viernes, 23 de diciembre de 2011

capitulo 34 los andley (part 1)

Un amor inesperado

"los personajes de Candy Candy no me pertenecen son propiedad de Kyoko Mizuky e Igarashi, ahora que si fueran míos, Terry, Albert, Anthony, Stear, Archie, serian solo para mí y no los comparto, (jojo jojo así o mas aborazada?) Escribo esto sin fines de lucro, es solo entretenimiento y desvaríos de una mente desquiciada. "

Capitulo 34 Los Andley parte I

Londres Inglaterra.

Conforme la noche avanza decenas de parejas se suman a los ya numerosos remolinos de seda multicolores que cobran vida en el centro de la pista, el champagne fluye sin parar en hermosas copas de cristal cortado al mismo tiempo que innumerables bocadillos desaparecen con rapidez, sin lugar a dudas la fiesta es un éxito.

La noche es joven y todo aquello invita a divertirse y pasar un rato agradable como la mayoría de las personas lo hacen, pero de entre todos ellos se distingue la presencia de un flamante caballero, el cual se mantiene con expresión ausente mientras pasea por la pista, sus pasos son rápidos pero sin embargo no pierde el garbo y cadencia que tanto lo caracteriza, con cada uno de sus pasos decenas de personas se hacen a un lado para dejarle el camino libre, muchos de los presentes reconocen a aquel hombre y lo hacen como señal de respeto pues saben que aunque no posee un título nobiliario es alguien sumamente importante para todos aquellos que desean realizar negocios con la realeza.

Pero lejos de que aquel gesto le importe, se mantiene sereno y ajeno a todo esto pues a diferencia de la mayoría de los aquí reunidos él no se encontraba aquí para disfrutar de la velada sino estaba aquí para hacer su trabajo.

Tan solo lleva unas semanas con los White, pero en ese tiempo le había enseñado a Albert los secretos del mundo de los negocios y una de sus principales enseñanzas era, que los eventos sociales no eran solo fiestas y diversión, sino que eran verdaderas oportunidades para establecer muy buenos negocios y conocer posibles contactos, pero al parecer por más que lo ha repetido Albert lo ha olvidado, pues después bailar con la señorita Grandchester había desaparecido, lo cual era la razón por la que ahora se encontrara merodeando por la pista.

El que Albert hubiera desaparecido para bailar con alguna señorita de sociedad era algo que no podía entender y más cuando sabía que le tenía repelús a las fiestas de alcurnia, debido a la hipocresía que abundaba entre la nobleza inglesa, la mayoría de ellos son personas frívolas a las que solo les importa las apariencias y de cuán grande es el bolsillo de uno, el entendía muy bien el sentir de Albert pues el mismo nunca se había sentido cómodo entre ellos y tal vez nunca lo haría, pero después de todo quien era él para encontrar su lugar en medio de gente adinerada cuando él era solo un empleado mas, pese a la incomodidad que estos eventos le provocaban siempre se había mantenido en su posición, recordándose a sí mismo que tenía una misión, una obligación que cumplir y esta noche no sería la excepción.

Recorría con pasos agiles y ojos de halcón la pista, pero aun así no puede encontrarlo, esta por volver a repasar la pista de baile cuando un pensamiento llega a su mente.

"estas buscando a Albert, y realmente crees que lo encontraras bailando con las "flamantes" señoritas de sociedad, sabes que es mejor que todo esto, seguramente debe estar afuera, tratando de huir como deberías estar haciéndolo tú"

Ante su pensamiento decidió salir al jardín en busca de su joven pupilo, ¿pupilo? había dicho, pero esa palabra no se le podía adjudicar a Albert, era más un socio, un compañero de negocios, si, era más como un amigo, ¿un amigo? ¡Por dios! como podía considerarse su igual, no, no, él era un empleado más y ciertamente la familiaridad que estaba experimentando al trabajar con Albert lo está cegando, pero se estaba dejando llevar mas allá por lo que debe refrenar sus pasos y recordar su posición.

George se reprendía así mismo mientras salía por las puertas de cristal hacia el jardín.

Estaba por descender por las escaleras de la terraza cuando visualizo a dos chicas con un aspecto lastimoso que entraban por el otro lado, ambas chicas llevaban los ojos enrojecidos por las lagrimas y aun en la distancia las identifico como Annie White y Patricia Cornwell, estaba por posponer su búsqueda para ayudarlas cuando noto que eran seguidas de cerca por Stear y Archivald por lo que decidió dejar el asunto en sus manos y proseguir con su búsqueda.

Caminaba por el jardín buscándolo en los alrededores pero hasta ahora no tenia éxito, siguió caminando hasta que a sus oídos llegaron las voces de dos hombres, una de ellas claramente la identifico, se trataba de Albert, pero la otra voz era todo un misterio, mientras más se acercaba podía oír más claramente lo que hablaban.

-no entiendo que tiene que ver la Tía Abuela en esto?

-¡ella nos separo!, Candy y yo éramos novios, lo manteníamos en secreto pero de alguna manera ella se entero y como yo no tenía los medios suficientes para salvar de la ruina a la familia, engaño a Candy, le hizo creer que yo la había engañado y que esperaba un hijo con luisa y es por eso que ella acepto casarse con Grandchester.

-yo no sabía nada, y mucho menos que tu y ella se amaran, yo sabía que ella no se caso enamorada pero nunca imagine algo así, pero ahora ya es tarde ella se ha casado, debes olvi..

-¡olvidarla nunca!, ella se ha casado pero nunca es tarde para dos personas que se aman, como ella y yo lo hacemos, estoy decidido a buscarla y huir con ella.

-si ese es tu plan por qué no lo has hecho?.- pregunta Albert.

-¿crees que no me muero de ganas por salir y buscarla? ¿Crees que no me vuelvo loco con cada minuto que paso lejos de ella?, me atormenta día y noche lo que pueda pasarle a manos de Grandchester, Estoy desesperado porque me estoy muriendo por salir a buscarla pero no puedo marcharme, no cuando la estabilidad de mi Familia depende del que yo me haga cargo de los negocios.

-yo conozco a Terry y sé que él no le haría daño a Candy…..

-discúlpame pero yo no puedo creer eso, no cuando él nos descubrió el día de su boda, Candy y yo pretendíamos fugarnos pero él lo descubrió y…. el…. se la llevo… a la fuerza.

Por un momento se queda a cierta distancia solo escuchando la conversación, el a diferencia de Albert no esta tan sorprendido con lo que aquel joven revela, aunque ciertamente había detalles que desconocía, no está totalmente ignorante del tema, pues había visto a Terrance y Candice en America, solo verlos le basto para saber que algo estaba mal, sabía que aquel no era un matrimonio por amor pero nunca creyó que hubiera una historia detrás, poco a poco en su mente empezaban a encajar las piezas del rompecabezas así que continuo en silencio escuchando.

- la situación es complicada pero tratándose que es la felicidad de Candy la que esta juego, es justo que se te dé la oportunidad que otros te negaron, si quieres encontrar a Candy vete ahora, no pierdas más tiempo.

-pero si yo me voy, que pasara con mi familia….

Mientras permanece en silencio y oculto entre los arboles comprende la situación y puede imaginar cómo debe sentirse Albert, pues aun en la distancia puede verlo totalmente incomodo con la decisión que ha tomado, pero aunque la situación es compleja él cree que hizo lo correcto al darle al chico la oportunidad de que luche por lo que desea, y el mismo en estos momentos se siente confundido e indeciso en lo que debe hacer, por primera vez su lealtad se encuentra dividida, pues en su mente ha ideado un plan con el que Albert puede ayudar al joven brower pero por otro lado siente un deber y lealtad para con el duque de Grandchester y al hacer esto esta involucrándose más de lo que le duque de Grandchester le permitió pero en el poco tiempo que lleva con los White ha desarrollado una lealtad para con ellos, no sabe qué hacer y por un momento cierra los ojos y hace lo que nunca, ignora la lógica y escucha su corazón.

-no te preocupes por ellos ya se me ocurrirá algo…

-de hecho yo sé como podrías ayudarlo William.- interrumpe la conversación.

**********************TTTTTTTTTTTTT*************************

Sorprendido por aquella voz solo puede mirar perplejo al hombre que acaba de entrar en el pequeño claro, el cual se acerca a ellos con paso firme y mirada enigmática.

No puede evitar fruncir el ceño al observar a aquel extraño acercándose a ellos, desconfiado y receloso le dirige una mirada de fastidio a aquel extraño que se atreve a inmiscuirse en sus asuntos, esta por pedirle que se marche cuando Albert lo saluda con una sonrisa, así que Albert debe conocerlo, sabiendo que por ahora depende de la ayuda que pueda darle Albert y este hombre, decide escuchar lo que este hombre tiene en mente.

-¡George!, dime como podríamos ayudar?

-con la sociedad…

-la sociedad? Pero me parece muy arriesgado, si algo sale mal no solo será mi familia la que sufra, no puedo exponer a la familia de Anthony de esa manera…

-ciertamente es arriesgado pero si jugamos bien nuestras cartas los beneficios serán más grandes que el riesgo.

-si, pero aun así me preocu…

-porque no me explicas Albert, y dejas que sea yo quien decida si corro el riesgo o no?.-dijo Anthony pues comenzaba a impacientarse.

Ambos hombres explican al chico a grandes rasgos lo que es la sociedad que tienen en mente.

Están por cruzar las puertas de cristal para entrar en el salón de baile, cuando una voz detiene sus pasos.

-¡Annie espera!

Un sollozo se escapa de sus labios cuando sus oídos reconocen aquella voz, su corazón se sofoca por el dolor, en estos momentos siente que sus rodillas se doblan y el alma se le va a los pies, siente como si ella misma fuera un cristal estrellado esperando el último golpe el cual lo haga mil pedazos, por lo que no puede soportar aquel enfrentamiento, solo niega con la cabeza y se propone a entrar arrastrando con ella a Patricia.

Al percibir que Annie lo ignora, y realmente no espera menos de ella, sabe que le ha hecho daño pero desea explicarse, decir algo que al menos disminuya su dolor o si no por lo menos aminore la culpa que en este momento lo aplasta, por lo que avanza un paso y trata de tomarla por un brazo, su mano roza suavemente su piel pero aquel contacto provoca que un escalofrió lo recorra de los pies a la cabeza por lo que lentamente deja caer su brazo sin realmente llegarla a tocar.

El breve contacto con su mano la hiere de tal manera que siente como piel se cubre con un doloroso estremecimiento que la sacude salvajemente, el dolor es de tal magnitud que provoca que se quiebre su poco autocontrol por lo que sale disparada hacia el interior del salón de baile, como una pequeña estela de color melocotón corre por la pista mientras que con una mano trata de ahogar los sollozos que ya no puede contener más tiempo.

La reacción de Annie lo hunde en la culpa y lo hacen sentir como el gusano que es, por un momento cierra los ojos mientras trata de olvidar el sonido de los sollozos de Annie, pues cada uno de ellos es como una cuchilla clavada en su pecho, con expresión pesarosa y culpable corre tras ella, debe explicarle que nunca pretendió que esto pasara, que nunca quiso hacerle daño…

Patricia mira con los ojos llorosos y el alma dolorida como se aleja Annie, la cual es seguida de cerca por Archie, a cada segundo que pasa la situación es peor, desvalida y con tanto desasosiego en su alma, ya no tiene fuerza para mantenerse en pie, esta tan agotada que su cuerpo busca algo de lo cual aferrarse y sintiendo que camina por el borde de un abismo, lentamente trata de retroceder hacia una columna cercana, en cuanto sus manos sienten la dureza del piedra se aferra a ella como si le fuera la vida en ello, con un nudo en la garganta y la visión empañada por las lagrimas siente como lo que quedaba de su mundo se derrumba ante sus ojos pero aquello es demasiado doloroso para contemplar por lo que prefiere mantener la vista clavada en el piso.

Sus ojos están anegados en lagrimas pero eso no le impiden identificar al par de mocasines negros que se plantan frente a ella, el escaso aire que tiene en sus pulmones se congela, haciéndolos tan pesados que le duele respirar, lentamente sus oídos registra la voz que tanto había añorado pero que en este momento le resulta insoportable, creía que caminaba por el borde de un abismo pero ahora sabe que se ha equivocado pues sabe que ha caído en el.

- Patty…

Hace unos momentos había acusado a Archie de ser un patán y hombre de la peor calaña pero al ver a Patty en tan penoso estado, le dice que él no se ha comportado mejor de lo que Archie fue con Annie, pero como decir que nunca quiso hacerle daño, como explicar….. como decir algo, cuando no sabe ni siquiera que fue lo que paso, las palabras y miles de teorías se ahogan en su garganta, con un suspiro sentido desde lo más hondo de su corazón solo puede decir aquellas palabras, las cuales no sirven de nada a estas alturas.

- yoo… lo… siento…tanto…

Impávida y temerosa no puede siquiera hablar y menos levantar la vista a lo cual solo responde son un leve asentimiento de cabeza mientras trata de ocultar el estremecimiento que contrae sus entrañas en este momento.

La mira temblar en cuanto sus palabras llegan a sus oídos, le duele tanto mirarla que quisiera hacer algo para confortarla pero teme dañarla más, y aun si pudiera hacer algo para confortarla no sabe cómo hacerlo, por lo que prefiere escudarse en su responsabilidad por Annie por lo que dice.

-perdóname… pero debo… ver a Annie.-

Con pasos titubeantes se aleja lentamente de ella, no sin sentir que deja pedazos de su corazón en cada paso, los mismos pasos que lo llevan cada vez más lejos de ella y los cuales abren ante ellos un abismo.

Sus ojos continúan clavados en el piso y puede escuchar los lentos pasos de Stear los cuales lo llevan cada vez más lejos y siente como poco a poco se desgarra aquel hilo que unía sus corazones, aquello es tan doloroso que sus manos se aferran a la columna con más fuerza que nunca y poco a poco siente como pierde el piso y cae sobre sus propios píes y deja salir todo su dolor.

Está acostumbrada a ser desplazada por alguien más, amaba a Annie y Candy pero siempre había ocasiones en las que Stear y Archie la desplazaban por alguna de ellas, pero nunca dejo que aquello la amargara pero sin embargo esta vez, solo esta vez, hubiera deseado que Stear se hubiera quedado a su lado, pero ahora es tarde el se ha marchado por lo que abraza sus rodillas y llora desconsoladamente.

***********************TTTTTTTTTTTTTTT************************

Por las calles de Londres se oye el re piquear de las ruedas de un carruaje que corre a gran velocidad, los caballos corren cada vez más rápido provocando que del cochero escape una sonora carcajada mientras disfruta de la brisa que se azota contra su envejecido pero no marchito rostro.

Después de dar una vuelta muy apresurada en la esquina el carruaje se detiene con un fuerte relincho de los caballos enfrente a las puertas de la residencia Lancaster, el portero corre presuroso a acercarse a recibir a tan inesperado invitado, abre la puerta del carruaje solo para dejar bajar a un hombre pálido como el papel, el cual se sujeta del asiento con uñas y dientes, pretende ayudar aquel hombre cuando la voz de una viejecilla lo llama.

-¡ey tu chico ayúdame a bajar!

El portero mira con ojos entornados a aquel cochero pues pretende decirle algunas palabras pero al contemplar que no se trata de un hombre, se queda boquiabierto y pasmado.

El chico no salía de su asombro por lo que su compañero se acerco a recibir a la dama.

-perdone, Sra. Cornwell no la habíamos reconocido.

-ohh hijo llámame Marta.- jijijiji.- la anciana descendía del brazo del portero no sin antes expedir su jocosa risa.

*********************TTTTTTTTTTTTTT*********************

Se abanicaba lentamente mientras miraba a las parejas de baile esperando reconocer entre ellas a alguno de sus sobrinos o alguno de los Cornwell pero hasta ahora no ha tenido suerte, solo esperaba que esos chiquillos no hagan nada que pudiera poner en entredicho el buen nombre de la familia.

Sus ojos almendra agudos y penetrantes recorren por segunda vez la pista de baile en busca de algo que la distraiga de la conversación que mantenía la duquesa de Grandchester con Robert Weston, pues ambos a solo unos cuantos pasos de ella hablan secretamente, sabía que no era propio de una dama de buena familia pero no podía evitar desear escuchar lo que hablaban pero por más que esforzaba por aguzar sus sensibles oídos solo podía captar la mención del nombre de Alison, obviamente entendía porque la duquesa le tuviera puesto el ojo al chico, pues es uno de los solteros más codiciados, si tan solo pudiera deshacer el compromiso de Annie con Archivald Cornwell tal vez podría probar suerte con alguien más, aun se encuentra barajeando sus posibilidades cuando justo enfrente a sus ojos pasa una chica sumamente perturbada, no puede creer lo que ve pero sus ojos no la engañan puede ser que este entrada en años pero aun goza de una excelente visión así que está segura que aquella chiquilla era Annie.

Ver aquello le provoca tal molestia que no puede ocultar a lo cual su cejo se frunce y su boca se abre sin que pueda emitir palabra alguna, aquella reacción solo evidencia el horror y disgusto que siente, esta por llamarla cuando justo en ese momento pasa frente a ella Archivald llamando a Annie mientras trata de darle alcance, intrigada por lo que sucede prefiere no interceder en el momento solo para vigilarlos de cerca y ver qué es lo que sucede.

************************TTTTTTTTTTTTTTTT************************

Como un gato que se acaba de comer un suculento ratón, lentamente pasa su rosada lengua por aquellos labios que instantes atrás eran de un rojo carmesí, sus manos bajan y suben sobre su cuerpo tratando colocar en su sitio el vestido de seda que lleva en esta ocasión, todo esto lo hace sin poder reprimir la sonrisa malévola y aquel brillo codicioso de sus ojos almendrados.

Su cuerpo se recupera de tan fugaz encuentro pero su mente ya está preparada para dar el siguiente paso, sin dejar de sonreír y menear las caderas se acerca de nuevo a Henry, pero esta vez esta lista para poner las cartas sobre la mesa.

Recargado en el tronco de un grueso árbol exhala lentamente el humo del cigarrillo que sostiene entre sus dedos, con el cabello revuelto, la ropa desarreglada y los músculos deliciosamente doloridos permite que los latidos de su corazón regresen a la normalidad, sus ojos brillan de deseo y desenfreno al ver aquella pelirroja bambolear las caderas mientras se acerca nuevamente.

Expira lentamente el humo del cigarrillo esperando tenerla lo suficientemente cerca como para atraerla a él nuevamente, sus ojos se recrean en aquel escote y pretende ahogarse en él cuando Eliza trata de arrebatarle el cigarrillo, sin perder tiempo el mismo le ofrece el cigarrillo, esta lo toma pero sin embargo no se lo lleva a la boca sino lo arroja lejos mientras le dice.

-deberías dejar de fumar.-

Sin darle mucha importancia a lo que dice Eliza saca otro cigarrillo y lo enciende, ante lo cual Eliza trata de arrebatárselo de nuevo pero conociendo sus movimientos logra esquivarla, se ríe de sus pobres intentos echándole el humo del cigarrillo en el rostro.

Eliza se enfurruña, se aleja unos pasos y le dice sumamente molesta.

-¡Eres un patán! Que no sabes que puede hacerle daño al bebe, ¡idiota!

-al que?.- se queda de una pieza al escuchar aquella palabra por lo que pregunta de nuevo esperando que no haya escuchado bien

-al bebe … oh no te lo había dicho Henry, ¡pronto seremos padres!

el cigarrillo cae de sus mano al mismo tiempo que su boca se abre desmesuradamente, sus ojos grandes como platos dejan ver en ellos la sorpresa y el miedo pero aquello solo dura unos segundos ya que inmediatamente son oscurecidos por la furia y la rabia, su naturaleza violenta no se hace esperar y despotrica contra ella.

-¡yo no soy el padre de ese bastardo!

-Oh sí que lo eres … y ni se te ocurra negarlo porque de lo contrario saldrán a la luz muchos de tus sucios negocios.- sentencio al ver que Henry se preparaba para confrontarla.

-¡no te atreverías!.- sisea

-quieres apostar?.- la sonrisa malévola de Eliza curva su boca carmesí.- Así que mejor te aconsejo que hables con tu mamita adorada para que se prepare para recibir a la futura duquesa de Grandchester.

Los puños de Henry se vuelven puños y sus dientes chocan entre si y rechinan fuertemente como si masticara grava, la amenaza de Eliza solo logra enfurecerlo más, esta tan furioso que siente que no puede controlar sus impulsos, todo en su ser se retuerce en furia y violencia pero su lengua solo escupe unas cuantas palabras.

-¡no te saldrás con la tuya Eliza!

Eliza ya había comenzado a alejarse pero al escuchar las palabras de Henry se detiene solo para girar la cabeza y decirle con una sonrisa burlona.

-Por si no te has dado cuenta ya lo hice querido.-

Eliza se aleja dejando entra las sombras a un furibundo Henry el cual aun no se da por vencido y un siseo sale de su garganta, pero aquello más que palabras parece una maldición.

-aun no cantes victoria Eliza, aun no.

**********************TTTTTTTTTTTTTTTTTT*********************

Mientras tanto en algún despacho de los barrios bajos de Londres.

-firme sobre la línea punteada.

-cual línea… hip … punteada? Hip…. La de arriba….. Hip…. La de abajo….. Hip o la de en medio…

El notario bufo por decima vez en la noche pero recurriendo a todo su autocontrol logro hablar con voz clara y calma.

-aquí señor Leagan, ¡aquí!

Trataba de mantener la calma pero ver como Neal se balancea hacia adelante y hacia atrás mientras trataba de firmar donde el notario le indicaba era desquiciante, ver aquello le hacía cuestionarse si su plan funcionaria, la incertidumbre le atenazaba la garganta pero rápidamente se sacudió aquel sentimiento pensando en lo que será su vida ahora que es la señora de Neal Leagan.

Aquel matrimonio se había realizado en secreto y sin testigos y aunque ya estaba más que consumado aun así había embriagado a Neal y lo había traído aquí con el viejo señor Park para que firmara aquel contrato, el cual garantizaría su seguridad económica en caso de que los Leagan trataran de anular el matrimonio y estaba segura de que así seria.

*********************TTTTTTTTTTTTTTTTT********************

Con pasos sigilosos sale de atrás del pequeño arbusto y cuando está lo suficientemente lejos corre hacia la mansión con las manos vueltas puños y los dientes apretados, el viento azota contra su rostro pero aquello no es nada comparado con la indignación e irritación que siente contra Albert en estos momentos y pensar que antes le simpatizaba pero ahora quería sacarle los ojos, ¡aaaghrr! como se atrevía a llamarse amigo de Terry cuando estaba planeando en apuñalarlo por la espalda y todo por ese Anthony, !aaaghrr! que no se daba cuenta el daño que le haría, ¡era un idiota!

Pero ella no lo permitiría, idearía un plan para evitarlo aunque ciertamente le hubiera sido de gran utilidad quedarse escondida y escuchar que era lo que planeaban esos idiotas pero como no era posible hacerlo sin que la descubrieran, ahora debe pensar en la manera de ayudar a Terry.

Los recientes descubrimientos la pone en una misión complicada y de suma importancia ya que de ello depende la felicidad de Terry por lo que se da cuenta que no puede hacerlo sola, necesita la ayuda de alguien, ¿pero de quien?, ciertamente no puede recurrir a su madre y hermanos, ellos odian a Terry sin lugar a dudas trataría de empeorar la situación, tampoco puede recurrir a Annie y Patty, ellas deben saber quién es ese Anthony y puede ser que no se pongan de su lado así que solo le queda pedir la ayuda de una persona, iba a ser difícil llegar a el pero solo el se preocuparía por Terry, el era su única y mejor carta, solo esperaba alcanzar a su padre antes de que se marchara de Edimburgo.

Alison había caminado como en trance y no se percato que se encontraba a las puertas del salón de baile hasta que las risas de unas jovencitas la sacaron de sus cavilaciones, reconociendo el lugar donde se encontraba suspiro hondo y se dispuso a entrar, lentamente se abría paso entre las decenas de parejas que danzaban en la pista, con lo sucedido aquella noche deseaba marcharse cuanto antes, era tanto sus deseos por marcharse que estaba dispuesta a pedírselo o incluso rogarle a su madre para que así fuera.

Poco a poco sus pasos la llevaron hasta donde su madre se encontraba, aun estaba a unos cuantos metros cuando los visualizo, pero aquella imagen no era lo que esperaba por lo que su estomago se contrajo en un nudo, su madre se encontraba con Robert Weston, aquella situación no solo le provocaba ganas de salir corriendo, más que eso le provocaba nauseas, ante aquella imagen instintivamente retrocedió dos pasos tratando de desaparecer sigilosamente pero su madre noto su presencia y con una señal le indica que se acerque, reconociendo que no tiene más opción se cerca a ellos no sin poder disimular su descontento.

Casi desfallece de disgusto cuando Robert poso uno de sus brazos posesivamente sobre su pequeña cintura y la arrastro con él a la pista de baile.

Daban vueltas en la pista del baile y ella solo pensaba en como librarse de el por lo cual no presto atención a ningunas de las palabras que Robert, pues tenía cosas más importantes en que pensar, pero el ignorante de su fastidio sigue con su cháchara incesante, su paciencia esta al límite, está cansada de él y realmente no cree soportarlo mas pero afortunadamente su hermano Arthur aparece para informarle que se marchan a casa, aliviada pretende regresar a casa lo antes posible pero Robert le corta el paso y le dice que la acompañara y le ofrece su brazo, ella pretende declinar su caballerosidad acudiendo a su hermano pero este ya se ha marchado por lo que no le queda de otra opción y entrelaza su brazo con el suyo.

Al llegar a la recepción encuentra a su madre de muy mal humor en compañía de Henry, por la cara de su madre sabe que Henry sea metido de nuevo en un escándalo, se pregunta que será esta vez, están por marcharse cuando su madre se gira hacia Robert y le dice.

-espero tener pronto noticias suyas joven Weston.

-ohh si muy pronto las tendrá, no se preocupe duquesa.- le dice esto ú
ltimo a su madre pero a la que mira fijamente es a ella, aquella mirada le provoca un escalofrió pero no le da importancia y sigue con su camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario