo he herido….
-lo he lastimado… no me perdonara.
Se separo ligeramente del cuerpo de Candy para mirarla a los ojos y decirle.
-y lo ha hecho apropósito.- sabia cual era su lugar pero aun así se había atrevido a preguntar.
-oh no, no, no, no.- la sola idea le había provocado dolor y hacerla sentir mas estúpida por hacerle daño a Terry.
-yo… no quería lastimarlo…. soy una estúpida dije algo que jamás de haber dicho….
Ruth
guardo silencio unos minutos no sabía si debía preguntar o quedarse
callada, no quería parecer una entrometida en los asuntos de sus
patrones, así que espero a que la misma candy juzgara la situación y
tomara la decisión por ella.
Candy viendo la sinceridad de las
palabras de Ruth y que su interés en ella era genuino, se sintió en
confianza y libre de hablar con una amiga.
-yo le he…. dicho… que amaba… a otra persona….
No
sabía como la juzgaría Ruth así que Candy había soltado palabra por
palabra como si cada una de ellas fuera una pesada roca, lo había hecho
en un tono tan bajo que fue casi un susurro, lentamente levanto la
mirada para encontrarse con los ojos de Ruth, esperaba que tal vez la
juzgara con dureza, pero no encontró en ellos ningún rastro de
desprecio, solo la miraba atentamente.
Después de unos minutos de silencio Ruth le dijo
-y
lo que le dijo era verdad?- sin querer ir mas allá, recordando su papel
Ruth había sido sutil al no preguntarle a Candy nombres o más detalles
sobre la situación.
-no, no lo era yo solo lo amo a él.- había dicho Candy con tanta vehemencia que no había dudado ni un segundo en responderle.
-Y que es lo que siente por el otro chico?.- sintiéndose un poco más libre Ruth se había atrevido ir un poco mas allá.
Candy
abrió los ojos desmesuradamente al percatarse de lo que la pregunta de
Ruth implicaba, se había quedado estupefacta, sin saber que decir, había
abierto la boca pero de sus labios no había salido ninguna palabra, sin
saber que hacer había cerrado los ojos mientras sopesaba la situación.
-Que debía hacer?, ¿podía confiar en Ruth?.- pensaba candy.
Pese
a su sorpresa reconoció que la pregunta de Ruth no tenia malicia solo
deseaba entender a mayor grado la situación, para serle de mayor ayuda,.
-ohh perdóneme señora Candy he ido mas allá de mi deber perdóneme será mejor que me vaya…
-no, espera…- Candy tomo del brazo a Ruth impidiéndole marcharse.
Ruth
se había quedado un momento en silencio sin saber qué hacer, la cordura
le decía que era mejor salir de ahí si deseaba conservar su trabajo
pero el corazón le decía que no se marchara que aquella chica la
necesitaba.
Con pasos lentos y pequeños jalones Candy había logrado ponerse de pie y arrastrar a Ruth con ella a un sillón cercano.
Ruth movía las manos con gesto nervioso, sabía que había metido la pata y seguramente ahora seria despedida.
Después de un momento con voz suave y aun un tanto afectada por el llanto Candy rompió el silencio.
-como te enteraste que había otro chico?
Ruth
simplemente no sabía que contestar, solo lo había supuesto nunca estuvo
segura de nada, así que solo guardo silencio esperando que su silencio
sirviera para ayudarla a mantener su empleo.
-vamos Ruth se mi amiga, … ayúdame… por favor…
Percibiendo
que Ruth temía contestarle por miedo a perder su trabajo, había tratado
de animarla y suavemente había tomado la mano de Ruth para darle un
apretón e infundirle confianza en ella.
El calor que envolvió no
solo su mano si no todo su cuerpo, la hizo levantar la mirada para
encontrarse con unos ojos verdes rodeados de un halo rojo, que solo
servía para intensificar la mirada suplicante que Candy le dirigía,
suspiro pesadamente, oculto la mirada concentrándose en mirar su zapatos
y dijo.
-yo nunca he sabido nada, yo solo lo he supuesto.
Candy
se quedo por un momento en silencio, sin saber que pensar, Ruth estaba
nerviosa por lo que empezó a hablar atropelladamente, tratando de
explicarse.
-desde que empecé a trabajar para ustedes en el
Mauritania, pude observar muchas cosas….. sé que han tenido un
matrimonio difícil, en un principio pensé que sus problemas se debían a
diferencias de carácter pero el hecho de que ustedes no durmieran
juntos, que rara vez se les viera juntos, además de la hostilidad con la
que se trataban y el resentimiento que se tenían que era evidente por
la actitud que tenían el uno con el otro, todo aquello me decía que el
problema se debía a algo más, en un principio pensé que se debía a otra
mujer y creía que esa era la causa por la que se había recluido en su
habitación, donde solía pasarse la mayor parte del día en la cama
llorando y durmiendo, pero en varias ocasiones la escuche llamar entre
sus sueños a un chico.
-Anthony.- Candy lo llamo en un susurro tan bajo como si invocara a un fantasma.
-si
el mismo, yo supuse en un principio que se debía tratar de un pariente,
un amigo, pero la vehemencia y la constancia con que usted lo llamaba
me decía que ese chico significaba mucho para usted.
Candy se
quedo mirando hacia la nada, mientras que en su mente aparecía el rostro
sonriente y amoroso de Anthony, embelesada por el recuerdo se quedo un
segundo en silencio y pero miles de recuerdos se agolparon en su mente
que aunque eran hermosos también eran sumamente dolorosos por lo que
cerró los ojos y dos cálidas lagrimas bajaron por su mejillas a medida
que hablaba.
-si, él había sido mi novio y estábamos enamorados
pero hubo circunstancias que nos separaron y yo termine casándome con
Terry sin amor, eso y otras situaciones complicaron tanto nuestro
matrimonio que realmente pensé odiarlo, pero ahora muchas cosas ha…..
-han cambiado desde el accidente y usted se ha enamorado de su esposo.- Ruth termino por ella lo que estaba por decir.
- si yo lo amo.- dijo Candy con ojos brillosos y la firme convicción de que era verdad.
Después de un silencio Ruth le pregunto.
-y aun lo ama señora Candy?.
-a quien? …. A Anthony?
Ruth solo asintió con la cabeza.
-no….. Si….. Ahh No lo sé, pero es que yo lo amaba tanto que me parece imposible que lo haya olvidado tan pronto.
-y que siente por el señor Terry?.- dijo Ruth tratando de hacer que hiciera frente a sus sentimientos
-yo lo amo. Dijo apresuradamente candy sin dudar nada.
-entonces ama a dos hombres?
-no, yo amo a Terry, ….. Pero también siento algo por Anthony, ¡oh dios¡ no lo sé Ruth, estoy confundida.
Ruth
le sonrió cálidamente, pues sabia la confusión de Candy pero ella no
podía darle respuesta a sus preguntas y dudas, eso solo lo sabia ella
por lo que debía analizar sus sentimientos y descubrir a quien tenía en
el corazón, así que envolvió las manos de candy con las suyas la miro a
los ojos y le dijo.
-el amor nos da el poder de dar felicidad al
ser amado pero también nos da el poder para hacer daño y destruirlo,
cuando logre ver cuáles son sus verdaderos sentimientos entenderá que el
amor aunque puede dañar también puede sanar y entonces sabrá que hacer.
Sin decir más Ruth se levanto del sofá y dejo a Candy solas para que pensara y entendiera sus sentimientos.
Candy
sabía que Ruth tenia razón que debía entender sus sentimientos y
descubrir a quien amaba de verdad, solo debía saber si era Anthony o
Terry.
-te amo Anthony…. Anthony …. Anthony
Esas palabras se
le habían clavado como espinas en la carne, las cuales solo lo
aguijoneaba una y otra vez, solo para hacerlo sangrar de dolor y furia
que difícilmente podía contener en su ser, buscando el olvido había
salido disparado hacia la nada, no sabía siquiera a donde se dirigía
pero deseaba alejarse de todo, deseaba dejar todo atrás como lo hacía
con los arboles que apenas se dibujaban a su paso, solo los veía pasar
como gran borrón verde, deseaba que de la misma manera en que dejaba
atrás los arboles pudiera dejar atrás la ira y el dolor que inundaba su
corazón, deseaba dejar atrás los recuerdos, deseaba dejar de oír en su
mente las palabras que lo habían herido, deseaba alejarse de Candy y más
que nada deseaba alejarse de el mismo porque solo Dios sabría lo que
haría si regresaba en estos momentos.
No fue consiente durante
cuánto tiempo fustigo al caballo, ya que solo podía sentir un fuerte
viento que azotaba contra su cuerpo resultado de lo rápido que galopaba,
a medida que iba alcanzando mayor velocidad y que el viento cada vez lo
azotaba con más fuerza lo que permitió que su cuerpo se liberara del
dolor y la ira en forma de silenciosas lagrimas que eran llevadas por el
viento, deseaba que de la misma manera en la que el viento se llevaba
sus lagrimas, fuera capaz de llevarse su corazón porque el dolor fluía
por todo su cuerpo y ahogaba su corazón, pero era en vano desearlo ya
que en su mente se agolpaban miles de preguntas para las cuales el no
tenia respuesta y solo servían para atormentarlo.
-¿Por qué?,
¿Por qué nunca podía ser feliz?, ¿Por qué la vida siempre se obstinaba
en empañar su felicidad una y otra vez?, ¿Por qué siempre debía ser él,
el que terminara herido?, ¿Por qué Candy no podía olvidarse de ese
estúpido?, ¿Por qué no lo amaba en la misma forma en que la amaba?,
¿Por
qué amarla era tan doloroso y adictivo al mismo tiempo?
Absorto
en sus meditaciones Terry no se dio cuenta de cómo, poco a poco el
caballo reducía la velocidad hasta que se detuvo por completo cerca del
lago, sorprendido por la oscuridad que lo rodeaba, levanto los ojos al
cielo para encontrase con un cielo negro con escasas estrellas, solo
entonces se percato de lo tarde que era y que había pasado toda la tarde
perdido en los alrededores, percibiendo que había agotado al caballo,
aun mas molesto consigo mismo por forzar la caballo de esa manera
descendió del caballo para que este descansara, después de todo el pobre
animal no tenía la culpa de sus problemas y arranques de ira.
Con
paso firme camino por la linde del lago, sus pasos eran como un susurro
áspero que hería el silencio de la noche, pero no había nadie para
notarlo ya que hasta el mismo estaba inmerso en sus cavilaciones.
-Cuando
creía que por fin había conquistado su corazón, cuando por fin eran uno
solo, cuando por fin conocía lo que era la felicidad un solo nombre
había bastado para quebrar su burbuja de amor y felicidad.
-Deseaba tener en estos momentos más que solo el nombre de aquel que
osaba robar su felicidad, porque era como si luchara contra el recuerdo
de un fantasma, un recuerdo que se burlaba de el al no tener un rostro.
La
luz de la luna brillaba tenuemente alumbrando su camino, sin siquiera
notarlo sus pasos lo habían guiado a un gran árbol que está en una de
las orillas cercanas al lago, estando a unos pasos del árbol, pudo
percibir un brillo extraño sobre el césped, atraído por aquel extraño
resplandor se acerco a él, cuando llego a él descubrió que se trataba de
un listón rosa que bajo la luz de la luna parecía brillar, sin ser
consciente de sus movimientos, se había encorvado para recogerlo, en el
momento en que lo tomo en sus manos, un olor dulce y suave había
inundado sus sentidos, estrujo el listón en un puño, reconocería ese
aroma donde fuera, era el perfume de Candy.
Golpeado por una nueva
ola de dolor y furia que provoco que todo su ser se estremeciera desde
sus cimientos, todo su cuerpo temblaba de indignación, furia y dolor,
cansado de contener tantos sentimientos dentro de sí, permitió que la
furia y el dolor se apoderara de su cuerpo, por lo que la sangre en sus
venas se convirtió en vitriolo que le quemaba las entrañas, la razón, el
alma y todo cuanto había en el, apretó fuertemente los ojos al igual
que las manos, las cuales se apretaron en puños hasta que se volvieron
blancos, todo su ser ardía y se consumía en un incesante dolor que le
comprimía la garganta, los pulmones y le provocaba un nudo en el
estomago donde se concentraba su furia que poco a poco se libero hasta
convertirse en un ensordecedor grito que brotaba desesperadamente de su
garganta al tiempo en que su puño se estrellaba con fuerza en el tronco
del árbol el cual hizo estremecer.
-¡Maldición Candy por que no puedes amarme!
Solo
ahí oculto en las sombras se había quedado golpeando con los puños una y
otra vez el tronco de aquel árbol mientras que su voz era tragada por
la oscuridad de la noche.
El cielo parecía tan oscuro esta noche,
había tan poca estrellas, había tan poca luz como lo había ahora en su
corazón y mente, porque todo en su interior era una madeja de emociones,
pensamientos y sentimientos encontrados que solo aturdían su angustiado
corazón.
-Anthony el dulce chico que de ser su compañero de
juegos poco a poco se había metido en su corazón y se había convertido
en su primer amor, su caballero con armadura, el príncipe que siempre
acudiría a su rescate y que aun para protegerla enfrentaría dragones sin
pensarlo, Anthony, dulce Anthony, aquel chico que era su amigo antes
que cualquier cosa, el chico que con su dulzura había alegrado sus días y
su corazón en los momentos de soledad, Anthony el chico con el corazón
más puro que había conocido, corazón que ella había herido al no confiar
en él, si tan solo hubiera confiado en el ahora no estaría en esta
situación, porque si ella se hubiera mantenido fiel a Anthony no hubiera
tenido que casarse con…...
Abruptamente ella misma
interrumpió ese pensamiento porque bajo ninguna circunstancia podía
arrepentirse de conocer a Terry, porque conocer a ese malcriado había
sido una de las cosas que le devolvió la sonrisa cuando su mundo se
derrumbo creyendo a Anthony ajeno, el chico que con su arrogancia y
carisma había invadido su vida sin que ella misma se diera cuenta, un
chico que en un principio era un misterio para ella ya que vivía en una
coraza intentado esconderse de los demás.
Si tan solo las
cosas no hubieran cambiado de manera tan abrupta y tan rápido, ya que en
un abrir y cerrar de ojos se había visto alejada del chico que amaba y
casada con un chico que aunque era buen mozo y buena persona no lo
amaba, luego estaba todo lo que había sucedido desde que se reencontró
con Anthony el día de su boda con Terry.
Hasta hace unos
meses había estado segura de sus sentimientos por Anthony pero el
accidente de Terry lo había cambiado todo, porque al permanecer al lado
de Terry poco a poco la cercanía le hizo conocer cosas desconocidas
tanto de Terry como de ella misma, porque Terry le había dado un nuevo
brillo a su vida, un brillo que le había permitido atravesar la coraza
de Terry para descubrir al verdadero Terry, que pese a su careta de
frialdad era una persona cálida con un corazón bondadoso aunque el mismo
se lo negara en ocasiones, un chico que aunque había estado herido de
muerte estaba lleno de vida, de sueños, de anhelos y sin lugar a dudas
estaba lleno de amor y pasión, y que con una sonrisa ladina la había
contagiado sus anhelos, sus sueños y sobre todo su amor por ella y la
pasión que solo le pertenecía a ella.
Pese a que a su lado
había pasado momentos muy amargos y dolorosos ninguno se comparaba con
el dolor que la aquejaba ahora y aunque en el pasado Terry le había
causado dolor al retenerla a su lado en contra de su voluntad eso no se
comparaba con el dolor que ahora ella le había causado a él, como se
lamentaba haberlo hecho, haría cualquier cosa para remediarlo, porque si
bastara con que ella caminara por encima del fuego, lo haría sin dudar
nada pero sabía que la situación requería mas allá de un sacrificio,
requería un corazón y por el momento ella no podía darlo por que lo
tenía divido entre dos hombres, que no tenían punto de comparación entre
si, por que cada uno era tan único y especial.
En medio de
sus cavilaciones había deambulado por la habitación hasta que cansada
se sentó en la cama en la que poco a poco se había recostado para mirar
el cielo raso de la habitación como si en él se encontraran las
respuestas a sus dudas, en medio de sus cavilaciones sus ojos se habían
cerrado paulatinamente hasta que se fue sumiendo en un profundo sueño.
Cegado
por una nueva oleada de dolor, había galopado a toda velocidad devuelta
a casa, había entrado en una casa que estaba en silencio y a oscuras,
todo su ser temblaba de dolor, sus pasos retumbaban contra la alfombra
como si se tratara de címbalo estruendoso, sus manos se mantenían en
puños fuertemente cerrados, puños que ahora no solo estaban blancos por
la fuerza con que los apretaba sino que además se encontraban con leves
heridas en sus nudillos provocados por la corteza del árbol al que
golpeo una y otra vez.
Su primer pensamiento al poner un pie en la
casa había sido dirigirse al despacho, necesitaba urgentemente un trago
de whisky, necesitaba que algo mas fuerte que su dolor quemara sus
entrañas, necesitaba algo que calmara su dolor y los latidos adoloridos
de su corazón.
Pero su corazón necesitaba otro tipo de aliciente,
los agitados latidos de su corazón embotaban tanto sus oídos que ni
siquiera podía escuchar sus propios pensamientos, su paso presuroso y
furioso por los pasillos eran tan cargado de ira y dolor que como el
paso de un huracán, dejaba a sus espaldas una aura de desesperación y
soledad que solo servía para acrecentar su propio dolor, caminaba de
manera tan apresurada que sus pasos apenas rozaban el piso de la
alfombra, guiado solo por su impulsos se había dejado llevar sin
siquiera prestar atención hacia donde se dirigía hasta que ya fue muy
tarde, cuando había azotado la puerta de la habitación fuertemente.
*N.A.
Sé que hay pekes leyendo mi fic, no es mi intensión pervertir a nadie u
ofender a alguien por lo que al inicio y final de las escenas de
situaciones adultas pondré una marca para que las chicas que no deseen
leerlas, pero que desean saber en que va a terminar todo esto puedan
saltárselas, para que así cada quien bajo su propio riesgo y juicio
decida leerlas o no.
Esta parte del capítulo contiene
situaciones adultas que para algunos podrían resultarles ofensivas y si
aceptan leerlas es bajo su propio riesgo porque pude despertar
sentimientos como envidia y celos hacia Candy. (Yo me apunto ahí)
El
ruido sordo de la puerta al cerrarse la había despertado, por lo que
había saltado de la cama, totalmente desorientada y asustada se había
incorporado en la cama lentamente y a medida que lo hacía un fragancia varonil había inundado sus sentidos, un fragancia que reconocería y
asociaría siempre con
-Terry...
Fue un murmullo tan bajo
pero sin embargo tan poderoso, que él solo oír su vocecilla había hecho
que todo en su interior se agitara, esa voz que solía ser música para
sus oídos, ahora solo servía para acrecentar la fuerza de sus impulsos
los cuales acallaron por completo a la razón y la poca cordura que había
en el.
No creía que la imagen que tenia frente a ella fuera real
por lo que lo había llamado, aunque en su mente se había formulado una
serie de palabras que simplemente su boca no pudo pronunciar más que su
nombre, porque la mirada que le dirigía era tan dura, tan llena de dolor
y desesperación que había provocado que sus palabras se ahogaran en su
garganta, respiraba entrecortadamente mientras lo veía acercarse a ella
con paso firme y furioso.
Su cuerpo no parecía estar conectado con
su cerebro porque simplemente su cuerpo se movía por voluntad propia,
porque en un inicio su primer instinto había sido salir de ahí antes de
que resultara más herido.
Llevado por sus impulsos en poco tiempo
se vio a si mismo frente a Candy al pie de la cama, como si esos ojos
que lo miraban ahora llenos de incertidumbre y arrepentimiento lo
invitaran a mirarlos más de cerca, una de sus rodillas se había hincado
en el lecho, por lo que poco a poco fue balanceando su peso sobre sus
rodillas y manos, con cada paso que daba sobre la cama, la presencia de
Candy inundaba sus sentidos, porque ahora no solo percibía su olor,
podía sentir a través de las sabanas el calor que su cuerpo irradiaba,
calor que su cuerpo mismo pedida gritos en estos momentos, cada paso que
lo acercaba mas a ella mas embotaba sus sentidos e infundía fuerza a
sus impulsos, por lo que no fue consciente en qué momento se había
despojado del chaleco y había desabotonado su camisa.
Deseaba
lanzarse a los brazos de Terry y rogarle que la perdonara pero
simplemente la mirada de Terry la tenia paralizada, se había quedado
inmóvil solo viendo como se acercaba a ella con una mirada en la que se
leía claramente sus intensiones, sin poder hablar se había quedado solo
mirando y admirando cada musculo de su pecho y brazos que estaba
claramente tensos, su respiración que ya estaba alterada se volvió
errática al igual que los latidos de su corazón cuando sintió la mano de
Terry en su barbilla la cual sujeto firmemente y la miraba de una
manera fiera y posesiva mientras de sus labios salían palabras.
-soy tu esposo y eres mía, mía para siempre.
Sentía
como sus labios chocaban contra los de ella con fuerza, la manera en
que la besaba era tosca, desenfrenada, irrespetuosa, era un beso voraz y
desesperado mientras que de manera intempestiva invadía con su lengua
el interior de su boca, podía sentir en su beso la furia, el dolor que
eran como si un licor muy amargo hubiera reemplazado la sangre que antes
recorría sus venas.
La había besado con tanta urgencia, con tanta
desesperación como la necesidad que había en él, porque deseaba y
necesitaba grabar en ella su ser, su esencia, deseaba marcar más que su
nombre en ella por lo que al fuego de las caricias audaces de su lengua y
manos lograba que candy entre gemidos ahogados lo llamar una y otra
vez, deseaba que no le quedara duda de que le pertenecía ahora y
siempre, por lo que su cuerpo poco a poco fue aprisionando al de Candy
entre el colchón y el suyo, bajo la piel de su pecho desnudo podía
sentir el palpitar agitado del corazón de candy y podía sentir ese calor
que le quemaba la piel pero que acrecentaba su necesidad de saberla
suya, solo suya.
La boca de Terry no se detenía, una y otra vez
recorría con la punta de su lengua la piel de su cuello y hombros, eran
caricias tan ardientes y posesivas que las sentía como fuego, un fuego
abrasador que buscaba marcar en su piel un recuerdo inolvidable, era
inevitable que de su boca se escapan gemidos cada vez mas descontrolados
cuando sentía sus manos y boca recorrer su cuerpo por encima del fino
camisón que llevaba, manos que apretaban y pellizcaban a placer su
cuerpo, su boca misma mordía sus hombros su senos aun por encima del
camisón y aunque le fuera ligeramente doloroso no importaba porque cada
caricia era electrizante, la piel le cosquillaba bajo la caricias de
Terry las cuales solo aumentaban la necesidad que sentía por el que era
tan grande que el dolor era insignificante, buscando calmar la necesidad
por estar más cerca del había llevado sus manos para enlazarlas a su
cuello pero a medio camino Terry se lo había impedido.
-¡no¡
Terry
había tomado con una sola mano sus muñecas aprisionándolas y
sosteniéndolas por encima de su cabeza, esto le impedía tocarlo pero no
sentirlo con su cuerpo que se arqueaba cada vez más por el placer que
Terry le provocaba, aunque cada una de las caricias de Terry era tan
intensas y desesperadas que no había en ellas rastro de la ternura que
siempre lo caracterizaba, pero no podía sentir miedo ni siquiera cuando
escucho la tela del camisón rasgarse, simplemente con Terry no podía
tener miedo.
No podía permitirle que lo tocara si lo tocaba,
aniquilaría con una sola caricia toda la furia que había en él y no
podía permitirlo, el no debería ser el único que sufriera, deseaba
infundir en ella un poco de el dolor que inundaba su cuerpo en estos
momentos, por lo que hizo lo que nunca había hecho con ninguna mujer, la
tomo con fuerza de las muñecas sin importarle si le hacía daño o no y
las mantuvo firmemente sostenidas por encima de su cabeza, las prendas
estorbaban a su paso, no podía acceder aquellas partes del cuerpo de
Candy que mas codiciaba por lo que sin importarle nada había rasgado el
camisón dejando al descubierto su senos, los cuales pellizco, mordió y
succiono a placer, a lo cual Candy respondió contorsionándose de placer
debajo del.
Ya no podía mas, necesitaba sentir a Terry más cerca,
no importaba si para obtenerlo tenía que suplicar, pues bien merecía la
pena hacerlo si con eso terminaba el delicioso tormento al cual Terry la
había sometido con cada una de sus caricias y frases ahogadas entre
besos y caricias que solos servían para recordarle lo que ella ya sabía
pero que en estos momentos Terry se las repetía con la voz ronca y
agitada.
-Eres mía, soy tu dueño y no te compartiré nunca me oyes Candy, eres mía.
Con
cada palabra que salía de su garganta alimentaba su ímpetu y la fuerza
de sus impulsos, su boca seguía recorriendo el sendero a los senos de
Candy una y otra vez, los atormentaba con su lengua y dientes con
pequeños tirones que la hacían enloquecer, cada caricia la llevaba cerca
del clímax pero cuando estaba por alcanzarlo, el detenía sus caricias
solo para atormentar su boca con besos desesperados que ahogaban lo
gemidos que se escapaban de su garganta.
Buscaba enloquecerla,
hacerle suplicar por él, suplicarle que la tomara, y lo estaba logrando
porque con cada caricia la provocaba una y otra vez, cada vez veía como
sus gemido eran cada vez más desesperados pero no se atrevía a darle lo
que pedía entre gemidos ahogados, aunque entrar en ella era lo que más
deseaba, lentamente su mano bajo por su vientre hasta colocarse entre su
piernas e introducirse en su feminidad, la cual ya se encontraba
demasiado húmeda, lista para recibirlo, pero en vez de ello masajeo con
sus dedos ese punto que hacía que los gemidos de Candy fueran cada vez
más fuertes.
Ya no soportaba mas tenía que tomar a Terry ahora, lo
necesitaba tanto como el aire, cada caricia la hacía arquearse cada vez
más al cuerpo de Terry, su cuerpo mismo se tensaba una y otra vez cada
vez que sentía sus dedos en esa parte de su cuerpo que pedía a gritos
alivio, sus dedos no se detenían una y otra vez entraban en ella y
formaban caricias electrizantes que en un principios eran lentas y
pronto aumentaron de intensidad llevándola cerca del clímax pero de
pronto se detenían solo para empezar de nuevo el tormento.
Pese a
que su deseo era atormentarla el mayor tiempo posible, su cuerpo mismo
no lo resistía mas, por lo que en un rápido movimiento le había abierto
las piernas y se había introducido en ella en un movimiento que fue tan
primitivo y fuerte que provoco que Candy gritara, pero una vez que se
hubo introducido en ella no se detuvo, por el contrario cada uno de sus
embistes era cada vez con más fuerza y rápido.
No podía creer que
los gemidos que escuchaban provinieran de su garganta, pero simplemente
no podía contenerse Terry la estaba haciendo tener orgasmo tras orgasmo,
cada una de sus embestidas solo contribuía a llevarla aun más alto en
el clímax en el cual ella explotaba, pero una y otra vez Terry la lleva
hasta ese punto hasta que el mismo alcanzo un orgasmo de tal
contundencia que barrio todas su barreras e inhibiciones en un sonoro
grito de ambos para después caer uno en brazos de otro.
Esta
parte del capítulo contiene situaciones adultas que para algunos
podrían resultarles ofensivas y si aceptan leerlas es bajo su propio
riesgo porque pude despertar sentimientos como envidia y celos hacia
Candy. (Yo me apunto ahí)
Terry descansaba su rostro
en el hombro de Candy, su nariz está sumergida por completo en los rizos
de Candy, está exhausto, se había exigido mas allá de lo que nunca
había hecho pero bien valía la pena ya que estos momentos se sentía
liberado del sentimiento de dolor y furia que momentos antes inundaba su
cuerpo, su respiración aun se encontraba agitada al igual que la de
Candy, que era tan agitada que cualquiera que la oyera creería que
sollozaba calladamente, después de recuperar un poco el aliento, se
levanto un poco para encarar a Candy, pero lo que vio simplemente le
paralizo el corazón.
Había sido tan fuerte la reacción que Terry
provoco en ella que simplemente en medio de pleno clímax le había sido
imposible evitar que la culpa la golpeara con todo su peso, la culpa de
haber herido a Terry, sin poder contenerse más unas cálidas lagrimas
había bajado por su rostro y lo que momentos atrás eran gemidos ahogados
ahora eran sollozos ahogados, poco a poco percibió como Terry se
enderezaba ligeramente para mirarla, espera ver en sus ojos ese dolor y
furia que momentos atrás había en ellos, pero lo que vio en ellos
provoco que se sintiera aun mas culpable y comenzara a sollozar un poco
más fuerte.
Se había quedado mudo y atónito al ver las lagrimas de
Candy, podía ver y sentir que su cuerpo temblaba ligeramente por los
sollozos, ver a Candy en ese estado había hecho polvo su determinación
para encararla, su corazón se había encogido en su pecho al igual que un
nudo se le hizo en la base del estomago, se recrimino así mismo el ser
tan arrebatado por que seguramente el haberse dejado llevar por su deseo
de hacerle daño, finalmente lo había conseguido, se había comportado
como un animal, un animal salvaje que solo actuaba conforme a sus
instintos, no pensaba solo buscaba aliviar su propio dolor, solo se
había dejado llevar por sus instintos más primitivos y salvajes, como
deseaba estrecharla entre sus brazos en estos momentos pero temía que lo
rechazara por haberla lastimado, toda la tarde la había pasado huyendo
de ella exactamente por esta razón, por que verla herida y lo lastimaba
aun mas.
Después de unos momentos en los que dudaba si debía
acercarse a ella o no, lentamente coloco su mano en su hombro y la llamo
suavemente como si temiera su respuesta.
-Can….
-oh Terry perdóname.
Ni
siquiera había terminado de mencionar su nombre cuando ella se había
lanzado hacia sus brazos, ahogando sus sollozos en su pecho mientras le
pedía perdón, aun tanto desconcertado le había tomado un momento
decidirse y llevar su brazos al cuerpo de Candy para apretarla más a su
cuerpo.
Una honda de calor, tan suave y cálido envolvió su cuerpo
de manera tan dulce y tierna que apaciguo lo latidos acelerados de su
corazón pero más que eso la hacía sentir segura y protegida de cualquier
cosa, fue tan reconfortante esa sensación que en poco tiempo sus
sollozos disminuyeron gradualmente.
Podía sentir la mano de Terry acariciar su espalda suavemente mientras le decía al oído.
-calma, pecosa, no llores mas pecosa.
Nunca
creyó que oír a Terry llamarla pecosa le hiciera tan feliz como en
estos momentos, lentamente alzo su rostro para mirarlo a los ojos,
después de recorrer lentamente su rostro por fin había llegado a mirarlo
a los ojos, lo cuales la miraban con ternura y amor aunque en el fondo
podía percibir un poco de dolor y resentimiento hacia ella, inspiro
lentamente el aroma de Terry el cual le infundió animo y fuerzas para
hacer frente a su situación y tratar de enmendar su error.
-perdóname.- fue la palabra que salió de sus labios de ambos al unisonó por lo que después de soltar una risilla Terry le dijo.
-yo primero pecosa.-
Asintió suavemente para después fijar su mirada en esos ojos azul profundo mientras escuchaba a Terry hablarle muy suavemente.
-perdóname Candy…. Yo no
-yo no tengo nada que perdonarte, perdóname tu…. por hacerte daño… por herirte tanto….
Candy
lo había interrumpido a la mitad de lo que había dicho para disculparse
ella, por un momento se quedo quieto sin saber qué hacer, aunque era
verdad que ella lo había lastimado, el se sentía terriblemente culpable
por lastimar su cuerpo que era una de las pertenecías más preciadas para
él, a medida que las palabras de Candy perpetraban sus oídos podía
sentirla temblar suavemente entre sus brazos, lentamente había subido su
mano por sus rizos rubios hasta posicionarse hasta su coronilla la cual
beso tiernamente.
Podía sentir las suaves caricias de Terry en su
espalda, cosa que sin duda alguna la aliviaba, pero ella necesitaba ir
más allá si deseaba lograr el perdón absoluto de Terry por lo que
comenzó a hablar en suaves susurros que eran apenas perceptibles.
-yo….
yo… no se qué paso esta mañana pero no quería herirte,…..yo te amo y
fue un error imperdonable de mi parte el que yo haya mencionado….
No
se atrevía a mencionar su nombre el cual se había atorado en su
garganta como una roca, además de que por la reacción de Terry el cual
tenía los puños fuertemente cerrados en su espalda y por la postura
rígida de su cuerpo sabía que estaba conteniendo su enojo para no
alejarla de él.
En un principio había decidido acallar la disculpa
de Candy con un beso apasionado pero no lo había hecho, aunque ahora
estuvieran juntos eso no quería decir que se hubieran perdonado
mutuamente, por lo que se había mantenido en silencio escuchando las
palabras de Candy hasta que toco el borde aun sangrante de la herida que
tenía en el pecho, el solo hecho de que ella se refiriera al incidente
había provocado un nueva oleada de dolor y furia que tenso sus músculos y
cerro sus manos en puños, los cuales mantuvo fuertemente clavados en la
espalda de Candy, reconociendo que la mejor manera de deshacerse de
esos sentimientos era hacerles frente y no darles la vuelta, por lo que
el mismo pronuncio ese maldito nombre, aunque hacerlo le suponía poner
un hierro candente en la herida de su pecho.
-a Anthony, Candy?
Candy un tanto sorprendida por qué Terry mencionara a Anthony solo atino a sentir son la cabeza.
Después
de un minuto de silencio en que lo único que podía hacer era sentir la
penetrante mirada de los ojos azul zafiro de Terry sobre ella,
lentamente había abierto su boca para decirle.
-lo que dije esta mañana no era verdad, porque yo te amo a ti, solo a ti Terry.
Escuchar
esas palabras de Candy hacia que el corazón se le inflara pero solo
para reventársele por la espinita que tenía clavada en el pecho.
-y
como puedo creer en tus palabras Candy, cuando tu desde un principio no
me has amado, acaso has olvidado que planeabas dejarme para fugarte con
tu amado Anthony.
A medida que Terry decía estas palabras se
había erguido de la cama y se había sentado de espaladas a ella en la
orilla de la cama, mientras tomaba su cabeza entre sus manos como si eso
bastara para calmar las dudas que tenia.
Candy por un momento se
quedo paralizada sin saber que contestarle a Terry por que se había
pasado toda la tarde tratando de definir sus sentimientos por Terry y
Anthony, sabía que amaba a Terry pero que era lo que sentía por Anthony,
sabiendo que no solo debía enfrentar a Terry, sino que debía
enfrentarse a ella misma para definir sus sentimientos de una buena vez,
se había envuelto en la sabana para después sentarse en medio de la
cama, muy cerca de la espalda de Terry.
-se que no merezco tu
confianza, porque es verdad que en un principio yo no me case contigo
amándote, yo acepte casarme contigo para salvar a mi familia de la ruina
pero solo acepte casarme contigo cuando creí que Anthony no me amaba
como yo a él, pero eso no era verdad el me amaba solo que nos vimos
separados por las mentiras de otros.
Podía ver como sus palabras
alteraban a Terry, ya que con cada palabra que salía de su boca podía
notar cómo se tensaban los músculos de sus hombros, y como sus puños se
cerraban con mayor fuerza sobre su cabello.
-la vida se ensaya contigo y yo debía sufrir la ofensa de que tu amorcito te robara cuando ya eras mi esposa –dijo con sarcasmo.
-sino
me amabas porque nunca dijiste nada, accediste a casarte conmigo, no te
obligue, pudiste habérmelo dicho y así evitar que yo te amara cada día
mas, pero nunca hablaste conmigo porque eres cruel, te gusta causar daño
a las personas a tu alrededor.
Sabía que las últimas palabras que
había dicho no eran totalmente verdad pero estaba herido y de su pecho
fluían sentimientos y palabras amargas.
Las palabras de Terry la
habían herido porque nunca en su vida se había propuesto hacerle daño a
nadie, solo se había visto envuelto en circunstancias de las cuales no
había podido escapar.
-yo nunca quise hacerte daño y en verdad me
arrepiento haberte herido, me arrepiento de tantas cosas, pero el daño
ya está hecho.
-seguramente te arrepientes de haberte casado conmigo y haberte entregado a un bastardo como yo, no es así Candy?
Candy
sin pensarlo siquiera se había acercado más al cuerpo de Terry, hasta
que enlazo sus brazos a su cuello y pego su rostro el cual estaba mojado
por las lagrimas, al oído de Terry para decirle en una voz desesperada.
-no, nunca, nunca me arrepentiría de entregarme a ti por que cuando lo hice tu ya eras dueño de mi corazón.
Sentir
el cuerpo de Candy a sus espaldas, lo había reconfortado un poco pero
el sentir sus lágrimas en su cuello y hombros lo había tranquilizado de
alguna manera, después de suspirar pesadamente le dijo.
-y cómo puedes estar tan segura de que me amas Candy?
-porque
me lo grita el corazón y el no puede equivocarse, porque tú me has
conquistado por completo, con cada una de tus sonrisas ladinas, cada una
de tus miradas juguetonas, con tus ocurrencias y caricias me has hecho
sentir más viva y más feliz de lo que nunca he sido, por que me has
infundido de la vida que llevas en tu interior y me has hecho soñar
nuevo, me has hecho ver que puedo ser útil, que soy más que una esposa
de adorno, tú me has completado, tu eres mi alma gemela y mi cuerpo y
alma siempre te han reconocido así aunque yo no lo haya reconocido antes
pero mi cuerpo si lo hizo, porque desde que te conozco, tu presencia me
turba, me confunde, me altera, haces que la piel se me erice con tan
solo tenerte cerca, haces que mi corazón explote cada vez que te me
acercas, y solo contigo puedo sentir esto, porque eres el único al que
mi corazón ha amado por completo con cuerpo y alma.
Las lagrimas
caían por su rostro incesantemente, sabía que lo que había dicho era
verdad y ahora veía claro sus sentimientos, amaba a Terry con todo su
ser y aunque le pareciera increíble se había olvidado de Anthony, no
porque realmente se hubiera olvidado de el sino que sus sentimientos por
el habían cambiado, tal vez no habían sido tan profundos y fuertes como
los sentimientos que tenia por Terry ahora, observando que Terry se
había quedado quieto bajo su cuerpo decidió ir mas allá.
-desde
que te hirieron y me pediste que no me marchara, poco a poco tú te
fuiste colando a mi corazón por debajo de mi piel, y nada pude hacer
para evitarlo, fuiste como dulce viento que se coló por los poros de mi
piel hasta llegar a lo más profundo de mi ser para después negarse a
salir, porque con cada una de tus sonrisas y palabras te abriste paso a
mi corazón, en el cual poco apoco fuiste ganando terreno hasta que lo
abarcaste por completo, has despertado sentimientos tan intensos en mi
que creí que mi corazón no lo soportaría, pero ahora sé que un solo
corazón no puede hacerlo porque ahora entiendo que el amor nos ha
fundido en un solo cuerpo, en un solo corazón, en un solo sentimiento,
un solo ser, porque ahora sé que hacerte daño también me hiere a mí de
la misma manera, porque tu dolor es mi dolor, tu felicidad es mi
felicidad, porque compartimos el mismo corazón y lo sabes en tu corazón
que lo que te digo es verdad.
Su voz se había turbado complemente
por el llanto, sollozaba sobre los hombros de Terry mientras este
permanecía quieto como una estatua bajo ella.
Se había quedado
paralizado al oír las palabras de Candy algo le había impedido moverse,
solo se había quedado ahí permitiendo que las palabras de candy poco a
poco perpetraran su corazón, podía sentir como cada palabra era como una
puntada que cerraba herida de su corazón y como cada puntada disminuía
el dolor que sentía, en toco tiempo esas palabras cerraron la herida y
se convirtieron en un bálsamo para sus heridas.
Sabía que candy no
mentía que lo le decía era verdad, se lo decía su corazón, corazón el
cual ya no era suyo sino que también ahora era de candy, lentamente se
giro en la cama, para mirarla a los ojos, lo cuales solo pudieron
reafirmar lo que ya sabía, lo amaba y no mentía en eso, lo amaba como
nunca antes había amado a nadie ni siquiera a Anthony.
En cuanto
sus ojos se encontraron con los de Terry, el corazón se le inflo como un
globo, porque esos ojos volvían a mirarla con la luz que siempre los
caracterizaba y llenos de amor por ella, veía como lentamente Terry se
acercaba a ella, las manos de Terry volaron a su rostro el cual sostuvo
delicadamente entre sus manos, mirándola a los ojos Terry lo dijo.
-se
que es verdad porque eres la esposa de mi corazón y el complemento de
mi alma, eres la mitad que me faltaba y ahora que te tengo no te dejare
ir nunca, porque eres mía, mía solamente mía.
Sin darle
oportunidad para responderle Terry la beso con ternura con deseo y
desesperación a la cual ella respondió sin miramientos, dejando paso
libre a una reconciliación que no necesitaba palabras solo caricias y
ternura en exceso.
Continuara…
Próximo capítulo. Esqueletos al descubierto parte II
lunes, 21 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
cap 32. situaciones perversas
Un amor inesperado
Capitulo 32
situaciones perversas.
Mientras que para algunas personas la situación puede
verse gris o totalmente negra para otras se ve a todo color y llena de luz, lo
que todos ignoramos es que estamos en un torbellino en el que la vida da tantas
vueltas y giros que rápidamente puede cambiar de color radicalmente las
situaciones.
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Inglaterra tres meses atrás.
Que iba a ser con esa chiquilla,
ya había tratado por todos los medios posibles hacerla entrar en razón, pero
ella solo se la pasaba encerrada en su habitación, como era posible que se la
pasara llorando por los rincones por algo en lo que ya no había nada que hacer,
ya estaba hecho y solo quedaba vivir con las consecuencias, gracias a dios que
estaba mas que satisfecha con las consecuencias, desde que se había asegurado
que el matrimonio de Candy con Grandchester se llevara a cabo, se había dado un
respiro de las pesadas responsabilidades que tenia y todo se había resuelto de
manera favorable sino para todos al menos para su familia así había sido, era
de verdad una pena haber lastimado a Anthony Brower pero sabia que era un costo
que se debía pagar con el fin de darle un futuro a Candy y sus hermanos,
pudiera ser que el método que escogió no fuera el mas adecuado pero ya que
había alcanzado sus objetivos se sentía orgullosa de sus decisiones, había
hecho lo que tenia que hacer para salvar el buen nombre de la familia de la
ruina y si se viera en esa misma situación estaba segura que haría la misma
cosa.
Solo ahora le quedaba lidiar con
los reproches de Stear y Annie, debía encontrar la manera de que esos
chiquillos entendieran que lo había hecho por ellos y para que no cayeran en la
desgracia y ruina, para que tuvieran un futuro, pero eran unos chicos tan
testarudos y desagradecidos que no veían lo astuta que había sido ya que no
solo había logrado salvar a la familia sino que incluso había logrado unirlos a
una de las familias de mayor renombre en la aristocracia y todo eso gracias a
su inteligencia pero esos chiquillos solo se centraban en sentimentalismos que
no tenían valor cuando lo que estaba en juego era el honor y posición de la
familia y era exactamente por ellos que había aceptado a rebajarse a acudir a
una vulgar y codiciosa mujer como Luisa Smith con el fin de salvar a la familia,
aun recordaba la tarde en la que habían pactado, recordaba como los ojos de la
chica se habían abierto desmesuradamente al contemplar la cantidad de dinero
que se le ofrecía por “sus servicios”, después de eso se había mostrado más
falsa que nada, sospechaba que la chica era capaz de vender a su madre por
dinero, gracias a dios eso se había acabado o al menos eso era lo que parecía
hasta que había recibido una nota de Luisa la mañana anterior.
El solo recordar la desdichada
misiva, la hacia apretar con fuerza el pañuelo que retorcía entre sus manos, la
muy taimada seguramente pretendía obtener más dinero de ella, pero esta vez no
estaba dispuesta a dárselo, la muy bandida se llevaría un chasco si creía que
por que era anciana podía obtener de ella lo que quisiera.
-Sra. Elroy las señoritas se
encuentran listas.-
La voz de Dorothy la había sacado
de sus cavilaciones por lo que con el ceño fruncido se había girado para mirar
hacia el pie de la escalera donde se encontraba Dorothy, mientras veía
descender con elegancia y porte por las escaleras a Annie y Patty.
Cuando estuvieron frente a ella,
las miro de pies a cabeza, inspeccionando el atuendo de las chicas, después de
un momento de tensión en el que tanto dorothy como las chicas habían contenido
el aire en sus pulmones la tía abuela había asentido con la cabeza en señal de
aprobación.
Sin perder más tiempo la tía
abuela las había hecho subir al carruaje que llevaba esperando por ellas mas de
diez minutos, ambas chicas iban tomadas de las manos tratando de infundirse
valor mutuamente cuando ambas bien sabían que era de lo que carecían completamente, ambas miraban con
aire ausente por la ventana cuando la voz dura y fría de la tía Abuela las saco
de su ensimismamiento.
-será mejor que cambien esa cara,
no quiero que se desencadene ninguna clase de rumor acerca de la familia,
entiendes Annie?
-si tía Abuela.-
Después de que ambas chicas
asintieran débilmente con la cabeza había aparecido en sus labios un amago de
una sonrisa vacio y carente de emoción.
Mientras tanto en el interior de
otro carruaje que también recorría las
calles de Londres a gran velocidad una mujer de edad madura miraba a una chica
de manera reprobatoria.
Cruzada de brazos miraba de
arriba a bajo una y otra vez a la chica que había frente a ella, por mas que
trataba de verla como su hija no podía, no veía ninguna parecido entre ellas,
como podía parecerle hija suya cuando esa chica no tenia ninguno de sus rasgos,
le era imposible quererla cuando cada vez que la miraba y hablaba con ella veía
en ella al hombre que mas odiaba, su padre, tenia los mismos ojos verde
aceituna, el mismo color de piel, el mismo cabello, era como una maldita copia
de el y por eso la rechazaba, porque cada cosa, cada gesto, todo en ella
incluso hasta la personalidad que había en ella era un maldito recordatorio del
hombre que una vez amo pero que nunca la amo a ella en cambio, siempre la
mantuvo lejos de su corazón y aun cuando dormía a su lado por las noches de sus
labios se escapaba el nombre de la mujer que mas odiaba en el mundo, una
americana, una estúpida y vulgar actriz a la cual el llamaba aun en sus sueños
mas profundos como Ely, su Ely, maldita sea la mujer y su estúpido hijo, odiaba
con todo su corazón al bastardo de Terry, no podía siquiera mirarlo porque el
era el recordatorio viviente de que el duque jamás la amaría como había amado a
la madre de este, lo odiaba con todo su ser por que sabia que el duque lo amaba
mientras que a sus hijos Henry y Frederick nunca los miraba como solía mirar al
bastardo de Terry, ahora no solo se conformaba con negarles el cariño a sus
hijos sino que además el duque pretendía legarle el titulo al bastardo de
Terry, pero estaba loco si creía que ella permitiría que despojara a sus hijos
de lo que realmente les pertenecía por derecho por ser Grandchester legítimos, eso
solo pasaría sobre su cadáver.
-hemos llegado my Lady.- la voz
del chofer la saco de su meditaciones.
Después de algunos minutos descendió
del carruaje esperando a que bajara Alison pero esta se negaba a bajar del
carruaje permaneciendo en un rincón del mismo.
Cansada y fastidiada de lidiar
con una chica por la cual no sentía más que rechazo, la amenazo para que
bajara.
-es mejor que bajes o te juro que
te arrepentirás Alison.
Viendo en sus ojos la amenaza que
sin lugar a dudas su madre cumpliría con movimientos un tanto temerosos bajo
del carruaje, una vez que estuvo en la
acera a lado de su madre, esta enredo su brazo con el suyo para después
clavarle las uñas en la parte interna del brazo.
-espero que te comportes a la
altura Alison, no estoy dispuesta a tolerar tu mal comportamiento nuevamente.-
le siseo su madre al oído mientras le hacía daño clavándole las uñas.
Enmascarando su dolor en una
mueca de frialdad, Alison había entrado al salón de te principal, en el que se reunían
las mujeres para cotillear.
En cuanto habían entrado en salón
de te la tía abuela las había dejado solas excusándose que debía verse con
alguien, aliviadas por la ausencia de la tía abuela habían empezado a deambular
por el salón con aire ausente hasta que salieron al jardín donde por fin
encontraron un lugar donde sentarse.
A la sombra de un frondoso árbol,
tratando de cubrir con la manga de su vestido las marcas que su madre le había
causado unos momentos antes pero le era casi imposible hacerlo al mismo tiempo
que trataba de parecer indiferente a las demás mujeres que pasaban a su lado
haciendo una ligera reverencia para después hablar de ella mientras ocultaban
su cuchicheos detrás de los abanicos, estaba segura de que era la comidilla de
las mujeres por su comportamiento de ayer, pero no le importaba, le había dado
al puerco de Weston su merecido, esta tan absorta tratando de ocultar sus
heridas que no se había dado cuenta que su madre la había dejado sola para
atender quien sabe que otro cotilleo con la esposa de un Barón, solo se percato
de su ausencia cuando levanto la vista para pedir un taza de te a uno de los
mozos cercanos, cuando el mozo se había retirado a cumplir su pedido, diviso en
una mesa cercana a dos chicas que conocía, sin pensárselo dos veces se levanto y se dirigió hacia ellas, estaba por
alcanzar la mesa en la que se encontraban cuando percibió la presencia de una
víbora pelirroja que se dirigía al mismo punto que ella, sin saber que mas hacer
se oculto detrás de un árbol.
¡Dios¡ de verdad que estaba
aburrida, estaba cansada y fastidiada de pasear por todo el salón de té para
solo oír los mismos cotilleos que aun no cesaban acerca de la boda de Candy y
Terry, estaba harta de oír la misma cosa una y otra vez, que si parecían la
pareja ideal, que si seria el evento del año, que si alguien seria capaz de
superar todo el lujo y esplendor de la boda, todo eso y cosas semejantes era lo
que se traían entre dientes las mujeres de alta sociedad, que solo eran
tonterías cosas sin importancia o quizás era que solo se ella se había
percatado que desde que Anthony había regresado ese matrimonio se había
convertido en una bomba de tiempo, tan tentadora que no podía esperar para ver
todo el revuelo que se armaría cuando “la feliz pareja” regresara, estaba
ansiosa por ver la reacción de Anthony y Candy cuando se encontraran frente a
frente, y ese seria su momento en que se vengaría de todos porque revelaría
cuanto sabia, de verdad que seria un cotilleo bastante jugoso del que se
hablaría por años, de solo pensar en la humillación que sufrirían los White, y
los Grandchester la hacia sonreír.
Si, se vengaría de cada uno de
ellos, se regodearía con ver el sufrimiento de Anthony al saber que perdió a su
amada Candy, que estúpido fue al haberse enamorado de la mosca muerta y mas
estúpido era por rechazarla a ella una y otra vez pero pronto le haría pagar
como también lo haría con el estúpido de Terry por haber mandado a la basura
todos sus esfuerzos y energías en tratar
de impedir ese matrimonio, lo haría arrepentirse de lo ciego y estúpido que era
al haber ignorado sus esfuerzos en tratar de abrirle los ojos, le había advertido
acerca de la mosca muerta que era Candy y que seguramente se casaba con el para
estafarlo y robarle su dinero pero era como si estuviera hechizado o idiotizado
por ella, nada de lo que le dijo lo había hecho cambiar de opinión y no
conforme con ignorarla la había humillado al rechazarla cuando le ofreció la
oportunidad de deshacerse de Candy, aun recordaba lo fácil que había sido
engañar a la mucama para poder escabuirse al apartamento de Terry, la noche
antes de su boda, había estado esperándolo la mayor parte de la noche, pero no
le importo porque estaba segura que la espera bien valdría la pena, se había
esmerado en llenar la habitación de un ambiente cargado de una energía sexual y
placeres prohibidos, había traído una botella de vino, encendió unas cuantas
velas y solo traía puesto el negligé rojo que le había regalado Henry para sus
encuentros furtivos, empezaba a quedarse dormida cuando por fin lo había
escuchado entrar, por lo que rápidamente había alborotado su cabello de manera
que caía sobre sus hombros y cubriendo parte de la cara, estaba tan segura que
se veía tan sensual y provocativa que simplemente Terry no podría resistirse a
ella incluso se había pasado la lengua por los labios con el fin de excitarlo pero
el muy estúpido solo la había mirado como si fuera un costal de papas para
después sacarla a la calle solo en ropa interior.
El solo recordar el incidente la
hacia rabiar (y echar espuma por la boca) pero ya encontraría la manera de
hacerle pagar a Terry lo estúpido que había sido, solo debía esperar a que
regresaran de “luna de miel” para vengarse tanto de el como de la estúpida de
Candy, porque a la huérfana, (solía llamarla así desde que sus padre había
muerto) nunca le perdonaría el haberle quitado a Terry, porque estaba segura
que si ella no hubiera aparecido ahora ella estaría casada con Terry y seria la
próxima duquesa de Granchester, no entendía que era lo que había visto el
estúpido de Terry en Candy, que no se dio cuenta que ella era mas bella, con
mejor linaje, mejor educada y sobre todo con muchas mas libras en el bolsillo,
pero no, el se había dejado engañar por esa mosca muerta, de solo recordar como
Candy le había arrebatado de las manos la oportunidad de ser la próxima duquesa
de Grandchester hacia que la boca se le llenara de veneno, perdón, de bilis,
pero pronto ambos se las pagarían, empezaba a abanicarse con más fuerza
tratando de reprimir la furia que todos estos recuerdos provocaban en ella,
esta por volver al salón cuando diviso en una mesa cercana a dos chicas que
bien servirían para iniciar su venganza contra Candy, se vengaría de ella
haciendo victima de sus ataques a la cobarde de Annie y Patty, ellas pagarían por
Candy porque sabia que estas eran el principal punto débil de la huérfana y lo explotaría
la máximo para causarle el mayor daño posible.
-¡vaya, vaya pero si miren a
quien tenemos aquí¡ nada mas y nada menos a que a la hermanita de la
estafadora.
-¡Eliza!- Annie y Patty
palidecieron al percatarse de la presencia de eliza.
Eliza sonrió de manera maliciosa
al percatarse el estremecimiento que recorrió el cuerpo de ambas chicas
mientras la veían aterrorizadas.
Eliza examino con sumo cuidado la
ropa que llevaba annie mientras que la chica que era objeto de su escrutinio se
sentía tan cohibida como si estuviera desnuda.
-por lo que veo tu familia no a
perdido el tiempo en ponerle las manos a la fortuna de los Grandchester, solo
me basta con ver lo que traes puesto para confirmar lo que ya sabia, son unas
falsa, unas interesadas.
Annie y Patty miraban atónitas a
Eliza, no sabían como defenderse de sus ataques, lo único que podían hacer era
sostener sus manos mutuamente mientras que por dentro de ellas todo se
derrumbaba.
-y pensar que el pobre de Anthony
sufrió por la mosca muerta de tu hermana cuando a ustedes no les interesa en lo
mas mínimo los sentimientos de las personas, son unas arribistas.
Eliza al contemplar como los ojos
de las chicas se llenan de lagrimas, había seguido con su diatriba con el solo
fin de hacerles daño y según parecía lo había logrado pues veía que con mucha
dificultad como ambas chicas contenían los sollozos.
-y pensar en lo que le espera al
pobre de Archie a tu lado, mira que el de verdad piensa que lo quieres esta tan
ciego que no ve que eres tan falsa como Candy y que de la misma manera en la
que ella engaño a Anthony y Terry, tú haces lo mismo con él, solo para poder poner
tus garras en su fort…….
Annie no había podido seguir
conteniendo los sollozos mientras que las agudas y afiladas palabras de Eliza
la herían en lo mas hondo de su ser se
había levantado para después tratar de salir corriendo, mientras sentía como
por sus ojos se derramaban las lagrimas que fluían desde lo hondo de su
corazón.
En su intento por huir no había
llegado muy lejos ya que a unos pasos de
la mesa en la que se encontraba sentada tropezó con el cuerpo de otra persona
que sin querer había imposibilitado su escape, temerosa de encontrarse con la
tía abuela levanto los ojos lentamente, pero sus ojos se encontraron con unos
ojos verde aceituna que la miraban con asombro y compasión a la vez.
Reconociendo que era una cara
amiga Annie se había echado a llorar en brazos de Alison.
Eliza observaba con una sonrisa
maliciosa en el rostro como Alison sostenía en sus brazos a la cobarde de Annie
mientras le dirigía una mirada llena de rencor, estaba a la espera de que la
chica saliera a la defensa de sus anteriores victimas, conocía de sobra que la
chica tenía una férrea determinación para defender las causas perdidas y esas
chicas eran una causa perdida, solo esperaba que Alison abriera la boca para arremeter
contra ella también porque ya en su afilada lengua ya se alojaban las palabras
para humillarla, tenia tanto de donde escoger gracias a su comportamiento
impulsivo y descabellado de las últimas semanas que fácilmente podría hacerle
daño, estaba ansiosa por verla fallar en su intento de ayudar y aun mas que eso
esta deseosa derramar mas de su veneno sobre los demás y así mataría a dos pájaros
de un tiro.
Mientras sostenía en sus brazos a
una conmocionada y abatida Annie, Alison trataba de no dejarse llevar por las
miradas provocativas y retadoras de eliza, estaba por perder los estribos y
responder a Eliza cuando reconoció la silueta de dos mujeres que se acercaban
hacia ellas, una de ellas era su madre por lo que la sangre en sus venas se
congelo, mientras que la otra mujer que se acercaba con su madre era la señora
Elroy y conociendo que esta ultima era igual de intransigente que su madre con
los buenos modales y protocolos de alta sociedad, centro toda su atención en
tratar de hacer que Annie recobrara la compostura para evitar que la señora
Elroy la retara.
-vamos Annie, Calma.
-no seas llorona, vamos sonríe.
Alison le hablaba dulcemente al
oído a Annie mientras que masajeaba suavemente su espalda.
Aunque Alison había hecho un gran
trabajo consolando a Annie no fue tan eficaz y rápido como lo fue el tono
impersonal y la voz fría que uso la señora Elroy para llamar la atención de
Annie en el momento en que la vio sollozando entre sus brazos, la llamada de
atención había sido tan enérgica y dura que de hecho hizo que ambas se
irguieran y recobraran la compostura en un santiamén.
-¡Annie compórtate como la
señorita de alta sociedad que eres!
-¡tía Abuela!.... este yo…. lo
siento…- dijo mientras trataba de limpiar de su rostro las lagrimas que había
derramado.
-es una vergüenza que te
comportes de esta manera, que ha de pensar la damas de alta sociedad como la
duquesa y lady Eliza de la educación que has recibido al verte comportando de
esta manera.
-ohh no se preocupe señora Elroy,
conociendo la gran dama que usted es estoy segura que annie ha Recibido la
mejor educación, es solo que extraña tanto a su querida Hermana, no es cierto
Annie?.-
Annie solo asintió tímidamente
mientras que Alison no podía creer lo astuta que podía ser Eliza, de no ser por
que su madre estaba a su lado le gustaría enseñarle el derechazo que Terry le
enseño para defenderse de sus hermanos.
Eliza sabia perfectamente
mantener su fachada de dama intachable enfrente de quien en verdad importaba,
por eso sonreía y era toda sofisticación y buenos modales ante la duquesa y la
señora Elroy, por que para su venganza necesitaba la ayuda inconsciente de la
duquesa y por lo cual era necesario seguir siendo la perfecta dama que todo el
mundo creía que era, cuando solo un puñado de hombres podían saber lo salvaje y
atrevida que podía ser en la intimidad.
cuando había decidido vengarse se
había estrujado los sesos una y otra vez para concebir la mejor manera de conseguir
su objetivo el cual era, ser la próxima duquesa de Grandchester y claro no
estaba mal si además en el trayecto le hacia daño a la infeliz de Candy,
después de mucho pensarlo había llegado a una solución, por lo que rápidamente
ideo un plan perfecto que además de ser simple, era la forma mas rápida de
cumplir su objetivo, de hecho era tan simple que era aprueba de errores y claro
que no tendría fallas, si era ella quien lo llevaba a cabo, incluso su plan era
tan sencillo que se podía resumir en un solo nombre, el de Henry Grandchester,
el cual a diferencia de Terry había caído en su telaraña, perdón, en su cama,
de la cual no pensaba dejarlo salir en un tiempo hasta que lograra su cometido.
con una mirada y una sonrisa
planeada para engañar tenia comiendo de su mano a la duquesa, esta mujer era
parte esencial en su plan para ser la próxima duquesa, de hecho debía esperar a
que la mujer hiciera por ella todo el trabajo, porque estaba mas que segura que
la madre del chico lucharía con uñas y dientes para que su adorado Henry fuera
el próximo duque de Grandchester, así que solo debía mantenerlo en su cama y
que mejor manera de asegurarse de que sus planes salieran como ella quería que
con un hijo y esa seria lo que daría el toque
a su venganza contra Terry y Candy, les quitaría todo y si por ella
fuera les quitaría hasta el apellido.
Las chicas observaban con asombro
como se regodeaba Eliza en su propio veneno, Eliza era como un camaleón cuando
en principio de su boca solo salían palabras tan afiladas y llenas de veneno
mortífero se había transformado en el ser mas hipócrita y falso que ellas
conocían, Eliza era todo candor y elegancia mientras le hacia la corte a la Tía
abuela y a la Duquesa.
Después de unos minutos en los
que se había dedicado a sonreír como una boba y hablar de cosas que francamente
no le interesaban, cerca de la puerta pudo vislumbrar la presencia de la chica
la cual había acompañado a este lugar, por lo que ya era hora de despedirse
para reunirse con ella y cerciorarse que hubiera conseguido la cantidad que le había
pedido a cambio de su silencio, por lo que ansiosa de ponerle las manos a ese
dinero se había despedido de la duquesa y la señora Elroy excusándose de que
debía ver a la modista para después salir caminando del jardín tan inocente
como una paloma y con la elegancia de una reina.
Su encuentro con la señora Elroy
no había sido nada fácil, la anciana era dura y agresiva, le había costado
demasiado trabajo mantener sus emociones bajo control, ya que cada vez que la
anciana se negaba a su petición, diciendo que no le daría un céntimo mas y que
ya pagado lo que habían acordado por sus servicios, cada una de las negativas
de la señora Elroy la ponía mas ansiosa y desesperada que creía que le seria
mas fáci si la tomaba del cuello y la
asfixiaba hasta que accediera a darle las dos mil libras que le pedía, por
suerte las amenazas de revelar a sus sobrinos que había sido contratada por
ella para que engañara a Candy, habían surtido efecto ya que después de
discutir un poco mas había logrado que la señora Elroy accediera a su petición,
no sin antes advertirle que seria lo último que recibiría de ella y si volvía a
amenazarla con revelar su secreto, la haría arrepentirse hasta de haber nacido.
-lo conseguiste?
La voz chillona y burlona de Eliza
la había sacado de sus recuerdos, sin ánimos de hablar con ella solo asintió
con la cabeza para después volverse y dirigirse hacia la salida en compañía de
aquella chica pelirroja que decía ser su amiga.
Una vez dentro del carruaje de
los Leagan.
-y bien donde esta, Luisa?
Sin atreverse a mirarla
directamente a los ojos, por que bien sabia que no le gustaría nada su
respuesta a su supuesta amiga, por lo había preferido pasar por alto su
pregunta mientras miraba detenidamente por la ventana como si hubiera algo
extraordinario en la calle, como quisiera que el ruido de los cascos de los
caballos fuera tan alto como para ahogar la voz chillona y demandante de Eliza.
-no te hagas la tonta Luisa,
donde esta mi dinero?
Cerro los ojos un momentos para
intentar ocultarse de esos ojos color ámbar que parecían ser los de una
serpiente despiadada que estaba al acecho de su victima esperando que esta se
descuidara para lanzarse al ataque, y sabia por experiencia propia que así era
Eliza, solo se había descuidado un poco pero eso había bastado para que Eliza
descubriera su secreto.
Su vida se había colapsado unos
años atrás cuando aun estaba en el colegio San Pablo, el cual había tenido que
dejar cuando su padre se había quedado en la ruina, lo habían perdido todo
salvo la casa en que aun vivía con su madre en las afueras de la ciudad, después
del fracaso su padre se había hundido en el alcohol y en la desesperación de
ver como los acreedores empezaban a formar cola en su puerta para llevarse
cuanta cosa de valor habían en la casa, habían perdido las joyas de la familia,
la vajilla de plata, cuadros antiguos y algunas cosas mas, después de eso su
padre no resistió mas y se suicido en su propio despacho dándose un tiro en la
cabeza, después de eso su madre había enloquecido por la pena o la decepción,
no sabía cuál pero la verdad no le interesaba saber, solo deseaba que nadie se
enterara que su madre estaba loca, porque si ya era una mujer sin posición, sin
futuro y con una reputación en entre dicho, lo cual ya era lo suficiente malo
como para sumarle a la mezcla una madre loca y perturbada, hasta ahora se había
encargado de mantener en su madre encerrada y alejada de todas las personas,
para lo cual había despedido a todos los sirvientes, solo se había mantenido
con ella su vieja nana, Tina, que aun sabiendo que estaban en la ruina se había
quedado a lado de su madre, hasta hace unos días nadie sabia de su pequeño
secreto, siempre había sido muy cuidadosa y precavida para que nadie se
enterara, pero esa noche Eliza había irrumpido sin avisar en su casa, su madre
que ya vivía en un estado de locura constante se había alterado aun mas al
descubrir la presencia de alguien extraño en su casa, por lo que Eliza había
descubierto su secreto, creyendo ciegamente que como era su amiga, Eliza se compadecería
de ella y guardaría su secreto pero grande fue su sorpresa cuando la había
mirado con repulsión y burla para después sutilmente sugerirle las mismas
palabras que le decía en estos momentos.
-seria una pena que se corriera
el rumor del estado deplorable en el que se encuentra tu madre, no lo crees Luisa?
Y al igual que en aquel momento
se le había hecho un nudo en la garganta
y el estomago se le había revuelto de tan solo pensar que seria de ella si la
gente se enteraba, si ya era poco lo que tenia, seguramente lo perdería todo,
incluso hasta la esperanza o peor aun quedaría loca como su madre y seguramente
se vería obligada a mendigar por las calles vistiendo harapos, sus únicas
amigas serian las ratas, bueno su cambio de amistades no sufrirían mucho
cambio.
Mientras ella se quedaba
paralizada por el miedo que esa idea le generaba, Eliza satisfecha de ver el
miedo en su ojos, no había perdido tiempo ya que seguía con su discurso,
hablándole de las terribles cosas que la esperaban si llegaba a saberse su
secreto, Eliza la miraba con una endemoniada sonrisa en sus labios, mientras
ella trataba de contener el escalofrió que recorrió su cuerpo al toparse con
esos ojos de serpiente, pero el escalofrió no ceso porque sabia que lo que
diría a continuación no le agradaría a Eliza, quien no cesaba de preguntar por
su dinero por enésima vez.
-donde esta mi dinero, Luisa?
Después de resoplar para sus
adentros contesto.
-lo tendré mañana en la mañana.
El disgusto de Eliza se hizo
patente por la expresión crispada que tenía en el rostro, con los ojos
entrecerrados su voz chillona penetro en los oídos del cochero.
-perdón, que dice señorita?
-que se detenga ahora mismo.
-pero estamos…
-pero nada, he dicho que se
detenga.
-esta bien señorita.
Pese a los reparos del cochero el
carruaje se había detenido en media calle.
-lo siento querida pero acabo de
recordar que debo ver a la modista así que no podre acercarte mas a tu casa.-
le dijo Eliza con una sonrisa fingida a duras penas.
Sabiendo que Eliza había
improvisado en el ultimo momento solo asintió con la cabeza, conocía el
temperamento de Eliza y sabia que era mejor no provocarla a menos que uno
estuviera en condición para luchar con
ella y ella en estos momentos no lo estaba por lo que descendió del carruaje no
sin antes escuchar la aguda voz de Eliza a sus espaldas.
-te veré mañana al medio día,
querida.
Ni siquiera tuvo tiempo para
volverse y responderle, cuando el carruaje ya se estaba alejando, resignada levanto
la vista para ver en donde se encontraba para saber que dirección tomar para
llegar a su casa.
A su alrededor había varios
establecimientos de baja categoría, se encontraba un teatro de quinta y varias
tabernas de mala muerte donde no solo se venían licor a los hombres de mas baja
categoría de la ciudad sino que además se proveía de los placeres mas carnales
y bajos que cualquier hombre pudiera pagar, de solo contemplar el lugar en el
que se encontraba hacia que su expresión se tornara angustiosa, desesperada por salir de ahí había forzado a
su cuerpo y su mente reaccionar con la rapidez que necesitaba para escabuirse
de ahí, con pasos cortos pero constantes comenzó a caminar por el borde de la
acera lo mas rápido posible, estaba esperanzada con salir de aquella zona sin
toparse con algún vagabundo o rufián, de hecho estaba por lograrlo cuando la
risa estruendosa de una mujer llamo su
atención.
Era una mujer que llevaba casi al
descubierto ambos pechos, solo estaban cubiertos por una delicada gasa que
estaba tan gastada que era como si no llevara nada ya que aun en la distancia
podía ver claramente la forma y tamaño
de sus seños, la mujer reía a carcajada abierta mientras que ella despojaba de
sus pertenencias a un chico moreno, que era sostenido de los hombros por el
tabernero y otro hombre.
-Pobre idiota es la tercera vez
que lo robamos en la semana.- dijo el tabernero.
-es su culpa por estar tan borracho.
Dijo el otro hombre mientras se reía de su victima
-esta tan borracho que ni
siquiera logra tocarme, es una pena pues bien parecido.- dijo la mujer mientras
lo veía de arriba abajo con una mirada lasciva.
-Bahh, eso no importa, lo que
importa es que siempre viene solo y con demasiadas libras en el bolsillo.- contesto
el tabernero haciendo gesto de fastidio ante el comentario de la mujer.
no sabia porque pero de alguna
manera algo en ese chico se le hacia familiar y ese sentimiento la mantenía ahí
inmóvil contemplando la escena en silencio, había sido testigo de que lo habían
despojado de todo cuanto el chico llevaba en los bolsillos para después dejarlo
tirado en la avenida, después de que sus asaltantes se perdieran de vista
regresando a la taberna llamada “el gato negro”, había caminado hacia el, era
como si la imagen del chico tirado en la acera la llamara, la atraía a él como
un imán y a ella le era imposible
resistirse.
Cuando estuvo lo suficientemente
cerca pudo reconocer al chico que yacía inconsciente a unos pasos de ella, con
asombro se llevo la mano a la boca para cubrir su expresión de asombro y
desconcierto.
-ohh por dios es Neal
*******************************
Lakewood algunos días atrás
Que haría ahora? Era la pregunta
que se repetía una y otra vez en su mente mientras paseaba de un lado a otro en
la estrecha habitación, se encontraba al borde de la desesperación, hace unos
días atrás todo había cambiado de manera tan abrupta que aun le costaba trabajo
reconocer que el bulto que yacía en la cama era su preciosa hija, como era que
habían llegado a esto, no podía creerlo y mucho menos podía explicárselo, solo
sabia que algo había pasado para que Susana hubiera entrado de manera tan intempestiva
y violenta por esa puerta hace unos días
atrás, aun podía escuchar sus gritos y sollozos cuando entro corriendo a la
habitación hecha una magdalena, llorando y gritando con tanta desesperación que
había pensado que tal vez se encontraba herida
de verdad, había tratado de hacer volver en si pero ella solo gimoteaba y
gritaba.
-¡no Terry no!
Susana se había echado a llorar
en su regazo, sin poder hacer algo mas por su hija solo la contuvo entre sus
brazos mientras ella lloraba incesantemente, aunque no era la primera vez que
la veía hacer una pataleta como esta nunca la había visto llorar con tanta
desesperación y dolor, cada gemido que se escapaba de la garganta de Susana era
tan desgarrador para ella que era como si un cuchillo le desgarrara las
entrañas una y otra vez, Susana lloraba con tanto sentimiento con tanta desesperación
que se podría decir que era como si tuviera el corazón roto, había intentado
calmarla y darle consuelo pero le había sido imposible hacerlo, sobre todo
cuando desconocía que era lo que había causado tanto dolor a su hija, había
tratado de preguntarle que era lo que había pasado pero Susana solo lloraba y
sollozaba aun mas fuerte mientras de sus labios se escapaban palabras
entrecortadas que era difíciles de entender y la mayoría de ellas no tenían
ninguna coherencia, lo único que había podido entender entre sollozos era.
-Terry, Terry.
Después de varias horas en las
solo pudo limitarse a sostener a su hijas entre sus brazos mientras ambas
lloraban amargamente, no supo en que momento ella también había comenzado a
llorar pero después de que Susana vaciara
todas sus lagrimas en su regazo por fin se había quedado dormida, si hubiera
sabido que desde ese día no saldría más de la cama, no le hubiera permitido
dormir, porque Susana se había internado en un mundo en el cual ella no tenia
acceso, el cual era su mente, Susana había buscado refugio en su propia soledad
en donde se dejaba envolver por las sabanas para llorar su desdicha.
Desde ese día había tratado de
consolar a su hija pero esta era inmune a cualquiera de sus intentos ya que se
quedaba ahí tirada y con la mirada perdida, mientras que ella podía estar
hablándole al aire durante horas, estaba desesperada, ya no sabia como lidiar
con Susana y menos sabia que hacer para sacar a su hija del estado aflictivo en
el que se encontraba, ya lo había intentado todo, pero nada había funcionado,
había intentado ser una madre comprensiva, pensando que con el paso de los días
Susana recuperaría la energía que siempre la había caracterizado pero en vez de
eso, se había convertido en un esbozo de la chica hermosa y radiante que solía
ser, su piel se había vuelto tan pálida que había adquirido cierta traslucidez,
el rubor que solía cubrir sus mejillas se había evaporado, los bellos ojos
azules que alguna vez habían sido tan claros como el cielo se encontraban
vidriosos y ocultos por un halo color
malva, su cabello había perdido todo su brillo, estaba en tan mal estado que su
cabello parecía una madeja de hilo dorado vieja y deshilachada, lentamente dejo
escapar el aire que contenía en su pecho pero el hacerlo era tan doloroso,
porque sentía que en cada suspiro se le escapa la esperanza de que Susana se
recuperara algún día.
Sin saber que mas hacer había
tratado de averiguar que era lo que le había pasado a Susana, no estaba segura
de que era lo que había pasado pero de lo único que estaba segura era que tenia
que ver con el señor Terrance, cada día le daba vueltas la cabeza tratando de
encontrar la causa de lo que había puesto a su hija así, tenía ideas tan descabelladas
que iban desde que Susana se le había declarado al señor y este la había rechazado
hasta ideas tan oscuras y violentas como que “su amado Terry” se había
aprovechado de la nobleza de su hija al saber que lo amaba (nobleza esa jajá no
me hagan reir, opps perdón me deje llevar) no estando conforme con ninguna de
las ideas que se le venían a la mente y puesto que Susana no esta dispuesta a
nada realmente mas que a llorar, había aceptado a rebajarse a escuchar a los
demás sirvientes pues alguno de ellos tal vez supiera algo.
Y sus esfuerzos por prestar
atención en donde no era requerida por fin había rendido frutos pues un día en
el que hacia sus labores en la cocina de manera tan sigilosa que nadie había
notado su presencia, había escuchado a Marie y Beth hablar acerca de sus
patrones, cosa que no era raro ya que eso era lo mas común entre la
servidumbre, pero hasta ahora solo había escuchado cosas no le servían para
nada.
-que ambiente tan diferente se
respira ahora que los señores se han reconciliado no crees Beth?
-ahh si, por fin después de mucho
tiempo se respira amor en cada uno de los rincones de esta casa.- dijo la chica
soltando un suspiro
-es una alegría que por fin vivan
su amor plenamente, mira que yo siempre he sabido que el señor Terry amaba a la
señora Candy pero ahora no me cabe la menor duda de que se aman, me pregunto
que es lo que habrá cambiado.
-¡Marie es que no te imaginas que
es lo que cambio o mejor dicho lo que paso entre ellos!
-no, dime que es lo que paso.
-pues que otra cosa va ser, por
fin consumaron su matrimonio.
La respuesta de la chica había
sido tan fresca que había causado que la cocinera se había quedado atónita
mientras que el cuchillo resbalaba entre sus manos.
-vamos Marie no mires así, ya no
soy una cría, además de que tengo información de primera mano.
-que quieres decir con eso de
información de primera mano, Chiquilla?
Beth torció el gesto cuando Marie
la llamo chiquilla pues ya no se consideraba una niña a sus dieciséis años.
-pues…. por que yo misma lo
comprobé con mis ojos.- dijo un tanto nerviosa mientras que un repentino rubor
la cubría de pies a cabeza.
-que estas diciendo muchacha? explícate.-
dijo Marie mirando a la chica con gesto duro.
-fue un accidente, te lo juro que
fue un accidente, no era mi intensión….
-ya vamos Beth habla de una vez.
-pues hace unos días entre sin
tocar a la habitación del señor Terry para recoger la ropa sucia, es que yo pensé
que Ruth ya estaba ahí porque vi a Susana salir corriendo de la habitación, así
que entre sin pedir permiso ahí estaban ambos abrazados y desnudos en la cama.
-muchacha sin vergüenza.
-Marie vamos no me retes ya te
dije fue un accidente, además no fui la única, Susana también los vio.
-ahora que lo dices no la he
visto en días, tal vez este demasiado avergonzada para venir a trabajar, como
deberías estarlo tu Beth.
-claro que estoy avergonzada pero
sencillamente no puedo estarlo por mucho tiempo, me entenderías si hubieras
visto lo que yo vi, Marie, solo voy a decirte que el señor terrance es todo un
adonis.
-te vas a meter en un buen lio
muchacha si Ruth se entera o si no es que ya lo sabe.
-espero que no porque seguramente
me despedirían después de retarme, así que guárdame el secreto Marie por favor
solo por esta ocasión, no volverá a pasar te lo juro.
-solo por esta ocasión Beth y
solo porque se que Ruth es muy leal y discreta en los asuntos de los señores.
Gina Marlow salió de la cocina
dejando a ambas mujeres hablando mientras ella lograba escabuirse sigilosamente,
nunca se imagino que algo así era lo había causado a Susana tanto dolor, si lo veía desde su perspectiva era algo
tonto, ilógico, era de esperarse que algo así pasara entre dos personas que se
encontraban casados, pero ver aquella situación desde los ojos de una jovencita
enamorada, era sin duda una experiencia dolorosa y devastadora, no podía
comprender a cabalidad el dolor de Susana ya que ella nunca se había enamorado,
pensando en como consolar a su hija, en completo silencio camino hasta a su
habitación y como era de esperarse nada había cambiado desde que había salido
esta mañana, Susana aun estaba en la cama con la expresión de un zombi,
lentamente camino hasta la cama para sentarse a su lado para hablarle un poco.
-Vamos susy, eres más fuerte que
esto, no te desanimes susy, olvídate de el señor terrance y dejemos todo atrás,
ya verás que en la ciudad encontraras a otro hombre, el señor terrance no es
único hombre en la tierra.
Cada una de las palabras de su
madre taladraron sus oídos haciéndola levantarse de golpe de la cama, cada
palabra fue como una latigazo que infundio energía a su cuerpo que la despertó
del largo letargo en el que se había sumergido desde hace unos días, aunque
todo su cuerpo protesto eso no impidió que cada uno de los músculos de su
cuerpo se le tensara como si se tratara de una bestia a punto de lanzarse al
ataque, con los ojos desorbitados y oscurecidos por el coraje y la furia que
sentía en su interior arremetió contra su madre.
-¡no cállate!, ¡no me marchare
nunca!, tu no entiendes, no hay nadie como Terry, Terry es perfecto para mí, yo
lo amo, no puedo olvidarme de él.
Su madre sonrió al ver reaccionar
a Susana, en verdad no pensaban marcharse, no aun, eso lo haría después de
conseguir unos miles de libras, siempre había sabido que Susana estaba enamorada
del señor terrance, solo le había bastado ver la expresión de Susana cada vez
que lo miraba.
-si en verdad lo amas, levántate
de esta cama y busca la manera de conseguir lo que quieres Susana.
-pero él no me ama madre, el….. El…..
Se revuelca con la estúpida de Candy.-
Los ojos de Gusana se habían
llenado de lagrimas y sus voz se quebraba a medida que confesaba a su madre lo
que le había partido el corazón.
-susy, eso no tiene importancia,
no te deberías dejar vencer tan fácil, el hecho que ellos tengan intimidad no
quiere decir que se amen, para los hombres tener sexo es como una necesidad y
ella tiene la obligación de complacerlo así que no te preocupes no todo está
perdido.
Aunque las palabras de su madre
le daban esperanza, no podía evitar sentir cierta repulsión por todos los
hombres, porque para ella el entregarse a alguien era un voto de confianza y
amor.
Con una renovada energía salió
de la cama y se dirigió al baño para
tomar un largo baño, después de que su cuerpo estuvo sumergido en el agua
caliente salió de la bañera para enfundarse en su fastidioso vestido de
sirvienta color azul, se aliso la maraña en la que se había convertido su
cabello, se puso un poco de carmín para darle color a sus mejillas, con paso
firme salió de la habitación decidida a encontrar la forma de tomar lo que
deseaba.
Decidió que tomar un poco de sol
le haría bien a su pálida piel, por lo
que se encamino al portal de las rosas ya que ahí era donde se podía disfrutar
mejor del sol así como del fragante aroma de las rosas.
Caminaba con pasos distraídos por
el rosedal cuando una voz grave le sobre salto el corazón.
-Que te bajes ¡ahora!
Deseosa por saber quién era y que
era lo que sucedía se oculto entre los rosales, sus ojos se abrieron
desmesuradamente cuando vio que se trataba de Terry y la odiosa de Candy, al
parecer Terry estaba molesto por algo, se lo decía la postura tensa de su
cuerpo y la mirada gélida que tenia, en total silencio siguió observando la
escena, vio como con cierta torpeza Candy descendía del caballo, y la muy
estúpida casi se cae del caballo, si no hubiera sido por la agilidad de Terry
se hubiera dado de bruces contra el suelo.
en el momento en que Terry sujeto
a Candy vio como algo en sus ojos
cambiaba, su mirada gélida se había esfumado y a hora la miraba con dolor, con desesperación
y algo más, pero la expresión de Terry había vuelto a endurecerse tan rápido
que pensó que seguramente era producto de
su mente cansada por las horas desvelo y
poco alimento que había pasado, observo como aun desde la distancia podía ver
las lagrimas correr por el rostro de Candy mientras Terry espoleaba al caballo
para salir a todo galope, ella misma había contenido el aliento mientras lo
veía salir por el portal, estaba a punto de salir de su escondite y salir
corriendo detrás del como exactamente lo hacia Candy en este momento, Candy corría
detrás de una nube de polvo mientras lo llamaba a gritos.
Si las palabras de su madre le
habían dado el impulso para luchar por lo que quería, lo que acaba de ver la
había resuelto más que nunca a luchar por lo que deseaba además de que le había
proporcionado una esperanza de conseguir a Terry.
Continuara.
Próximo capítulo esqueletos al
descubierto.
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